Las políticas del gobierno pavimentan el camino a una nueva ofensiva de la derecha pro - estadounidense para intentar tomar el poder
El domingo 09 de enero en el estado Barinas de Venezuela se realizó la elección a gobernador, tras anular el Tribunal Supremo de Justicia las realizadas el 21 de noviembre y ordenar su repetición.
La oposición y el oficialismo asumieron estas nuevas elecciones como una prueba de fuerza. Al ser un estado donde desde 1998 ha gobernado el MVR/PSUV. Los resultados han sido catastróficos para el PSUV, consiguiendo apenas 128 mil votos frente a la oposición de derechas, que obtuvo 172.497, y con una abstención del 48%. En las elecciones anteriores, realizadas el 21N, el resultado en Barinas fue muy ajustado, dando ganador por escaso margen al candidato opositor por la MUD Freddy Superlano. Éste, pese a estar inhabilitado, fue autorizado a participar como parte de los acuerdos políticos entre el gobierno y la oposición del G4 en la mesa de dialogo de México. Sin embargo, el TSJ anuló dichas elecciones con subterfugios legales en una burda maniobra de la burocracia para intentar revertir esta derrota. Un mes y medio después, esta repetición electoral ha supuesto un golpe durísimo para el gobierno, que acumula una pérdida de 80 mil votos en este estado tradicionalmente chavista que se suma al retroceso que vienen recolectando a nivel regional y nacional en las últimas 4 elecciones.
Las políticas derechistas y clientelismo del PSUV hunden la participación de las masas
Aunque la oposición saca una diferencia de 40 mil votos al partido de gobierno y sus aliados (GPP-PSUV), esta ha tenido 47.200 votos menos que en 2015, cuando obtuvieron su mayor victoria en las elecciones a la Asamblea Nacional. El factor fundamental que explica este resultado ha sido el fuerte malestar social acumulado contra las políticas del gobierno y la alta abstención. Tal como analizamos en nuestro balance del 21N, la elevada abstención reflejaba un enorme malestar con el gobierno, pero también con la oposición. En noviembre, el PSUV tuvo una de las votaciones más bajas de su historia. Si mantuvo la gran mayoría de alcaldías y gobernaciones, esto fue gracias a las divisiones opositoras. Esto se pudo observar tanto a nivel nacional como en Barinas, con la pérdida de 7 municipios de 12.
El gobierno no tomó en cuenta este hecho, ni su pérdida de votos elección tras elección, que es el reflejo del descontento de las bases chavistas contra las políticas antipopulares que están llevando a cabo. Con ello, convirtió estas elecciones regionales en un examen a sus políticas capitalistas, que están suponiendo liquidar todos los avances conquistados por la movilización obrera y popular bajo Chávez. El resultado ha sido unir a la oposición y movilizar sus votos, mientras se confirma que el alejamiento y rechazo de un porcentaje importante de las bases obreras y populares que durante años dieron un apoyo masivo a Chávez y al PSUV, respecto al gobierno de Maduro se agudiza el descontento y no es algo pasajero sino un proceso profundo y que va a más.
El PSUV lanzó la campaña en Barinas utilizando todo el aparato del Estado, la imagen simbólica del difunto presidente Hugo Chávez (al mismo tiempo que aplican políticas contrarias a lo que éste siempre defendió), movilizando a los principales dirigentes nacionales del partido acompañando la candidatura de Jorge Arreaza, excanciller, quien fue yerno de Chávez y que para el momento se encontraba como ministro de industrias y comercio. Arreaza actuó como si fuera el gobernador del estado ya que el ex candidato y gobernador para el momento, Argenis Chávez, públicamente había renunciado por la derrota del 21N.
El despliegue de medidas ordenadas desde el gobierno nacional y las prebendas que se vivieron en esta campaña veloz fue algo bestial y nunca visto en la región: impresionantes cantidades de camiones llegaban al Estado Barinas para la entrega de las bolsas de alimentación subsidiadas (CLAP) en las comunidades, así como de electrodomésticos, distribución de gas doméstico, gasolina, asignación de nuevos créditos para los campesinos, entre otras acciones populistas y clientelares. Sumaban a esto una continua petición de disculpas en los actos públicos por el desastre de los servicios públicos. La falta de respuestas a la comunidad quedaba en evidencia con las intervenciones del pueblo que expresaban “nos abandonaron”, lo que fue respondido por la burocracia simplemente apelando a no dejar perder electoralmente el estado que hasta ese momento había sido gobernado por miembros de la familia de Chávez en 3 periodos consecutivos. Ninguna de estas maniobras desesperadas sirvió para evitar la derrota.
La MUD y el imperialismo aprovechan el desastre social causado por las políticas capitalistas del gobierno
La derecha ha participado en el proceso electoral del 21N prácticamente obligada por la gran debilidad que arrastra su incapacidad para movilizar a su base social. Ante la pérdida de liderazgo del pro - fascista Juan Guaidó, así como las fracasadas acciones criminales y la estrategia golpista del imperialismo estadounidense. Tras su derrota en las lecciones del 21N y la presión de los propios imperialistas estadounidenses, que criticaron su división en varias candidaturas, les exigieron unirse para estas elecciones, al ver en los resultados de Barinas una gran oportunidad para darle un duro golpe al gobierno, levantar el descontento de las masas opositoras y obtener la victoria en un estado importante.
Barinas fue un estado clave del proceso revolucionario bolivariano que se vivió con Chávez. A ello se une la condición geográfica de ser una región próxima a la frontera, limítrofe con Táchira, que la oposición ha utilizado como base para varias de sus violentas ofensivas (“guarimbas”) y con otras zonas fronterizas donde últimamente se han producido choques entre las fuerzas armadas venezolanas con el paramilitarismo y el narcotráfico. Con un discurso demagógico, señalando el desastre de la gestión del gobierno, la descomposición, el nepotismo y la corrupción, consiguieron conectar con un sector de la población que está cansado de seguir viviendo unas condiciones de miseria nunca sufridas en la historia reciente del país.
Usando a tope sus medios de comunicación y todos los principales dirigentes del G4, así como Henrique Capriles Radonsky y hasta el mismo Guaidó (que después de haber fijado posición de no votar y señalar como fraude las elecciones del 21N) afluyeron a Barinas y ahora con el apoyo redoblado del imperialismo han convertido los resultados en este estado en una derrota particularmente simbólica para el PSUV y el gobierno de Maduro, utilizándola para intentar recuperar la moral de sus bases -golpeada tras las derrotas de los últimos años- y preparar una nueva ofensiva.
Estos resultados no quieren decir que la gran mayoría del pueblo respalde la política de la derecha. El auténtico protagonista de estas elecciones, como hemos dicho, ha sido la abstención (de casi 50%), el enorme descontento y el escepticismo. De los casi 300 mil barinenses que dejaron de votar, una buena parte emigraron y de los que votaron por el PSUV muchos lo hicieron para intentar evitar que esta derecha criminal tomara el poder. Otra capa de las masas que votaron por la oposición no lo hacen por sentirse identificados con su plan de gobierno, sino por el evidente descontento que ha generado la política pro-capitalista que lleva a cabo el gobierno nacional empobreciendo al pueblo trabajador. Mientras se observa a dirigentes exigiendo más sacrificios al pueblo, estos andan luciendo condiciones opulentas, ostentando riquezas y una impresionante vida de lujo. Muestra de esta decepción son los 13.008.053 electores inscritos nacionalmente (casi 58%) que decidieron no votar en las pasadas elecciones del 21 de noviembre.
El malestar aumenta por las pésimas condiciones socioeconómicas, con el mísero salario reducido a algo prácticamente simbólico, el desconocimientos de los beneficios sociales conseguidos históricamente antes y durante los gobiernos de Chávez, así como la vulneración de derechos constitucionales que favorecen al pueblo con el objetivo de beneficiar a la burguesía, tanto emergente como tradicional, reforzados con las políticas económicas de exoneraciones de impuestos, dolarización de facto, créditos blandos, devolución de tierras expropiadas a terratenientes y especuladores, flexibilización laboral, etc. A todo ello se une la paralización de empresas públicas o quiebras fraudulentas - generadas por funcionarios colocados a dedo por el gobierno - que han quedado impunes ante la justicia, de las cuales hay una gran cantidad en el estado Barinas y que Jorge Arreaza visitó como ministro de industria y comercio antes de las elecciones del 21N, planteando planes para devolverlas a empresarios privados o acuerdos para convertirlas en empresas mixtas, reflejando la política liquidadora de las medidas progresistas de Chávez.
Ante la nueva ofensiva imperialista, luchar por una política de independencia de clase
El imperialismo y la oposición probablemente consideren esta victoria una gran oportunidad para ir por más y empujar todas sus fuerzas tanto nacional como internacionalmente para generar unas condiciones que les permitan intentar nuevamente derrocar al gobierno. Para ello tienen distintas opciones, aunque también existen diferencias tácticas en su seno.
Todos apuestan por aprovechar el desgaste del gobierno y que esto, unido a la presión internacional del imperialismo estadounidense, les permita desarrollar una correlación de fuerzas para lanzarse a la ofensiva en cuanto tengan la ocasión. Puede ser impulsando un referéndum revocatorio contra Maduro o por otra vía. Para ello, al mismo tiempo que intentan reactivar las negociaciones en la mesa de dialogo de México, intensifican la presión a través de distintos organismos imperialistas controlados por EEUU y profundizan las presiones conflictivas en los estados fronterizos intentando conseguir lo que no han logrado hasta ahora: abrir una brecha en la cúpula militar que les asiente tomar el poder.
Esta lucha se enmarca en la pugna a vida o muerte que mantienen el imperialismo estadounidense y el chino, con su aliada Rusia, por la hegemonía mundial y continental. Hasta ahora el apoyo de China ha sido clave para que la estrategia golpista del decadente imperialismo estadounidense se haya estrellado contra un muro en Venezuela, Bolivia o Nicaragua. El gobierno de Biden está obligado a continuar la estrategia de Trump respecto a Venezuela porque esta viene determinada por el retroceso en el poder e influencia de EEUU y la necesidad de intentar hacerse fuerte en su patio trasero atacando a los aliados de China, empezando por Cuba y Venezuela. Pero el resultado de esa ofensiva del imperialismo estadounidense no está decidido. Venezuela seguirá sometida a esta lucha entre EEUU, Rusia y China por el control de sus territorio y recursos.
En este contexto, un sector de la oposición de derechas está volviendo a plantear la cuestión del revocatorio. Para la clase obrera y los oprimidos el referéndum revocatorio que promueven sectores opositores no supondría ningún beneficio sea cual fuere el resultado. Más bien sería como elegir entre la sartén y el fuego: solo la lucha de masas organizada desde abajo, volver a retomar la confianza en sus propias fuerzas en torno a un auténtico programa socialista, anticapitalista y anti burocrático y no el fraude derechista y burgués al servicio de la burocracia que defiende el gobierno de Maduro bajo el falso nombre de socialismo podrá cambiar la situación de los trabajadores y pobres en general.
Es más urgente que nunca que la clase obrera construya una verdadera alternativa que conecte con sus principales necesidades y combata tanto al imperialismo y la derecha pro imperialista como las políticas capitalistas del gobierno.
Levantar una alternativa revolucionaria para luchar contra la derecha pro-estadounidense y las políticas capitalistas del gobierno
Barinas fue otro escenario donde la burocracia mostró miedo a que se expresara una alternativa por la izquierda. El candidato postulado por la Alternativa Popular Revolucionaria (APR) con la tarjeta del PCV, Aldemaro Sanoja, dirigente obrero barinés, a pesar de haber participado en las elecciones previas del 21N, fue inhabilitado para las del 9 de enero por el CNE. El contralor general de Barinas se negó a recibir el escrito de solicitud de explicación y hasta le fue desconocido el derecho de amparo constitucional ejercido ante el Tribunal Supremo de Justicia para hacer valer su derecho democrático de ser una opción alternativa a los candidatos pro capitalistas. Este atropello del gobierno desnuda una vez más su carácter bonapartista burgués, como ya denunciamos respecto a la inhabilitación de varios candidatos de la APR en las elecciones del 21 N. También expone la hipocresía de su doble discurso y falsa identificación con la clase obrera.
Desde la dirección del PSUV se ejecuta un accionar violento utilizando los organismos de represión contra todo elemento que consideren un peligro porque pueden desenmascarar la demagógica y falsa política “socialista” que pregonan cubriéndose con el discurso del presidente Hugo Chávez Frías. Un ejemplo más de represión ocurrió en el municipio Jesús María Semprún del estado Zulia, donde el Plan República (FANB) le negó a la presidenta de la Junta Municipal del CNE ingresar a los centros de votación en las elecciones del 21N. Esta denunció una serie de irregularidades y atropellos que propiciaron hechos violentos promovidos por funcionarios policiales para generar que los ciudadanos no pudieran ejercer su derecho a votar y se retiraran de los centros de votación, favoreciendo a la candidata del gobierno, Keyrineth Fernández. Una situación similar se repitió en Carabobo, donde un militante del PCV fue agredido violentamente por un funcionario policial militante del PSUV.
El objetivo de la burocracia del PSUV contra la APR ha sido restarle el máximo de votos posibles por miedo a que pueda convertirse en una alternativa genuina por la izquierda al gobierno. La agresión no ha parado. Esta vez incluso inhabilitaron a más de 20 candidatos de izquierda, también infiltraron elementos lúmpenes en la dirección de algunos municipios que negociaron con candidaturas derrotadas o eliminadas en las internas del PSUV.
Un medio de la burocracia del estado y del PSUV para luchar contra la APR es presionar a través de algunos sectores políticos que critican el deslinde con el PSUV como un error político, llamando a volver a las filas del GPP y someterse a las decisiones del gobierno, renunciando a impulsar la lucha contra sus políticas capitalistas y la construcción de una alternativa revolucionaria. Quienes cedan a estas presiones se convertirían en un apéndice de la burocracia con un discurso vagamente reformista de izquierda, cortando cualquier orientación combativa real que acompañe y oriente correctamente las luchas del pueblo.
Desde Izquierda Revolucionaria consideramos que la única forma de frenar este efecto desmoralizador de las masas, vivido claramente en el estado Barinas, y derrotar la nueva ofensiva de la derecha que iría con más virulencia agresiva contra los sectores verdaderamente de izquierda y del pueblo trabajador, y combatir al mismo tiempo las políticas capitalistas del gobierno y la burocracia estatal es convocar de inmediato asambleas regionales y municipales para definir un frente único de lucha nacional, impulsando debates democráticos sobre el programa de lucha, no impuesto por arriba como hasta ahora se ha visto y justificado en la APR por las premuras electorales.
Esto debe ir acompañado de un plan de acción que impulse construir los comités y/o núcleos de acción y lucha en cada barrio, campo, universidad y empresa donde se realicen asambleas para elegir y que tengan estas el poder de revocabilidad inmediata de sus voceros en la APR, garantizando la participación de jóvenes, campesinos y trabajadores que organicen las luchas por las reivindicaciones inmediatas del pueblo conectándolas con el programa marxista verdaderamente socialista por la confiscación de los bancos, las tierras y las principales industrias colocadas bajo control y gestión directa del pueblo trabajador.