La contrarrevolución intenta aprovechar el problema del desabastecimiento para generar una situación de tensión y desestabilización en la calle que pueda permitirle derrocar al gobierno. Como respuesta, el gobierno bolivariano y la dirección del PSUV han organizado los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP). Estos han sido planteados como una medida decisiva, y no sólo para hacer frente a esta coyuntura difícil sino como un paso clave en el fortalecimiento del poder popular y la construcción de un modelo económico alternativo al capitalista. Sin embargo, dentro del movimiento bolivariano también se oyen inquietudes acerca de cómo se está implementando esta medida y si la misma servirá realmente para conseguir los objetivos proclamados. Para determinar el mejor modo de combatir el desabastecimiento debemos empezar por determinar cuáles son las factores que permiten sabotaje económico, la especulación y el acaparamiento de productos y comprender que sólo podremos acabar con ellos aplicando medidas genuinamente socialistas.
¿Qué ocasiona el desabastecimiento?
La burguesía achaca el desabastecimiento a la revolución, el socialismo y la intervención del estado en la economía. En realidad la causa es la contraria: que Venezuela mantiene una economía y un estado capitalistas. El 75% del PIB no petrolero depende del sector privado. Los capitalistas nunca han invertido para satisfacer las necesidades sociales, sino para obtener el mayor beneficio individual posible y en el menor tiempo posible, sin que les importe nada más. Las políticas reformistas que proponen controlar y regular el capitalismo intentan obligar a los empresarios a cumplir toda una serie de normas respecto a los precios, la producción y distribución de productos, etc. Si embargo, al dejar la propiedad de los bancos, la tierra y las fábricas en sus manos, les permiten burlar esos controles e incluso emplear ese enorme poder económico para utilizar esos mismos controles en su beneficio, especulando con los precios de los productos y las divisas. Para los capitalistas este es hoy su negocio principal y casi exclusivo. Cualquier medida que pretenda evitar la especulación (control de precios, control de cambios) sólo puede tener éxito a medio plazo si va acompañada de la expropiación y planificación democrática de la economía. De lo contrario será saboteada y acabará consiguiendo el efecto contrario al que se busca, como hoy vemos.
¿Por qué han fracasado las políticas llamando a invertir a los capitalistas?
Desde que comenzó este proceso revolucionario, los sectores reformistas que dirigían muchos de los ministerios económicos defendieron la teoría de que el objetivo, en lugar de acabar con la propiedad burguesa de los medios de producción, debía ser conseguir una alianza con un supuesto sector productivo de la burguesía. Para ello, decían, era necesario hacerles concesiones, concederles divisas a precios favorables para que invirtiesen y produjesen, etc. Esta idea se ha presentado bajo diferentes nombres: “economía mixta”, “socialismo petrolero”, etc. No obstante, ese supuesto sector progresista, patriótico o al menos productivo de los empresarios sigue sin presentarse a la cita. Y no lo hace por la sencilla razón de que no existe. Los capitalistas venezolanos son de los más parásitos del mundo. Incluso cuando la economía crecía 8 y hasta 10% anual (2004-2008) preferían mantener sus fábricas al 40-50% de capacidad productiva (datos de la organización patronal Conindustria) a producir al 100% de sus posibilidades. La razón era que ganaban más dinero especulando con los dólares y los precios que produciendo. Ese principio sigue siendo el mismo para ellos. Y lo que explica su sabotaje, desinversión y especulación en este momento de crisis. La respuesta reformista a ese abandono de la inversión productiva por parte de la burguesía ha sido durante años intentar satisfacer la demanda de productos del pueblo y mantener el gasto social sin tocar las propiedades de la burguesía, recurriendo al endeudamiento del estado (préstamos internacionales, fondos chino, ruso, etc., emisión de bonos del estado y PDVSA) y dedicando un porcentaje cada vez mayor de la renta petrolera a inyectar dinero en la economía. La masa monetaria aumentó 17000%. Todo ello sin aumentar significativamente la producción, algo que a corto plazo creó la ilusión de liquidez pero a medio plazo agravó la inflación sin resolver el desabastecimiento.
¿Qué significaría liberalizar la economía?
La alternativa de la MUD es liberalizar la economía. Eliminar toda una serie de mecanismos de control que propuso Chávez y engavetar de manera definitiva políticas que en la práctica ya se han venido dejando de aplicar en los últimos tiempo como las expropiaciones o que , a pesar de los llamados de Chávez, nunca llegaron a ser aplicadas realmente, como el control obrero de la producción. Esta es también la política de la quinta columna burocrática que sabotea la revolución desde dentro, aunque por el momento no se atreva a decirlo
Pero liberalizar los precios llevaría a un escenario similar al que antecedió al caracazo. Los ricos tendrían todos los bienes que deseen (como de hecho ya los tienen) Los pobres veríamos más productos en los anaqueles de las tiendas pero no podríamos comprarlos porque aumentarían exponencialmente los precios, y no sólo de los alimentos. Los servicios, transporte, gasolina, hipotecas, etc. (que por el momento no han sido afectados por la inflación del mismo modo que el resto de productos) empezarían a serlo y a convertirse en un gasto insostenible para las familias, como ocurre en la gran mayoría de países capitalistas.
¿Cuál es la alternativa?
¿Significa esto que las únicas alternativas que tenemos son: o seguir con las colas o aceptar una liberalización total de precios? Evidentemente, no. Enfrentar con éxito el acaparamiento y la especulación es perfectamente posible, pero exige en primer lugar expropiar los medios de producción (bancos, tierra, gran industria) de manos de quienes hoy los tienen y ponerlos bajo administración directa de la clase obrera y el pueblo. Ello permitiría planificar la producción en función de las necesidades sociales y no del beneficio. Junto a ello el estado no puede conceder ningún dólar más a ningún capitalista y debe cesar el pago de la deuda externa a los bancos y multinacionales imperialistas. Las divisas que generan el petróleo y nuestro trabajo deben ir a un plan productivo dirigido por los trabajadores y el pueblo que desarrolle verdaderamente la industria y el agro. Mientras, los productos que necesitemos importar debe adquirirlos de manera directa en el mercado mundial un monopolio estatal del comercio exterior administrado por el pueblo trabajador y no por burócratas ni capitalistas
¿Cómo funcionaría un monopolio estatal del comercio exterior?
Durante estos años de revolución, se ha hablado mucho de control obrero pero el estado y las empresas públicas nunca han estado en manos de los trabajadores y el pueblo. Hoy lo están menos que nunca. Todos los intentos de Chávez y la clase obrera de impulsar el control obrero han sido saboteados. Ello permite corrupción, desvío de mercancías, fuga de divisas, por parte de gerentes y directivos corruptos. Para evitar que esta sangría continúe todos los directores, gerentes y cargos de un monopolio estatal que se encargue del comercio exterior y quiera garantizar el abastecimiento a la población a precios dignos deben ser elegibles y revocables, estar sometidos a control permanente por asambleas obreras y populares y no cobrar más que un trabajador cualificado. Esto mismo es válido para todas las empresas y bancos públicos y para el conjunto de organismos e instituciones del estado. Además, los libros de cuentas e inventarios de todas las empresas deben estar abiertos a la inspección permanente de los trabajadores y el pueblo para saber qué se produce, cuánto, a qué precios se vende, dónde va ese dinero.
¿Resolverán los CLAP el problema?
Si los CLAP se planteasen siguiendo estos métodos revolucionarios, como organismos formados por voceros elegibles y revocables en todo momento, sometidos al control de asambleas obreras y de vecinos, con el objetivo de garantizar el abastecimiento del conjunto de la población y unidos a una expropiación de los bancos, la tierra y las grandes empresas, habría medios suficientes para garantizar alimentos a precios dignos a toda la población y una distribución igualitaria y transparente. Ello permitiría revertir la actual situación de deterioro de la moral y ánimo de las masas y derrotar los planes contrarrevolucionarios (revocatorio, desestabilización e incluso un posible golpe de estado) Prácticas como la corrupción o el clientelismo sólo pueden desaparecer si el conjunto de los oprimidos, organizados en asambleas, tenemos acceso a toda la información y participamos en la toma de todas las decisiones. También es imprescindible que haya productos suficientes para distribuir, no generar divisiones por acceso a los alimentos y acabar con la lucha por la supervivencia, que es la que origina el “bachaqueo”. Si los CLAP funcionan de arriba abajo, con personas al frente designadas a dedo y fuera del control de asambleas que agrupen al conjunto de la clase obrera y del pueblo, y no van unidos a la expropiación de la burguesía, no podrán garantizar el abastecimiento de forma duradera e igualitaria. Las fallas resultantes podrían incluso ser utilizadas por los enemigos del socialismo y el poder popular para enfrentar pueblo con pueblo. Toda esto vuelve a plantear, una vez más, la necesidad de que todo el poder político y económico, la administración directa de la economía y el estado, lo tengamos los trabajadores y el pueblo, no capitalistas ni burócratas.