Por una alternativa que defienda nuestros derechos, salarios y conquistas sociales
Cumplido los 90 días que planteó Nicolás Maduro para continuar con la segunda fase del “Programa de Recuperación, Crecimiento y Prosperidad Económica”, se ha observado cómo aumentan las ganancias de los empresarios y se profundiza la miseria en los trabajadores y el pueblo pobre.
Nicolás Maduro dijo sobre las medidas del FMI: “Se presentaban con un programa, un plan, un paquete de medidas económicas, un paquetazo neoliberal y le imponían al país entero su visión de privatizar, de flexibilizar los derechos laborales, de flexibilizar la estabilidad laboral, de quitarnos las prestaciones sociales, de congelar los salarios por años, de privatizar la educación, la salud, las empresas públicas, etc”. Ciertamente es así, pero en comparación con las medidas aplicadas por el gobierno desde el 20 de agosto, indudablemente que con este método intentan hacernos ver que es diferente, se puede comparar y en el fondo sigue siendo lo mismo.
Los empresarios siguen aumentando sus riquezas, con la exoneración de impuestos por un año y aumento de un 4% del IVA. La unificación cambiaría generó una gran devaluación de la moneda y, lo que se planteó como el quiebre del dólar paralelo, ha sido todo lo contrario: más especulación en los costos de los productos, quedando en evidencia, ningún control del plan 50 acordado con los empresarios. Por otro lado, se está negociando porcentajes de las acciones de empresas nacionales o se maneja la venta total de algunas con trasnacionales; las instituciones no funcionan o la corrupción las socava; los servicios públicos se encuentran en grave deterioro. Aunado a esto, desde el Ministerio del Trabajo se está ejecutando una política laboral que violenta los derechos legales y constitucionales establecidos en los art. 89 y 91, intentando eliminar conquistas históricas, convenciones colectivas, la progresividad de los derechos y beneficios y debilitar la organización de los obreros, entre otras. Todo esto está generando más renuncias masivas de trabajadores. Se continúa con los daños ecológicos en el Arco Minero, así como el uso de mano de obra esclava, asesinatos masivos y grandes mafias que incluyen militares.
En el movimiento obrero comienzan a sentirse los efectos negativos de las medidas del Gobierno de Maduro. Las protestas no se han hecho esperar. Son muchas las que se vienen dando de manera dispersa y defensiva – por el reconocimiento de las tablas salariales, bonificaciones y cumplimiento de los contratos colectivos - en todo el territorio nacional. A ellas se suman las que se están dando en comunidades por el grave problema con los servicios públicos, como el suministro de agua potable, pésima y sucia; cortes demasiado prolongados de la luz que pueden durar días y semanas; fallas en el suministro de gas o que éste es demasiado costoso, situación que se vive en la capital pero en un grado aún mayor de deterioro en las regiones. También está la fuerte agresión que están sufriendo los campesinos, asesinados y desalojados de sus tierras. El país cada día que pasa es un caos y en cualquier momento puede darse un quiebre total del gobierno.
El jueves 8 de noviembre, en la ciudad capital se vivió un escenario interesante para el movimiento obrero venezolano. Se han desarrollado cuatro eventos (4) sindicales, producto del flujo de los conflictos laborales que muestra poder desbordar a las direcciones sindicales. Los diferentes eventos tuvieron matices políticos diferentes por sus principales dirigentes, pero para las bases y jóvenes dirigentes sindicales las conclusiones fueron muy similares: la necesidad inmediata de salir unitaria-mente a luchar con acciones de calle por los derechos y conquistas históricas, las convenciones colectivas, por ajustes del salario sobre la base de la canasta básica y medidas concretas para derrotar la hiperinflación y corrupción de la burocracia y capitalistas.
La dirección sindical de Venezuela tiene una gran responsabilidad histórica en este momento de profunda crisis mundial del capitalismo y aplicación por el gobierno de medidas capitalistas que intentan cargar el peso de la crisis sobre los trabajadores. Debemos plantear una estrategia que unifique todas las luchas y reivindicaciones de los trabajadores, poniendo a la clase obrera al frente de todos los sectores populares que sufren la crisis del capitalismo, los ataques de los empresarios y la burocracia. Al mismo tiempo la izquierda política y sindical debe defender un programa que plantee que el poder político y económico lo tome la clase trabajadora para lograr garantizar bajo una economía planificada que se satisfagan las necesidades del pueblo.
Sólo así evitaremos que la catástrofe económica continúe, que nuestros niveles de vida y derechos sigan retrocediendo y se culmine la re-composición capitalista, sea por parte de la burocracia que se llena la boca hablando de socialismo pero busca imponer un régimen bonapartista burgués y medidas de capitalismo de estado siguiendo el modelo chino, o sea por parte de los sectores de la burguesía más vinculados al imperialismo estadounidense, que buscan un gobierno que aplique un plan de privatizaciones, despidos y recortes como los que sufren los trabajadores y el pueblo en Colombia, Brasil o Argentina.