El filósofo alemán, Hegel, decía que lo que es racional se vuelve en irracional, es decir, que lo que es necesario en un tiempo, en otro deja de serlo. El sistema capitalista en sus orígenes fue sumamente progresista pero hoy es un freno para el desarrollo y la propia supervivencia de la humanidad y el planeta mismo. La irracionalidad del capitalismo es más evidente en Centroamérica, para ser justos debemos decir que la burguesía nunca jugó un papel progresista en la región. El jacobino Francisco Morazán intentó hacer la revolución burguesa desde arriba pero fue traicionado por la propia burguesía.
Centroamérica es una sola nación que fue cruelmente dividida por la burguesía en pequeños países inestables e inviables. La historia de Centroamérica está íntimamente unida, una revolución triunfante necesariamente se tendrá que trasladar al resto de los países de la región si aspira a sobrevivir. Centroamérica será incapaz de reunificarse mientras la sociedad siga dirigida por la burguesía que defiende sus pequeñas parcelas. La propiedad privada y las sumamente estrechas barreras nacionales son los principales obstáculos que impiden el desarrollo de Centroamérica y el planeta entero.
El sistema capitalista tiene que desaparecer y dar paso a una nueva sociedad. Ningún sistema social es eterno, cuando estos se han agotado y dejan de ser progresistas se convierten en un freno para el desarrollo de las fuerzas productivas dando paso a la formación de nuevas sociedades que no nacen del desarrollo pacífico y gradual, sino de turbulentos procesos revolucionarios.
El capitalismo en El Salvador está completamente agotado, solo puede subsistir poniendo en riesgo la propia supervivencia de las masas. Incluso bajo el esclavismo se aseguraba la alimentación y supervivencia de los esclavos. Las elecciones por sí mismas no transforman las sociedades pero muestran el estado de ánimo de las clases e incluso las contradicciones específicas que hay en la sociedad.
Las elecciones presidenciales del 15 de marzo mostraron el maravilloso potencial revolucionario de las masas y lo gastado que están las estructuras y partidos de la burguesía. Elecciones como la vivida en El Salvador no se dan en periodos normales, no la podríamos entender sin enmarcarla en el proceso revolucionario latinoamericano.
Decir simplemente que ARENA fue derrotada el 15 de marzo por el pueblo salvadoreño es una verdad a medias. Las elecciones demostraron además que la derecha no tiene una base social sólida. Salió a la superficie el desgaste de los partidos burgueses e instituciones Estatales. Vimos deserciones de bases areneras en el propio día de las elecciones, a policías festejando por el triunfo de Funes y a bases de la derecha que titubearon ante la firme decisión de cambio de las masas. La derrota a la campaña de miedo con la asistencia masiva a votar por el FMLN es una muestra clara de que los trabajadores ya no tienen confianza en la burguesía y sus representantes en el gobierno.
El triunfo sólo fue posible por la determinación de las masas, el 15 de marzo sacó a la superficie la disposición de lucha del pueblo salvadoreño, su enorme nivel de conciencia, las aspiraciones de transformación de los jóvenes y trabajadores y su rechazo a un sistema caduco que ya no tiene nada de progresista y pone en riesgo la existencia misma de los trabajadores. Se dieron de forma embrionaria elementos de doble poder como en el caso de Guarjila donde las bases del FMLN tomaron el control de la frontera para evitar el paso de extranjeros que votarían ilegalmente por ARENA.
La pequeña burguesía se ha posicionado en gran parte del lado de los trabajadores apoyando a los candidatos del FMLN, el sistema capitalista la ha arruinado y no hay futuro prospero para ellos bajo este sistema.
La debilidad de la burguesía la vemos en que un sector de la misma ha sido desplazada y aparece con máscara de liberal y progresista; se ha tenido que apoyar en un partido de masas de los trabajadores que se autodenomina revolucionario y socialista. Amplios sectores de la burguesía están en desacuerdo con el estado actual de las cosas, aspiran a cambios que les garantice no ser marginados y mantener una buena tasa de beneficios.
La dirección del FMLN en la actualidad no se plantea la transformación socialista de la sociedad, se plantea avanzar en la construcción de un país democrático y más justo. Ha planteado incluir a todos los sectores progresistas de la sociedad en un gobierno de Unidad Nacional. Como Marx explicó, y Trotsky desarrolló este análisis, la burguesía liberal, indígena, nacional o progresista esta atada de pies y manos por mil hilos al imperialismo. La defensa de sus intereses de clase la hace posicionarse en contra del proletariado y entrar con en conflicto con los trabajadores desde el inicio de la revolución. La burguesía no es una clase revolucionaria y siempre terminará traicionando a la clase obrera.
Las posiciones actuales de Funes y la dirección del FMLN son sólo un elemento de la ecuación, la lucha de clases tienen una lógica propia. Los individuos pueden jugar un papel en la historia, incluso determinante, pero los individuos no pueden jugar un papel independiente a las condiciones objetivas concretas en los cuales se desarrollan.
Nos encontramos al inicio de una de las peores crisis del sistema capitalista, los amplios sectores de la burguesía no tolerarán modificaciones en la estructura del Estado que atenten contra sus privilegios, aún cuando estas no planteen atacar la propiedad privada y el sistema capitalista. Incluso un programa democrático burgués generará choques entre el nuevo gobierno y la retrograda burguesía salvadoreña. La burguesía liberal históricamente ha sido cobarde y terminará subordinándose al imperialismo y traicionando a la clase obrera.
Hoy la dirección del FMLN y Mauricio Funes gozan de gran autoridad y confianza pero las masas los pondrán a prueba. No se ha derrotado a ARENA para que las cosas sigan igual, los trabajadores aspiran a cambios concretos y profundos. El gobierno de Funes sentirá desde el inicio los tremendos efectos de la crisis capitalista mundial y las masas lo vivirán en carne propia. Cualquier intento de solucionar con simples reformas las contradicciones de un sistema irracional e irreformable estarán condenadas al fracaso y generarán infinidad de nuevas contradicciones, esto en el mejor de los casos significará algunas mejoras para las masas sin que se solucionen sus problemas de fondo y sin arrebatar el poder a los capitalistas, abriendo el espacio para que la burguesía boicotee, ataque y después culpe falsamente al comunismo de ser un sistema inviable.
Las masas sacarán lecciones y se darán cuenta de la necesidad de transformar radicalmente la sociedad en líneas socialistas. Hay quienes dan por hecho una traición del actual gobierno de izquierda, debido a sus posiciones reformistas e incluso pro capitalistas, pero en realidad no hay nada definido. Aún cuando hoy no lo tengan pensado los dirigentes, las presiones de los trabajadores y los choques en contra de la burguesía pueden empujar a Funes y a la dirección del FMLN a tomar medidas radicales como las nacionalizaciones. Este proceso puede darse de manera contradictoria y la posibilidad de escisiones en el nuevo gobierno bajo las presiones de las clases opuestas y antagónicas no es descartable.
Las fuerzas del marxismo están presentes en El Salvador, podrán servir de catalizador para la toma de conciencia de las masas, podrán tener un desarrollo muy importante y jugar un papel determinante en futuros acontecimientos revolucionarios. El impacto que ha tenido la propaganda del BPJ, que ha conectado con el sentir de los trabajadores, refleja el potencial de desarrollo que tendrá el marxismo en el futuro. Los jóvenes, obreros y campesinos que aspiren a la transformación socialista de la sociedad deberán basarse en las ideas más avanzadas del planeta, las del socialismo científico, elaboradas por Marx, Engels, Lenin y Trotsky. A estos trabajadores y jóvenes revolucionarios los invitamos a integrarse a la organización de vanguardia que es el Bloque Popular Juvenil, sección salvadoreña de la Corriente Marxista Internacional.
24 de marzo de 2009.