Los capitalistas venezolanos y el imperialismo han lanzado, con el cinismo e hipocresía que les caracteriza, una nueva ofensiva mediática nacional e internacional cuyo objetivo es presentar como "movilizaciones espontáneas y pacíficas a favor de la libertad de expresión" lo que a todas luces es un nuevo plan desestabilizador contra la revolución venezolana. Dicho plan combina el saboteo económico que ya vienen desarrollando desde hace tiempo (desabastecimiento, especulación, huelga de inversiones, etc.) con la movilización en la calle de sectores de la juventud burguesa y pequeño-burguesa, particularmente de capas nuevas que hasta ahora no habían conseguido agrupar y que, ahora, con la excusa de RCTV, intentan radicalizar y utilizar como avanzadilla de la contrarrevolución.

El objetivo es el mismo de siempre: desestabilizar Venezuela, intentar erosionar el apoyo a la revolución y, si pueden, generar un clima favorable tanto a nivel nacional como internacional que les permita dar lo antes posible un golpe de mano contra el proceso revolucionario en marcha en nuestro país y derrocar al Gobierno presidido por Hugo Chávez, el cual fue democráticamente elegido por el pueblo venezolano hace tan sólo seis meses con el mayor apoyo electoral que haya tenido gobierno alguno en la historia de Venezuela: un 63% de los votos.

El peligro de dejar la iniciativa en manos del enemigo

En los grandes medios de comunicación privados venezolanos y de todo el mundo podemos leer, ver y escuchar durante estos últimos días una campaña de mentiras, tergiversaciones y manipulaciones que parece sacada directamente de la novela “1984”, de George Orwell.

Este artículo, además de poner en evidencia muchas de esas mentiras, plantea cuál creemos los marxistas que es la mejor manera de responder a esta campaña y derrotar la nueva ofensiva contrarrevolucionaria en marcha. En especial es necesario alertar del peligro que representa la táctica de dejar la iniciativa en la calle a estos estudiantes contrarrevolucionarios (llamemos a las cosas por su nombre).

Desde nuestro punto de vista es un error permitir a estos sectores contrarrevolucionarios marchar hasta donde deseen, incluidos espacios emblemáticos de la revolución, “si sus marchas son pacíficas y legales”. La exigencia de marchar hasta espacios como El Calvario, la Plaza Bolívar o la Plaza O, Leary de Caracas sólo tiene un sentido: provocar al movimiento revolucionario y al mismo tiempo moralizar a las bases contrarrevolucionarias y generar dudas y desconfianza en nuestras filas. Hay que dejar claro que en 2002 y en otras ocasiones marchas supuestamente pacíficas ya fueron utilizadas por la oposición para generar violencia, buscar muertos y lanzar su ofensiva golpista nacional e internacional. Las Alcaldías implicadas no deben autorizar esas marchas y el movimiento obrero y popular debe organizar concentraciones, asambleas y marchas masivas para proteger organizadamente esas zonas con un tapón popular.

Desde nuestro punto de vista también es un error conceder a los estudiantes contrarrevolucionarios espacios que no responden a su apoyo y peso real dentro de la sociedad venezolana o, peor aún, abrir un diálogo con ellos (¿negociación?) que el imperialismo y la burguesía intentarán utilizar para ganar tiempo, elevar la moral de su base social e intentar aparentar, a nivel nacional e internacional, una fuerza muy superior a la que realmente tienen.

Es indudable que la correlación de fuerzas entre las clases sigue siendo enormemente favorable a la revolución. Pero, en la lucha de clases (como en la guerra), la moral de la tropa, la conciencia de la propia fuerza (como decía Trotsky) y tener en todo momento la iniciativa puede resultar decisivo. No basta con ser más fuertes, hay que demostrar esa fuerza cada día, hay que organizar y movilizar esa fuerza en la calle, en los barrios, en los centros de estudio y sobre todo en los centros de trabajo. Sólo así derrotaremos definitivamente a la contrarrevolución capitalista y podremos avanzar hacia el socialismo.

Pasar a la ofensiva en todos los terrenos, empezando por el ideológico

Lo primero que debemos hacer es armar ideológicamente al conjunto del movimiento revolucionario. Durante las últimas semanas el discurso de demasiados dirigentes bolivarianos se ha caracterizado por estar a la defensiva. “Hay libertad de expresión porque otros medios privados siguen abiertos. No violamos la libertad de expresión, el que pida su permiso y se manifieste pacíficamente puede hacerlo”. Estos argumentos que, supuestamente, intentan responder a la presión más coyuntural del imperialismo y la opinión pública burguesa “pelan bola” porque se sitúan de lleno en el terreno ideológico que interesa a los capitalistas y lejos de ir a la raíz del problema dan por buenas muchas de sus concepciones de clase.

Hay que empezar por plantear de forma clara qué busca toda la parafernalia sobre la libertad de expresión y explicar que no existe una libertad de expresión en abstracto: lo que entendemos por libertad de expresión los socialistas: la clase obrera, los jóvenes revolucionarios, los campesinos; no tiene nada que ver con lo que plantean los capitalistas y sus títeres. Es necesario denunciar contundentemente las violaciones a la libertad de expresión de los que hoy se llenan la boca con ella, incluida RCTV y los demás medios de comunicación privados.

Sólo el presidente Chávez y el canciller Maduro en su discurso ante la OEA han utilizado un discurso en estas líneas, denunciando al capitalismo y al imperialismo, y ese simple hecho ha entusiasmado a millones de jóvenes y trabajadores en Venezuela y en otros países. Frente a eso, las palabras (y peor aún las acciones) conciliadoras son un jarro de agua fría que sólo siembra impaciencia, confusión y dudas en nuestras filas y da oxígeno al enemigo.

RCTV debe ser sólo el primer paso

La no renovación de la concesión a RCTV debe ser sólo un primer paso que sea continuado con otras muchas medidas que sirvan para arrebatar su poder económico, político y mediático a la burguesía y avanzar hacia el socialismo.
Hay que insistir una vez más: Radio Caracas Televisión (RCTV) es una empresa privada de comunicación perteneciente al grupo empresarial privado 1BC. Esta elite capitalista ha utilizado el espacio radioeléctrico público venezolano –que pertenece al pueblo venezolano- durante 53 años para sus fines particulares: obtener el máximo beneficio económico y servir de correa de transmisión de los valores ideológicos y las ideas políticas de la oligarquía. RCTV incluso fue cerrada temporalmente en varias ocasiones por distintos gobiernos capitalistas de la IV República durante los años 70 y 80 (en ese caso si se trató de cierres) por cuestiones como dar noticias sensacionalistas o emitir imágenes pornográficas en horarios no autorizados. Por supuesto, entonces ningún gobierno burgués del mundo se rasgó las vestiduras.

Durante el “Caracazo”, la explosión social del 27 de Febrero de 1989 que el gobierno de Carlos Andrés Pérez reprimió tomando militarmente los barrios populares y asesinando miles de personas, RCTV reveló un vez más su carácter reaccionario ,antiobrero y antipopular. Cuando empezaron los saqueos intentó sacar partido de los mismos con un enfoque sensacionalista, en cuanto vieron que se trataba de una explosión social que conmovía los cimientos del sistema capitalista en Venezuela adoptaron la actitud de denunciar histéricamente a las masas y fomentar (y ocultar) la represión contra el pueblo. Junto a otros medios de comunicación contribuyeron a exaltar a los máximos responsables de la represión como héroes.

Desde la victoria de Hugo Chávez en 1998 y el inicio de la revolución bolivariana RCTV, junto a otros canales privados de televisión como Globovisión, Venevisión o Televén lanzó una campaña de insultos y calumnias contra el Presidente Chávez y el proceso revolucionario. Este proceso llegó al paroxismo en abril de 2002 cuando RCTV y otros medios de “comunicación” privados participaron directamente en la organización de un golpe de estado el 11 de abril de 2002 contra el Gobierno de Hugo Chávez. La estrategia seguida fue increíblemente parecida a la actual. Como ahora, se presentó al Gobierno democráticamente elegido como responsable de reprimir una supuesta protesta ciudadana y se presentó el secuestro del Presidente Chávez a manos de varios jefes militares al servicio de la oligarquía y el imperialismo como una dimisión de éste. Fue una de las más increíbles telenovelas fabricadas por RCTV, al nivel del actual “culebrón” sobre los ataques a la libertad de expresión.

El papel de RCTV y otros medios en el golpe de estado fue tan destacado que las primeras declaraciones de distintos miembros de la Junta golpista fueron para dar las gracias a RCTV y otros canales privados por su papel en la salida de Chávez del poder.

Cuando la insurrección popular devolvió el poder al Gobierno de Chávez, amplios sectores del movimiento revolucionario pedimos el cierre y expropiación de RCTV. En aquel momento el Gobierno - a nuestro juicio equivocadamente- decidió darles una nueva oportunidad, llamó a los directivos de RCTV y otros medios a informar responsablemente y decidió permitir que su concesión se mantuviera como mínimo hasta que se agotase, cosa que ocurrió el pasado 28 de mayo.

RCTV volvió a jugar un papel golpista en el paro patronal organizado por los empresarios en diciembre de 2002 y desde entonces no ha dejado de ser utilizada por sus propietarios como un elemento generador de violencia y desestabilización. Ante esta situación distintas asociaciones populares, organizaciones sindicales y estudiantiles de izquierda y medios de comunicación alternativos y comunitarios han pedido insistentemente al Gobierno Bolivariano que tomase medidas ante esta situación y que no permitiese que RCTV siga utilizando el espacio radioeléctrico y las infraestructuras públicas para su estrategia golpista y contrarrevolucionaria.

Es evidente que toda la cuestión sobre la libertad de expresión es un montaje: RCTV puede seguir emitiendo programas por Internet y ya tiene contratada su emisión por cable. Han retrasado su salida por cable solamente para intentar darle más fuerza a la actual campaña de desestabilización. Pero aunque esto sea así, y RCTV ni siquiera haya sido cerrada (como dicen los contrarrevolucionarios), la idea central en la que tenemos que insistir los revolucionarios -si queremos elevar el nivel de conciencia- es otra: la revolución tiene toda la autoridad moral para no renovar concesiones, quitar las que sea necesario e incluso para expropiar un medio de comunicación privado y ponerlo en manos del pueblo. Cualquiera de estas medidas no sólo es totalmente justa y democrática sino necesaria. De hecho amplios sectores populares las demandamos desde hace tiempo

¿Qué “libertad de expresión” había bajo la IV República y cómo la defendían los que hoy tanto claman por ella?

Uno de los aspectos más cínicos de la actual campaña sobre la libertad de expresión es que aquellos que dirigen esta campaña son los mismos que durante décadas han reprimido brutalmente la libertad de expresión de la inmensa mayoría de la sociedad venezolana.

Venezuela fue el primer país latinoamericano en el que hubo militantes de izquierda “desaparecidos”, y ello no bajo un régimen militar sino bajo los gobiernos de Acción Democrática y COPEI, partidos apoyados por el imperialismo estadounidense y considerados democráticos por muchas de esas organizaciones y gobiernos burgueses que hoy derraman lágrimas de cocodrilo por RCTV.

Por supuesto, mientras Rómulo Betancourt decía a sus fuerzas represivas que a la hora de enfrentarse a manifestaciones o luchas populares “disparen primero y pregunten después” RCTV y otros medios de comunicación privados silenciaban los asesinatos de militantes de izquierda como Jorge Rodríguez o las víctimas de masacres como Cantaura y otras, y presentaban una imagen falsa y edulcorada de lo que ocurría en el país.

¿Qué libertad de expresión tuvimos los jóvenes y trabajadores venezolanos cuando la burguesía reprimió el “caracazo” y asesinó a miles de personas en los barrios? ¡Ninguna¡ Pero ,por supuesto, entonces no hubo programas de televisión denunciando a Carlos Andrés Pérez y su “combo” como tiranos ni resoluciones de condena los gobiernos títeres del imperialismo. Tampoco vimos llamados internacionales a crear comisiones de investigación.

Pero, claro, ¿cómo se puede comparar la minucia de asesinar a miles de personas (pobres tierrúos, además) por protestar contra las políticas neoliberales impuestas por el imperialismo y la propia burguesía con un hecho tan “grave” y “antidemocrático”, una auténtica “amenaza a los derechos humanos”, como que un gobierno democráticamente elegido cumpla la Constitución –también democráticamente aprobada- y decida soberanamente no renovar una concesión a una empresa privada e impedir así que esta siga utilizando un bien de propiedad pública (en este caso el espacio radioeléctrico) para su beneficio privado y ,de paso, para organizar golpes de estado y otros actos violentos?

La “libertad de expresión” de los ricos contra la libertad de expresión de los trabajadores y el pueblo

Como decíamos anteriormente, no es posible defender la libertad de expresión en abstracto. Libertad de expresión para los capitalistas significa una cosa y para nosotros los trabajadores otra absolutamente opuesta. Lo que ellos llaman su libertad de expresión (la propiedad privada de los grandes medios de comunicación) significa privar a la inmensa mayoría de la sociedad los jóvenes, trabajadores, campesinos de nuestra libertad de expresión. Cuando, como ahora en Venezuela, se cambian las tornas y la revolución se plantea como objetivo que la información, la cultura y la comunicación pasen de ser un coto privado de los ricos a ser propiedad de toda la sociedad, garantizando así la libertad de expresión para todos, la oligarquía moviliza todo su poder mediático, político y económico y presenta esas medidas como un ataque a “su” libertad de expresión.

La libertad de expresión en cualquier país capitalista -para los trabajadores, jóvenes y campesinos, que somos el 80% de la población- queda reducida a una ficción. Los medios de comunicación en lugar de estar en manos del pueblo son propiedad privada de una reducida minoría –la misma que posee los bancos, las grandes fábricas y la tierra- y ésta los utiliza a su antojo ¿Porqué cuando nos movilizamos los estudiantes, los obreros u otros sectores populares exigiendo nuestros derechos nuestras luchas son ocultadas o incluso manipuladas y calumniadas por los medios de “comunicación” burgueses? ¿Qué libertad tienen hoy los miles de jóvenes y trabajadores estadounidenses que están en contra de la política de Bush, la guerra de Irak o del propio sistema capitalista para que sus opiniones se expresen en CNN, NBC, FOX y otros grandes medios de comunicación privados? ¿Qué libertad de expresión tienen los presos de Guantánamo o los inmigrantes perseguidos, torturados o asesinados en la frontera entre México y EE.UU? ¿Qué libertad de expresión hay en Irak?

Un ejemplo reciente sirve para ilustrar el doble rasero (y la doble moral) de la burguesía acerca de este asunto de la “libertad de expresión” Hace dos meses, en abril, el gobierno peruano de Alan García –uno de los primeros gobiernos latinoamericanos en calificar la no renovación de licencia a RCTV como ataque a la libertad de expresión- decidía cerrar (esto sí fue un cierre y no una no renovación de concesión) nada más y nada menos que seis medios de comunicación, cuatro radios y dos televisoras en el norte del país. En concreto “los canales 15 y 27, así como las radios Áncash, Miramar, El Buen Samaritano y Amistad, a las que se les incautó equipos transmisores, moduladores, consolas y ordenadores” (Información de Agencias publicada por Aporrea). La excusa era que a algunas les había caducado la licencia y otras tenían equipos no autorizados, la realidad que estaban informando sobre huelgas obreras y luchas populares incómodas para el gobierno y el imperialismo. Por supuesto no hubo ninguna campaña internacional ni condenas de las “asociaciones de derechos humanos”.

El gobierno colombiano también encarceló arbitrariamente el pasado noviembre de 2006 al corresponsal de Telesur en Bogotá porque no le gustaban sus informaciones críticas. Sólo las organizaciones de izquierda lo denunciamos. A todos los gobiernos capitalistas les pareció normal. Al poco de llegar al poder, el mismo gobierno de Uribe cerró INRAVISIÖN , una televisión pública dedicada a programas culturales y sociales (algunos de ellos críticos con la oligarquía y las políticas defendidas por el propio Uribe). Esta televisión pública con contenidos progresistas fue cerrada y se fomentó en su lugar la puesta del espacio radioeléctrico en manos de empresas privadas afines a Uribe y que justifican sus políticas represivas. El senado gringo, “Reporteros sin Fronteras” (sin fronteras y sin principios) y las demás agencias al servicio de la CIA y marionetas del actual guiñol mediático internacional sobre la libertad de expresión no tuvieron nada que decir.Todo esto muestra bien a las claras cómo entiende la burguesía la libertad de expresión y cómo la utiliza en función de sus intereses de clase.

¿Cómo se defiende una verdadera libertad de expresión?

La libertad de expresión sólo puede ser genuina y real si se inscribe en una lucha más general: la lucha por acabar con toda explotación de clase y opresión racial, de género, social, y construir una vida digna. No se trata únicamente de que los capitalistas utilicen demagógicamente la libertad de expresión como excusa para desestabilizar. Para la burguesía, libertad de expresión no significa otra cosa que la libertad de comerciar con la información y seguir manteniendo su control exclusivo del gobierno, la riqueza, el estado y, por supuesto, de los medios de comunicación.

Como parte de la ofensiva ideológica del capitalismo, durante las últimas décadas se ha extendido la idea de que es normal que el espacio radioeléctrico público, que pertenece a todos los habitantes de un país, y las infraestructuras necesarias para mantenerlo operativo -que son financiadas con los presupuestos del estado que salen de los impuestos de todos los ciudadanos- sean utilizadas por empresas privadas que deciden qué hacen y qué dicen en esos programas. El único modo de garantizar una genuina libertad de expresión es que el espacio radioeléctrico sea público y esté bajo el control democrático de los trabajadores y el pueblo mediante asambleas. Sólo unos medios de comunicación de propiedad social y bajo el control de los trabajadores y el pueblo nos permitan expresar libremente a cada ciudadano nuestra opinión.

Como parte del proceso de avance de la revolución venezolana, distintos sectores del movimiento revolucionario vienen solicitando desde hace años la democratización del espacio radioeléctrico público y abrir un debate sobre este aspecto. En la revolución venezolana hay una explosión de medios comunitarios alternativos (radios, televisiones, periódicos) creados por jóvenes y trabajadores en sus barrios. Estos medios comunitarios fueron el único mecanismo que tuvieron las masas en abril o diciembre de 2002 (cuando los capitalistas organizaron un nuevo golpe) para informarse. Venezuela es el país del mundo donde los jóvenes y trabajadores tiene más facilidad para crear emisoras de radio, periódicos o incluso acceder a la televisión.

Por supuesto, queda mucho por avanzar en el camino para que los medios de comunicación dejen de ser propiedad de unos pocos burgueses y pertenezcan al conjunto de la sociedad pero si hay algún país donde se ha empezado a caminar en esa dirección éste es Venezuela. El paso que se ha dado quitando el canal 2 a los gángsteres reaccionarios de RCTV-1BC debe ser saludado por todos los revolucionarios y gente de izquierdas y continuado con otras grandes empresas privadas (incluidos medios de comunicación) que deben pasar de ser propiedad privada de unos pocos a ser propiedad social.

Quiénes se movilizan en apoyo a RCTV y quiénes les manipulan…
o “la insurrección de los sifrinos”

Los medios de comunicación internacionales están presentando las marchas contrarrevolucionarias de apoyo a RCTV como marchas de “los estudiantes venezolanos”. Primera mentira de esta batalla mediática. En las actuales marchas la oligarquía y el imperialismo están movilizando a una minoría que no representa en absoluto ni al pueblo venezolano ni a los estudiantes venezolanos. Los propios líderes de las marchas estudiantiles de oposición celebraban una de sus marchas más concurridas como un éxito porque habían reunido a “10.000 estudiantes”. Estos estudiantes proceden además de las universidades más elitescas del país. Universidades privadas como la Universidad Católica Andrés Bello o la Universidad Metropolitana. En el caso de las universidades públicas la movilización se ha centrado en una minoría de estudiantes de la UCV (a la que, de paso, sólo logra acceder un 8% de estudiantes pertenecientes a los sectores populares) y la Universidad Simón Bolívar (USB), la universidad pública más elitesca del país.

Si tenemos en cuenta que las movilizaciones no sólo están apoyadas sino organizadas y fomentadas por los rectores de estas Universidades queda claro que aunque es la primera vez en los últimos cuatro años que consiguen recomponer mínimamente una parte de su base social no están movilizando siquiera a la masa estudiantil de estas universidades privadas y de elite sino a una capa limitada integrada por los sectores más radicalizados e histéricos de la juventud de clase media y alta del país.

El grueso de los estudiantes venezolanos, los de secundaria, las Universidades técnicas, las Misiones (que han permitido por primera vez el acceso de centenares de miles de estudiantes de los sectores más pobres de la sociedad a la educación), la Universidad bolivariana o la UNEFA (también conquistas de la revolución en el terreno educativo) rechazan las movilizaciones de los estudiantes contrarrevolucionarios y se han manifestado en apoyo a la no renovación de la concesión a RCTV.

No decimos esto, como hacen algunos dirigentes reformistas, para plantear que no pasa nada y hay que dejar a los estudiantes contrarrevolucionarios manifestarse hasta que se cansen, sino precisamente para todo lo contrario. Los jóvenes, trabajadores, campesinos y todo el pueblo revolucionario tenemos que movilizarnos masivamente y dejarles absolutamente claro que representan una minoría absoluta de la sociedad, que no vamos a ceder ni un palmo en la lucha por construir una Venezuela socialista y que si se atreven a lanzar una nueva ofensiva saldrán derrotados.

A la burguesía y la pequeña-burguesía radicalizada se las derrota luchando

Es un error gravísimo que la revolución en 8 años no haya tocado seriamente la estructura reaccionaria y clasista de la universidad y que, con la excusa de la autonomía, el gobierno haya dejado las universidades tradicionales en manos de la oligarquía. También es un error que, ahora que intentan utilizar ese poder institucional contra la revolución, no se haya organizado un plan de movilizaciones escalonadas de los estudiantes revolucionarios buscando acciones cada vez más masivas y generalizadas. De hecho, las pocas convocatorias realizadas han demostrado que la inmensa mayoría de los estudiantes venezolanos apoyan la revolución, la decisión de no renovar la concesión a RCTV y están dispuestos a movilizarse.

A la pequeña burguesía de derechas radicalizada y ,por supuesto, a la burguesía no se la derrota hablando, argumentando, sino dejándole absolutamente claro que somos muchos más, estamos dispuestos a ir hasta el final y si deciden actuar ,una vez más, como ariete de la contrarrevolución llevan todas las de perder. Así les derrotamos el 13 de abril de 2002 o durante el paro patronal, y así les devolvimos a sus cuevas durante la guarimba de 2004 o el pasado 3 de diciembre de 2006.

No podemos caer en la trampa de la libertad de expresión y pensar que este es sólo, ni fundamentalmente, un debate de ideas. Estamos ante un capítulo más, y no el menos importante, de la lucha entre la revolución y la contrarrevolución. Para los hijos de la burguesía, y de las capas más privilegiadas de la pequeña burguesía, la libertad de expresión -y las actuales movilizaciones- sólo significan una cosa: la libertad de seguir siendo los amos y señores de los recursos del país, como lo han sido sus padres y abuelos durante décadas, y la última oportunidad de derrotar a una revolución que amenaza con quitarles esos privilegios. La rabia contra Chávez, la histeria, la incapacidad de articular un discurso coherente, presentar alternativas y propuestas concretas más allá de insultos a Chávez, gritos pidiéndole que se vaya o llamados a derrocarle, refleja la histeria y el odio de esa burguesía que, formada desde su mismo nacimiento para ser los cuadros de mando del capitalismo venezolano al servicio del imperialismo, ven en peligro esta perspectiva a causa de la entrada en escena de los explotados, de las masas obreras, populares y campesinas; los negros, los indígenas y mestizos, que despertadas a la vida consciente por la revolución, empiezan a ocupar el lugar que les corresponde en la escena de la historia (“esa fea gente chavista”, como decía por televisión una manifestante).

Las movilizaciones, además, es evidente (y hay decenas de videos y grabaciones radiofónicas que lo confirman –ver www.aporrea.org o el programa La Hojilla de VTV) , lejos de ser espontáneas –como plantean los medios internacionales- están manipuladas entre bambalinas, organizadas y financiadas por distintas agencias internacionales al servicio del imperialismo estadounidense como Freedom House, Albert Einstein Foundation, etc tras las cuales está la CIA. Los principales líderes “estudiantiles” pertenecen a los partidos de la oposición contrarrevolucionaria venezolana y según diferentes pruebas documentales hechas públicas actúan coordinadamente respondiendo a indicaciones de sus jefes políticos y por supuesto del gran jefe de Washington.

¿Por qué la burguesía ha lanzado esta nueva ofensiva contrarrevolucionaria?

La revolución bolivariana se ha desarrollado cada vez más como un ejemplo a seguir para las masas de otros países latinoamericanos e incluso empieza a aparecer –a pesar de todas las campañas mediáticas contra ella- como un punto de referencia para los jóvenes y trabajadores de Europa, Asia, África e incluso los propios Estados Unidos.

Las políticas sociales puestas en marcha en Venezuela han supuesto el fin del analfabetismo y la extensión de la educación media y superior, así como de la atención sanitaria, a sectores que nunca habían podido acceder a ella. Junto a otras medidas como controles de precios, inamovilidad laboral (ilegalidad del despido injustificado) van en la línea opuesta a lo que pretende el imperialismo y la burguesía internacional en todo el mundo: privatización de servicios públicos, precariedad creciente en el empleo, ataques a los trabajadores y al pueblo. Más importante aún: las sucesivas derrotas del imperialismo en Venezuela han demostrado a las masas de otros países que nos enfrentamos a un gigante con pies de barro y ha animado la lucha antiimperialista. El llamado del Presidente Chávez a romper con el capitalismo y luchar por el socialismo supone que, por primera vez en las últimas décadas, un líder de masas y Presidente de un país plantea el socialismo como alternativa al sistema capitalista. Estas son las razones del odio de los ricos de Venezuela y de todo el mundo contra la revolución venezolana y su máximo líder.

Tras las elecciones del 3 de diciembre, el pueblo venezolano y el Presidente Chávez enviaron un mensaje claro al imperialismo y la oligarquía: “la revolución no se negocia”. Las nacionalizaciones de la principal empresa telefónica (CANTV), cuyos precios descenderán un 20%, de la Electricidad de Caracas y de otras empresas relacionadas con el gas y el petróleo, aunque finalmente se dio bajo la forma de compra, representó un desafío para la burguesía nacional e internacional. Lo mismo las amenazas de nacionalizar la banca para que conceda créditos baratos, la siderúrgica SIDOR o el debate acerca de construir empresas socialistas y formar Consejos de Trabajadores. La no renovación de la concesión a RCTV y la creación en ese mismo lugar del espectro radioeléctrico de una televisora pública y social va en esa misma dirección. Es un nuevo aviso a los “amos del valle” (como se conoce popularmente a la oligarquía) –tanto a los criollos como a los foráneos- de que sus privilegios están amenazados.

Antes de perderlo todo han decidido organizar esta virulenta y cínica campaña a nivel nacional e internacional. El objetivo de esta maniobra, en la que hay una dosis importante de desesperación, es generar condiciones a nivel nacional e internacional que les permitan actuar impunemente contra la revolución en Venezuela. Probablemente, buscan que –bajo una presión sistemática creciente a escala nacional e internacional- sectores del ejército o de la burocracia estatal que ven con preocupación el proyecto socialista planteado por Chávez puedan pasarse a la oposición abierta a éste –como ya ocurrió en el 2002- y en un escenario semejante poder organizar un golpe , un magnicidio –o una combinación de ambos- probablemente apoyada con algún tipo de intervención externa. En las condiciones actuales la maniobra desesperada que han iniciado podría tener el efecto contrario y generar un nuevo paso delante de la revolución pero para ello es necesario movilizar a las masas revolucionarias, empezando por la clase obrera y pasar cuanto antes a la ofensiva.

¿”Revolución naranja”?

La actual ofensiva contrarrevolucionaria en Venezuela parece seguir el esquema de la llamada “revolución naranja” de Ucrania. La diferencia es que en Ucrania o Yugoslavia no existía un movimiento revolucionario en ascenso, la clase obrera y las masas populares y campesinas habían sufrido fuertes derrotas previas y estaban muy golpeadas y veníamos no de victorias decisivas de la revolución como en Venezuela sino de una contrarrevolución triunfante que había desmantelado la economía planificada e iniciado la restauración del capitalismo. Al frente del gobierno no había ningún líder revolucionario con un apoyo masivo entre las masas obreras y populares, como Hugo Chávez, sino dirigentes reaccionarios, procedentes de la burocracia desprestigiada y/o de las mafias que formaban la naciente burguesía. Por eso, hasta el momento sus marchas son mucho menores que lo que esperaban y desde luego infinitamente menores a las marchas que hemos realizado los revolucionarios.

Por ahora sus planes chocan con el hecho indudable de que la correlación de fuerzas en la calle les sigue siendo desfavorable, como han vuelto a demostrar las marchas de los últimos días. Sin embargo, esto no quiere decir que debamos bajar la guardia. Una correlación de fuerzas favorable puede convertirse en su contrario sino actuamos con decisión y les dejamos a los contrarrevolucionarios la iniciativa. Las maniobras contrarrevolucionarias continuarán y utilizarán todas las formas de lucha (saboteo económico, campaña mediática, desestabilización, infiltración en el aparato del estado y las filas revolucionarias, etc.) para intentar derrotar la revolución y tumbar a Chávez.

La burguesía está utilizando a los estudiantes contrarrevolucionarios como globo-sonda para medir qué tan lejos pueden llegar y en función de eso optar por acelerar sus planes o mantener una ofensiva más a medio plazo. En cualquiera de los casos, dejarles la iniciativa puede tener consecuencias graves para la revolución.

Derrotar la ofensiva del imperialismo y la burguesía expropiando a los capitalistas y completando la revolución

Los sectores que desde el campo revolucionario aceptan de un modo u otro el discurso sobre la libertad de expresión y plantean dejarles hacer a los estudiantes reaccionarios, negociar con ellos o abrirles espacios para demostrar lo democráticos que somos, consciente o inconscientemente, hacen un flaco favor a la revolución y dan oxígeno a los planes contrarrevolucionarios. No hay que olvidar que tras el 3 de diciembre, y ahora mismo, sectores de la burocracia reformista están planteando que la oposición tiene un apoyo social significativo y por lo tanto debemos dialogar con ellos y concertar las medidas a tomar.

Lo que no pudieron logar el 3 de diciembre ( y lo intentaron) porque el presidente Chávez y el pueblo dejaron claro que no estaban dispuestos a negociar el avance de la revolución hacia el socialismo intentan metérnoslo ahora por la puerta de atrás. Todos los que apoyamos sincera y honestamente este proceso revolucionario debemos ser muy claros: Si aceptásemos el argumento de algunos reformistas (tan superficial como falso) de que hay que negociar con los contrarrevolucionarios porque representan a un sector de la sociedad, la revolución bolivariana nunca habría empezado.

¡No tenemos nada que demostrar¡ ¡No hay que hacerles ninguna concesión, ni a la burguesía, ni a sus hijos y su discurso pseudo-democrático¡ Este proceso revolucionario ha sido ratificado en las urnas en más ocasiones que ningún otro gobierno o movimiento social en todo el mundo. En la última convocatoria electoral, realizada hace tan sólo seis meses y con una participación popular masiva, un 63% del pueblo venezolano apoyó la propuesta del Presidente Chávez de romper con el capitalismo e ir hacia el socialismo. Este es el objetivo que nos hemos fijado y el único modo de derrotar la actual ofensiva de la contrarrevolución no es quedándonos de brazos cruzados y esperando a que los contrarrevolucionarios se den cuenta de que son minoría y se cansen, sino tomando medidas decisivas para acelerar la revolución y llevarla hasta el final.

La revolución venezolana sólo será irreversible si aprovechamos que la actual correlación de fuerzas entre las clases nos favorece claramente para arrebatar a la burguesía nacional e internacional el poder económico, político y mediático que mantienen y usan a diario contra la revolución.

El Presidente Chávez en la marcha del sábado 2 de Junio les amenazó claramente con que si su arremetida contra el pueblo revolucionario continúa “perderán uno a uno sus reductos de poder”. Este planteamiento es correcto. Es evidente que detrás de esta nueva campaña desestabilizadora están los empresarios, como demuestran las declaraciones del Presidente de FEDECÁMARAS y las guarimbas que han intentado organizar en distintas empresas e incluso sectores como el transporte y otros. Sin embargo, en nuestra opinión es necesario tomar ya medidas prácticas que rompan el poder que mantiene la burguesía y que utiliza contra la revolución.

En primer lugar es necesario expropiar la banca, la gran industria (incluidos los grandes medios de comunicación privados) y los latifundios y estatizarlos. Junto a ello es imprescindible sustituir el actual estado que en esencia sigue siendo el mismo que construyó la burguesía para defender sus privilegios por un genuino estado revolucionario, una democracia de los trabajadores.

La UNT debería recoger y desarrollar la propuesta que presentaba en su declaración el FRETECO (Frente Revolucionario de trabajadores de Empresas en cogestión y Ocupadas) y , junto al Frente nacional Campesino “Ezequiel Zamora” (FNCEZ), organizar la toma y ocupación de todas las fábricas que fuese posible a nivel nacional Para organizar estas tomas y poner a funcionar las empresas bajo control obrero los sindicatos y las asambleas de trabajadores deben impulsar la formación de Consejos de Trabajadores elegidos y revocables por la clase obrera en las fábricas, y que estos Consejos de Trabajadores en defensa de la revolución se vinculen y coordinen a escala local, estadal y nacional con los Consejos Comunales. Esto nos permitiría matar dos pájaros de un tiro: además de servirnos para derrotar la actual conspiración reaccionaria sería el mejor modo de romper el control de la burocracia reformista que intenta frenar y desviar de sus objetivos de la revolución y poder llevar por fin hasta el final los objetivos propuestos por el Presidente Chávez: construir un genuino estado revolucionario capaz de iniciar la transición hacia el socialismo.






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