La oposición anti-Damasco inició una campaña contra el gobierno pidiendo su dimisión y amenazando con no detener su movilización en las calles de Beirut hasta que no saliera del país el último soldado sirio.
La dimisión del gobierno favorece a los planes estadounidenses en Oriente Medio. Bajo el disfraz de las consignas de George Bush: “libertad” y “democracia”, hay que entenderlo como parte del plan para aumentar las presiones sobre Siria. Y los gobernantes de Israel están contentos porque eso les ayuda a lanzar amenazas semiabiertas de una intervención militar. Con estas consignas hipócritas EEUU está llevando a cabo una nueva iniciativa con el objetivo de intensificar el control estratégico sobre muchas de las naciones musulmanas de Oriente Medio e incluso más allá.
Inmediatamente después de la dimisión de Karami, el portavoz de la Casa Blanca, Scott McCllelan, anunció lo siguiente: “La dimisión del gobierno Karami representa una oportunidad para el pueblo libanés de tener un nuevo gobierno que sea verdaderamente representativo de la diversidad de su país”.
Israel anunció que le gustaría forjar una nueva paz con Líbano pero sin Siria. George W. Bush ahora dice que quiere ayudar a la restauración de la soberanía libanesa y exige la retirada de las tropas sirias. Sin embargo, durante décadas las tropas sirias han estado en Líbano con el apoyo tácito de EEUU.
Antes de tratar el papel de las anteriores administraciones norteamericanas con relación a la presencia de tropas sirias en Líbano y los objetivos de Bush, deberíamos tratar algunos aspectos de la historia del imperialismo en Siria y Líbano, las mismas fuerzas del imperialismo que ahora están preocupadas por los libaneses.
Una breve historia
Siria y Líbano son una creación de los imperialistas europeos que dividieron la Gran Siria para sus propios intereses. Al final de la Primera Guerra Mundial, en la Conferencia de Paz de París en 1919, el territorio formado por la Gran Siria cayó bajo el cuchillo de las distintas potencias imperialistas. El resultado fue la división de Oriente Medio en estados artificiales.
Los colonialistas franceses se quedaron con el estado de Líbano en 1920. Después siguió un ataque militar francés contra Damasco que llevó al derrocamiento de Faisal y su exilio a Iraq.
Las acciones del imperialismo francés en la Gran Siria fueron seguidos en 1921 por Winston Churchill, que arbitrariamente creó las fronteras de la mayoría de los países que hoy forman Oriente Medio. Por supuesto que este caballero británico no consultó con la población nativa e ignoró sus aspiraciones políticas.
El mismo año la Liga de las Naciones, “la cocina de ladrones”, como la llamó Lenin, entregó Palestina en forma de Mandato a los imperialistas británicos como premio por su victoria en la guerra. Los “imparciales” británicos rápidamente separaron Palestina de la Gran Siria.
En 1926, Francia declaró Líbano una república, pero fue una farsa de independencia porque Francia mantenía el control de los asuntos exteriores y militares de Líbano. Los franceses introdujeron una constitución que reconocía una sola cámara de diputados elegidos de acuerdo con la representación religiosa sectaria. La fórmula exacta de determinar el peso real de cada una de las sectas religiosas no se detallaría hasta el borrador del Pacto Nacional aprobado en 1943.
En 1943, bajo la presión de las masas, los colonialistas franceses se vieron obligados a permitir la celebración de elecciones en Siria y Líbano. En Siria llegó al poder el Bloque Nacional y Shukri al-Quwwatli se convirtió en el primer presidente del país.
Los términos del Pacto Nacional se basaban en el censo de 1932. Los términos se elaboraron bajo supervisión francesa, el presidente de Líbano debía ser cristiano maronita, el primer ministro musulmán sunnita y el presidente del parlamento un musulmán chiíta. (El nombre maronita procede Saint Maro, un ermitaño que murió en el año 435 d. C.) Esta era la fórmula perfecta para la guerra civil.
Los franceses continuaron resistiendo la lucha anticolonialista y revolucionaria de Siria y Líbano. La lucha cada vez se intensificó más y formaba parte del levantamiento revolucionario mundial que siguió al final de la Segunda Guerra Mundial. El resultado fue que Damasco sufrió los bombardeos y ataques de artillería franceses.
En 1958 estalló la primera guerra civil libanesa entre los grupos cristianos y musulmanes. Los musulmanes estaban animados por el emergente nacionalismo árabe de izquierdas que llevó a una breve y formal unificación de Siria y Egipto, apoyados por los radicales pequeño burgueses nasseristas, que querían ver a Líbano formar parte de esta unificación y también ver al país libre del dominio de los cristianos. El presidente cristiano Sha’mun pidió la intervención de EEUU y los marines norteamericanos llegaron a las playas de Beirut el 15 de julio.
En 1975 comienza la segunda guerra civil en Líbano. Este conflicto duraría hasta 1989. Elias Sarkis, un cristiano de clase media, fue elegido presidente en Líbano sucediendo al presidente Franjiyah. En marzo, el líder de la milicia cristiana libanesa, Major Saad Hadad, formó el Ejército Libanés del Sur (ELS), que después forjaría lazos con Israel.
En julio de 1976 el ejército sirio entró en Líbano e impuso un alto el fuego. Siria se implico inicialmente para proteger a los cristianos de la derrota a manos de los musulmanes. Henry Kissinger y el gobierno israelí convencieron al presidente sirio, Assad, de que si no entraba en la guerra para reprimir a la OLP y los musulmanes, entonces haría el trabajo Israel. En agosto del mismo año las fuerzas Falangistas Cristianas Libanesas, utilizando armas de Israel y otro equipamiento que todavía llevan las marcas e insignias israelíes, masacraron a miles de refugiados palestinos que vivían en el campo de Tel al-Zataar.
La presencia siria en Líbano siempre ha sido un mecanismo utilizado para preservar el capitalismo y su estructura política religiosa. La presencia de las tropas sirias permitió a Israel hacer lo que deseaba desde hacía años en el sur de Líbano.
Esto quedó claro en 1978 cuando Israel atacó posiciones de la OLP en el sur de Líbano como venganza por el asesinato de más de treinta pasajeros en un atentado contra un autobús provocado por la OLP.
El 15 de marzo de 1978 Israel ocupaba una amplia franja de diez kilómetros al norte de su frontera con Líbano. En esa operación murieron asesinados unos 1.500 civiles libaneses y palestinos. Entonces retiraron algunas de las fuerzas israelíes pero no antes de entregar la zona a los milicianos cristianos aliados de Israel. Estos milicianos se enfrentaron a los palestinos y otros árabes musulmanes libaneses. La ONU aprobó la Resolución 425 que pedía la retirada israelí del sur de Líbano. Israel se negó y se quedaría allí hasta abril de 2000.
El 9 de mayo de 1982, Israel comenzó a bombardear pueblos y aldeas a lo largo de la costa libanesa. La OLP disparó ráfagas de artillería y cohetes contra el norte de Israel en venganza por el ataque. El 3 de junio de 1982 el embajador israelí en Gran Bretaña fue asesinado. Israel utilizó este asesinato como pretexto para invadir días más tarde Líbano (Operación Paz para Galilea). Israel anunció su intención de expulsar a la OLP de Líbano y crear un “cordón de seguridad” de 25 millas para proteger sus asentamientos del norte. A mediados de julio más de 100.000 soldados israelíes invadieron Líbano y cercaron Beirut.
La invasión de Líbano llevaba mucho tiempo planeada por Israel como una forma de neutralizar la oposición de Siria y la OLP, los planes de Israel eran anexionarse los Altos del Golán, “Samaria y Judea”, también planeaba controlar los derechos del agua del río Litani, su esperanza era conseguir que en Líbano hubiera un gobierno cristiano amigo de Israel. Estos planes israelíes se remontan a los años cincuenta.
La política de EEUU y Siria
Aunque EEUU comenzó en los años setenta a reconocer los intereses sirios en Líbano, la cooperación abierta de EEUU con el régimen de Assad comenzó durante la administración de Bush padre.
En 1988 el gobierno militar encabezado por el general Michel Aoun, el comandante del Ejército Libanés, intentó imponer su propio presidente. Damasco se negó a reconocer el gobierno de Aoun y estableció un régimen rival en Beirut oeste.
La administración Bush se negó a reconocer a los dos regímenes. En 1989 el gobierno de Aoun intentó expulsar a las fuerzas sirias de Líbano. Entonces, EEUU intentó desacreditarle a él y su régimen. El congreso incluso habló de que la crisis empeoraría si se retiraban las tropas sirias.
La lucha para intentar resolver la crisis de los supervivientes del parlamento libanés se reunieron en Ta’if, ciudad de Arabia Saudí. Las discusiones se rompieron por la cuestión de la ocupación siria. Siria prometió una redistribución parcial de sus fuerzas en dos años y discutir la futura retirada de todas las fuerzas sirias. Todos entendieron que se trataba de una promesa vacía. En septiembre de 1982 hicieron una promesa similar, cuando Siria firmó la Declaración de Fez que la obligada a “comenzar las negociaciones” con el gobierno libanés con relación “al fin de la misión” de las fuerzas sirias en Líbano.
EEUU convenció a Líbano para que firmara el acuerdo, dijo que Siria seguiría el “espíritu” de las decisiones alcanzadas. El acuerdo fue aplaudido por EEUU como un primer paso hacia un “Líbano soberano, unificado e independiente, libre de todas las fuerzas extranjeras”.
En noviembre de 1989 el libanés Rene Mouawad fue elegido presidente de Líbano. Dos semanas después fue asesinado. Aoun quería seguir en el poder frente a la oposición de Siria y su negativa a irse provocó manifestaciones de masas en su apoyo. La administración Bush condenó los actos de Aoun y cerró la embajada estadounidense en Beirut. EEUU comenzó una campaña contra el primer ministro que llevó al Consejo de Seguridad de la ONU a publicar una declaración pidiendo el cumplimiento del acuerdo de Ta’if.
En febrero de 1990 la milicia LF, bajo el control de Siria, comenzó un ataque contra posiciones del Ejército Libanés en Beirut oriental, por supuesto con el apoyo tácito de la CIA. La lucha debilitó a Aoun y abrió el camino para una invasión siria.
Después de la invasión de Kuwait por parte de Ira en agosto de 1990, Siria participó en la coalición encabezada por EEUU. A cambio recibió apoyo estadounidenses para sus planes de completar la conquista de Líbano.
En octubre de 1990, Siria atacó Beirut oriental y rodeó las zonas controladas por el gobierno de Aoun. La capital pronto cayó en manos sirias y Aoun finalmente huyó a Francia. Poco después de la invasión Bush se reunió con el presidente sirio, Hafez Assad.
La administración Clinton
Durante la administración Clinton, los funcionaros estadounidenses constantemente se negaron a criticar el control sirio de Líbano. En realidad, el Departamento de Estado incluso se negó a reconocer que la negativa siria a un repliegue limitado de sus fuerzas al Valle Beqaa era una violación del acuerdo.
La administración Clinton estaba motivada por su deseo de convencer a Siria de que diera a Israel algunas concesiones para garantizar una “paz” imperialista entre los dos estados. Pero como hemos visto en muchas ocasiones en el pasado, los imperialistas no son capaces de llevar la paz a la región, ni aunque de verdad lo quisieran.
La fracasada cumbre entre Clinton y Assad, y la retirada de las fuerzas israelíes de Líbano en mayo de 2000, llevaron a EEUU a presionar a Siria para que se retirara, pero la muerte de Assad en junio del mismo año puso fin a esto.
Las intenciones de la administración de George W. Bush no se basaban en un intento de llegar a un acuerdo entre Israel y Siria, sino reforzar su control en Oriente Medio. La presión de EEUU, combinada con las advertencias de Israel, tiene la intención de conseguir la retirada siria de Líbano y así matar tres pájaros de un tiro. El objetivo real es imponer un gobierno abiertamente pro-estadounidense en Líbano, derribar a Assad para acelerar la privatización de la economía y acabar con la ayuda siria a la resistencia iraquí. Básicamente, lo que quiere el imperialismo estadounidense en Siria es un títere obediente que haga todo lo que él quiera. Incluso la modesta posición del régimen de Assad es demasiado para los imperialistas norteamericanos.
¿Y ahora qué?
La inestabilidad en Oriente Medio se extiende y crece según se acumulan las contradicciones entre los intereses de los imperialistas y sus agentes locales que chocan con los deseos de las masas. Siria ha sido un factor estabilizador en el orden imperialista durante años. La retirada de la tropas sirias provocará más inestabilidad y traerá el peligro de una nueva guerra civil sectaria en Líbano, así como la amenaza de nuevas guerras locales.
La única forma de impedirlo es con la lucha revolucionaria de la clase obrera, que unificaría Oriente Medio bajo un programa socialista, encabezando la transformación socialista de toda la región.
Desgraciadamente, el Partido Comunista de Líbano defiende la colaboración de clases con las fuerzas pro-estadounidenses, en lugar de defender una política de clase independiente. Este programa sólo puede añadir más inestabilidad y caos en la región y bloquear cualquier solución socialista a la crisis.
El Partido Comunista Israelí, en su semanario Zo Haderch, comenta lo siguiente sobre la postura del Partido Comunista de Líbano:
“Los comunistas de Líbano están defendiendo la creación de un gobierno de salvación nacional que negocie con Siria la retirada de su ejército de Líbano.
El partido defiende la convocatoria de elecciones basadas no en un parlamento sectario. Líbano está en una crisis que comenzó con la Resolución 1559 de la ONU que fue aprobada bajo la presión de EEUU y Francia. La crisis en Líbano está reflejando la nueva situación política que siguió a la ocupación de Líbano y a las estrechas relaciones entre EEUU e Israel. EEUU quiere crear nuevos estados pequeños basados en la religión para garantizar su hegemonía en la región. El desprecio por el acuerdo de Ta’if contribuye a la inestabilidad. Todas las fuerzas políticas de la coalición y la oposición en Líbano deben estar unidas en un nuevo diálogo”.
Los mejores militantes de los partidos comunistas de Líbano e Israel deben oponerse a esta política de colaboración de clases si quieren evitar otra nueva guerra civil. El único camino que puede llevar a una solución es el camino de Lenin y Trotsky. Es el camino del poder de la clase obrera en toda la región como parte de la revolución socialista mundial. Este es el camino que la clase obrera de Venezuela está emprendiendo. En lugar de una política de colaboración de clase, los militantes obreros deberían luchar por una política independiente de la clase obrera. Eso significa adoptar una perspectiva socialista revolucionaria. Como dijo recientemente Hugo Chávez: “Estoy convencido de que el camino para un mundo nuevo, mejor y posible no es el capitalismo, el camino es el socialismo”.
4 de marzo de 2005