Venezuela: ¿En qué parte esta Heinz Dieterich en el referéndum constitucional?
En su respuesta a Celia, el profesor Dieterich saca a relucir todo lo que hay bajo el sol además de unas cuantas cosas más: desde el principio de incertidumbre de Heisenberg a Bertold Brecht. ¡Debemos estar agradecidos por lo menos de que no recurra al tema del universo cilíndrico!
Esta circunstancia es algo típico del método del compañero Dieterich que, de manera sistemática, intenta enturbiar las aguas de cualquier debate introduciendo una enorme cantidad de cuestiones irrelevantes. Ya he comentado en mi artículo este irritante manierismo y habrá que decir mucho más sobre este tema en mi próximo libro, que estoy tentado a titular Anti-Dieterich.
En su artículo, Celia hace una pregunta muy sencilla que merece una pregunta muy simple: ¿En el referéndum de diciembre está al lado del "no" o del "sí"? Considero que la pregunta es tan sencilla que un niño de seis años podría responderla, pero algunos profesores universitarios no parecen tan bueno como un niño de seis años a la hora de responder preguntas.
Aquí va otra pregunta simple, muy relacionada con la primera: ¿Está usted con Baduel o con Chávez? Y una vez más, el profesor universitario es incapaz o no quiere responder a una pregunta sencilla. En lugar de responder, Dieterich se queja de que Celia no ha hecho la pregunta correcta. Recomendamos a todos los estudiantes del profesor Dieterich que en la próxima hoja de examen respondan esto en una pregunta que no pueden responder.
La situación en Venezuela, nos dice, no es binaria. Con esta idea quiere decir que no es una elección simple entre dos partes, pero la situación es mucho más complicada. Podemos estar de acuerdo en que la situación es complicada, pero hay determinados momentos que son decisivos (y Dieterich ya ha definido el referéndum como uno de estos momentos), en los que uno debe decidir. Este es el caso ahora.
En el referéndum de diciembre no hay un número indefinido de opciones, sólo hay tres: votar sí, votar no o abstenerse (aquí se incluye el voto en blanco). Es una cuestión muy práctica y si el profesor Dieterich puede dejar a Werner Heisenberg, Bertold Brecht y Albert Einstein a su destino durante un momento, nos gustaría preguntarle en un lenguaje sencillo (no nos importa si es alemán, español, latín o chino): ¿Qué recomienda hacer al pueblo de Venezuela en el referéndum?
Dieterich dice que la elección entre Chávez y Baduel es una elección "falsa". Es como un niño que desea tener su pastel y comérselo al mismo tiempo, pero como todo niño sabe, eso no es posible. No le gusta la analogía entre lo que está ocurriendo en Venezuela y una caja de cerillas, pero es una analogía muy precisa, aunque no le guste.
Lo que vemos en Venezuela es una lucha implacable entre intereses mutuamente excluyentes. En lenguaje sencillo se le llama lucha de clases. Hubo una época (hace mucho tiempo) en que Heinz se consideraba un marxista y, por lo tanto, debería saber que es la lucha de clases. Pero de aquellos días no quiere oír nada de la lucha de clases pero sí de la moderación y el compromiso. Es decir, ha abandonado el marxismo por el vulgar reformismo.
Acusa a Celia Hart de no ver la realidad de la sociedad y la política venezolanas, de imponer su "modelo" sobre Venezuela. En realidad, es Heinz el que no ve la realidad de la sociedad y la política venezolanas. No ve lo que es evidente: que la característica principal de la situación actual es la brutal polarización entre las clases. En esta situación uno tiene que elegir. Heinz no desea hacer una elección, ese es el problema. En un espacio de dos semanas tendrá que hacerlo.
Dejando a un lado el contenido de su respuesta a Celia Hart, el tono es extremadamente condescendiente. Habla como un profesor de escuela a un niño pequeño. Este hecho no nos molesta lo más mínimo. Pero ¿en qué se basa? Heinz se considera un supremo realista, un maestro de la Realpolitik. No comprende por qué todo el mundo crea este alboroto por el referéndum constitucional. Y dice: "Lo trágico de la situación es que pese a existir un método sencillo para resolver el conflicto".
¿Cuál es la solución sencilla que no se le ha ocurrido a nadie excepto a Heinz? ¡Votar la Constitución cláusula a cláusula! Eso es lo que propone Heinz, y sólo si le escucháramos todo saldría bien.
¿De qué manera esta "solución sencilla" resolvería el problema? Las cláusulas controvertidas lo seguirían siendo aunque se votaran individualmente. La única diferencia es que la votación sería algo más complicada, requeriría muchas semanas sino meses, generando aún más conflictos, amargor y resentimiento. En otras palabras, no resolvería nada en absoluto.
Lo que realmente gustaría al "realista" Dieterich es que Chávez y Baduel se abracen y sean de nuevo buenos amigos. Esto significa unir la revolución con la contrarrevolución. En la Biblia, los corderos yacen felices junto a los leones, pero en la vida real, un cordero que intente hacerlo tendría una experiencia muy desagradable.
Este es el tipo de "realismo" que nuestro amigo defiende. Pero debemos saber que esto ya se ha intentado en Venezuela. Después del fracaso del golpe de abril de 2002, Chávez (probablemente siguiendo el consejo de Heinz Dieterich y otros como él) intentó negociar con los contrarrevolucionarios. ¿Cuál fue el resultado? Sólo una nueva ofensiva contrarrevolucionaria que casi pone a Venezuela de rodillas y destruye la revolución.
El mismo error se ha repetido en varias ocasiones desde entonces, y siempre con el mismo resultado. ¿Por qué? ¿Por qué los banqueros, terratenientes y capitalistas venezolanos no son razonables o no han comprendido la necesidad de la "tercera vía"? No, esa no es la razón. La razón es que para conseguir sus objetivos, lar evolución debe adentrarse en la propiedad privada. Debe nacionalizar los altos mandos de la economía. La oligarquía lucha para defender su riqueza, poder y privilegios. Eso es todo.
Heinz Dieterich está en contra de todo esto. Cree que el socialismo del siglo XXI se puede conseguir sin nacionalizaciones o expropiaciones, que sólo "provocarán a la contrarrevolución". Cree que los capitalistas al final serán convencidos de las virtudes de una "economía de equivalencia" y que los beneficios simplemente desaparecerán y todo el mundo recibirá el verdadero valor de su trabajo.
Cree que todo esto se puede conseguir sin nada desagradable. Ese es el modelo que él, Heinz Dieterich, quiere imponer en la realidad venezolana, que no tiene absolutamente nada que ver con eso. ¡Y se supone que esto es gran realismo político! Es el realismo de un hombre que quiere enseñar a un tigre a comer ensaladas en lugar de carne.
Ya me ocupo ampliamente de las teorías de Heinz Dieterich en mi próximo libro y, por tanto, no diré nada más sobre ellas. Basta con decir lo siguiente: si siguiéramos la misma línea de argumentación, la revolución cubana nunca habría conseguido derrocar al capitalismo. Hubo muchos elementos que, de una manera u otra, participaron en las primeras etapas de la revolución, pero cuando ésta se radicalizó y rompió decididamente con el capitalismo y el imperialismo, se unieron a las filas de la contrarrevolución. Entre ellos estaba el primer presidente de Cuba después del derrocamiento de Batista, Urrutia, que se fue al exilio a EEUU en medio de las protestas sobre el "giro comunista" de la revolución, y Hubert Matos, que había participado en la guerra revolucionaria pero después se pasó a la contrarrevolución, también quejándose del "rumbo comunista" que tomaba la revolución. De acuerdo con la teoría de Heinz Dieterich, Fidel Castro debería haber abandonado las ideas de la nacionalización de la economía y alcanzado un acuerdo amistoso con Urrutia y Matos. En realidad, si lo hubiera hecho, la revolución rápidamente habría sido aplastada.
De manera similar, Simón Bolívar nunca habría golpeado al poderoso imperio español ni Lenin y los Bolcheviques habrían tomado el poder en Rusia hace 90 años. Si el profesor Dieterich hubiera estado presente les habría dado un consejo excelente: no existía una situación "binaria", que se podría encontrar otra alternativa, que "se negocia por necesidad, no por amores", y otras cosas por el estilo.
Siempre han existido personas como Heinz Dieterich. Afortunadamente para la historia humana y el progreso, han sido superados por los hombres y mujeres que estaban dispuestos a luchar y arriesgar todo por la victoria de la revolución.
En cuanto al resto, ya he respondido por adelantado a los argumentos que Dieterich plantea en su artículo.