El pasado mes de noviembre se publicó el Informe Anual de la Energía 2003, entre otros organismos participantes se encuentra el Departamento de Energía estadounidense. Según este informe, la demanda mundial de crudo aumentará un 61% durante los próximos veinticinco años y la dependencia estadounidense del crudo extranjero aumentará en el mismo período entre un 55% y un 68%. Según este informe, “en 2001, EEUU se enfrentó a la carencia más seria de energía desde los embargos de petróleo de la década de los años setenta. A este ritmo, dentro de veinte años el país importará dos de cada tres barriles de crudo”. Por esa razón no es de extrañar que, nada más llegar al poder, el gobierno Bush definiera la “seguridad energética” como una prioridad clave de su política exterior.
El petróleo iraquí
La región del Golfo Pérsico cuenta con el 65% de las reservas mundiales de petróleo. Además es importante porque extraer un barril en esa zona cuesta entre cinco y diez veces menos que en las otras zonas petrolíferas del mundo y esperan que durante la primera década de este siglo suministre más del 50% del petróleo mundial. Por esa razón, EEUU después de la guerra del Golfo de 1991 comenzó a instalar bases militares en Arabia Saudí, Kuwait, Bahrein y recientemente en Qatar, para intentar asegurar el control de la región.
Recientemente, la agencia de noticias Europa Press, publicaba que las “cuatro hermanas” pedían ya una intervención militar porque consideraban que era la única forma de acceder a las reservas de Iraq. ¿Pero por qué son tan importantes?
Hace poco se publicó el informe del Foro de Política Global, organismo dependiente de la ONU. Según este informe, se calcula que el subsuelo iraquí cuenta con la capacidad de asumir una producción de 250.000 millones de barriles, su valor en el mercado, descontando los costes de producción, sería de 2,9 billones de dólares. Cada una de las “cuatro hermanas” que accedan a este mercado conseguirán unos beneficios de 29.000 millones de dólares (descontado ya el 50% que se quedaría en manos del supuesto gobierno “democrático” iraquí que se instale después de la guerra); esto representa dos tercios de los beneficios globales de las cinco empresas más importantes del sector. Según el informe, Iraq tiene ahora el 11% de las reservas mundiales conocidas (el segundo país después de Arabia Saudí), que se podría multiplicar por cuatro con más investigación y, con la tecnología adecuada y cuando se explore todo el país, podría tener la capacidad de producir ocho millones de barriles diarios, convirtiéndose en el segundo país productor de petróleo del mundo, después de Arabia Saudí. Por lo tanto, si EEUU consigue controlar el petróleo del Golfo Pérsico, también controlará el precio mundial del petróleo.
Además, el informe explica que el petróleo iraquí tiene tres características muy importantes: una calidad alta, unos costes de producción muy bajos y unos beneficios por barril de crudo muy elevados. La producción de un barril de crudo iraquí cuesta un dólar, incluyendo todos los procesos (exploración, refinado, costes de producción...), cuatro dólares menos que otras zonas donde también los costes son muy bajos, como Malasia y Omán. Hoy, el precio del barril de petróleo es de aproximadamente 32 dólares, es decir, cada barril dejaría unos beneficios superiores a los 30 dólares.
Pero hay más intereses. Por ejemplo, otro sector de la industria estadounidense que quiere conseguir una parte del botín es el sector de las telecomunicaciones. Empresas estadounidenses como Motorola y Lucent Tecnologies, quieren conseguir contratos para desarrollar toda la infraestructura de telecomunicaciones una vez terminada la guerra contra Iraq. También en este sector, y en otros no relacionados con el petróleo, quien tenía los contratos hasta ahora era Francia, valorados en 3.000 millones de dólares.
En cuanto al petróleo, hasta ahora, los contratos de explotación estaban en manos de Totalfina Elf (francesa), Loukoil (rusa) y China National Oil Company (China). En concreto, Rusia tenía firmados contratos que le asegurarían controlar el 40% del petróleo iraquí. Y es aquí donde se debe buscar la verdadera razón de la oposición, hasta el momento, de China, Francia o Rusia a esta guerra.