Todo este proceso también está teniendo como resultado un estruendoso fracaso. La farsa electoral de enero de 2005 sólo sirvió como propaganda barata hacia la opinión pública occidental. Sobre el terreno el grueso de la población dio la espalda al proceso (participación muy inferior al 50% y mayoría de votantes que consideraban su voto una forma de acelerar la salida de las fuerzas ocupantes). El nuevo ejército y la policía iraquí han demostrado sobradamente su incapacidad para hacer frente a la resistencia, haciendo imposible en la práctica los deseos de ir reduciendo progresivamente el número de tropas americanas desplegadas.
El proyecto de constitución
Sin embargo, el imperialismo no tiene más remedio que continuar con su huida hacia delante, por mucho que no tengan nada claro que hay al final de todo este proceso. En este contexto es en el que hay que enmarcar las tan publicitadas negociaciones para la redacción de una nueva constitución que se sometería a referéndum a mediados de octubre. Desde el principio, el modelo por el que ha apostado el imperialismo, como mejor forma de controlar el proceso, es el de fomentar la división étnica y religiosa de Iraq. Retrocediendo décadas en la historia, el hecho confesional se ha convertido en decisivo en la representación política. Un claro intento de que las mafias colaboracionistas de los partidos chiitas y kurdos puedan imponer su mayoría numérica y que el gobierno resultante de todo el proceso sea un mero títere americano.
El borrador de nueva constitución es un paso atrás en la historia de Iraq. Es un borrador reaccionario para imponer el control de los curas, el capitalismo y la fragmentación del país. Una vez más las mentiras acerca de que la invasión iba a traer la democracia quedan descarnadamente de manifiesto. De lo que se conoce, llama poderosamente la atención que se garantice el carácter confesional islámico del estado y que la ley islámica se convierta en la fuente básica de legislación, contra la que en ningún caso se podrá legislar. Es decir, la reaccionaria jerarquía religiosa chii se garantiza el control de las reglas del juego, con la evidente pérdida de derechos sociales. Esto es especialmente grave para las mujeres iraquíes, a las que se trata de devolver al medievo.
Otra de las patas de la constitución es avanzar hacia la fragmentación. Se crea un nuevo órgano, el Consejo de la Unión, formado por representantes provinciales y locales que tendrá competencias económicas, entre ellas la gestión de la renta petrolera. El borrador por supuesto explicita que la educación y la sanidad puedan ser privadas (recordamos que antes de la invasión eran exclusivamente públicas).
Esta fragmentación del país, disfrazada de federalismo, esconde la aceptación por parte de EEUU de que sus planes de control de Iraq han sido hecho añicos por la acción de la Resistencia. La apuesta americana pasa ahora por hacerse fuerte en las zonas petroleras controladas por sus aliados; los corruptos dirigentes de los partidos kurdos al norte y las milicias de los partidos de la jerarquía religiosa chiita al sur.
Realmente, aún en el hipotético caso de que lograsen imponer este nuevo modelo, sería una victoria pírrica del imperialismo, pues los partidos religiosos chiitas, sus aliados coyunturales (fruto más de la necesidad que de la apuesta consciente), tienen estrechos vínculos ideológicos y económicos con uno de los cocos de Washington en la zona; el régimen iraní. No deja de ser irónico que tras la guerra y la invasión, el fruto de la política exterior americana pueda ser el reforzamiento como potencia regional de Irán. Un nuevo ejemplo de la brillantez de Bush, Rumsfeld y cia.
Frente a las maniobras,
la resistencia
En todo caso ni siquiera esta claro que la constitución llegue a aprobarse. Es evidente el enorme apoyo popular a la Resistencia. El mes de agosto ha sido el mes más duro para las tropas americanas en todo 2005, 75 soldados perdieron la vida en acciones de la Resistencia, reflejando el fortalecimiento de ésta. El pesimismo se extiende entre los mandos militares que ven como es casi imposible la promesa hecha por Bush de retirar 20.000 de los 140.000 soldados desplegados. De hecho se empieza a hablar de enviar más soldados para poder llevar a cabo el referéndum sobre la constitución y las posteriores elecciones en caso de su aprobación. Esto en un contexto donde la presión interna para la retirada de las tropas va a crecer tras el desastre del Katrina.
La Resistencia ya ha declarado la guerra a esta farsa de constitución. También los sectores políticos próximos a ella como la Alianza Patriótica Iraquí*. Así mismo, la Asociación de Ulemas Musulmanes**, se opone al proyecto por el riesgo de fragmentación. Temen que los sunitas sean los grandes perdedores de todo el proceso, si bien, su programa político no pone en cuestión medidas reaccionarias como que la ley islámica sea la base del derecho, en un intento miope de atraer a sectores colaboracionistas al campo antiocupación.
Desgraciadamente el riesgo de enfrentamientos étnicos y confesionales está muy presente. Las trágicas imágenes de más de mil peregrinos chiitas muertos tras una estampida provocada por rumores de un atentado suicida (rumores incentivados por las propias fuerzas de seguridad iraquíes), demuestran como hay sectores interesados en potenciar la división y el enfrentamiento. La reacción popular a estos hechos, con la imagen de cientos de sunitas de los barrios próximos ayudando a los afectados, también refleja como existe la base para una resistencia unificada contra el enemigo común, el imperialismo y los colaboracionistas.
Hoy en día la resistencia es mayoritariamente sunita, la clave pasa por ganar a las bases kurdas y chiitas y para ello un programa socialista es la mejor receta.
* Partido que reúne a sectores del Bazz, naseristas y comunistas, críticos con el régimen de Sadam y que impulsa la creación de un Frente de Liberación Nacional junto al partido Bazz y a la Unión del Pueblo ( escisión del colaboracionista Partido Comunista Iraquí)
** Máxima instancia religiosa sunita, integrada en el Congreso Fundacional Nacional Iraquí, agrupación de fuerzas antiocupación que considera legítima la resistencia armada y llama a apoyarla.