Cuando leáis este artículo probablemente los periódicos estarán llenos de noticias relacionadas con la extraordinaria tasa de crecimiento de la economía estadounidense, un 6% anual. No es de extrañar que los mercados bursátiles del mundo hayan experiCuando leáis este artículo probablemente los periódicos estarán llenos de noticias relacionadas con la extraordinaria tasa de crecimiento de la economía estadounidense, un 6% anual. No es de extrañar que los mercados bursátiles del mundo hayan experimentado una subida. Los precios de las acciones en EEUU este año han subido un 25%, en lo que parece un presagio de que los oscuros días de la recesión económica han desaparecido en la economía estadounidense y, si EEUU se recupera del terrible año 2001, entonces arrastrará tras de sí al resto del mundo (Europa y Japón) que experimentará un nuevo boom económico.

El presidente Bush lo ha pasado mal en los últimos tiempos. Pensaba que su aventurero ataque a Iraq y Sadam le garantizarían la reelección en las elecciones de 2004, que los estadounidenses patrióticamente le apoyarían, como ocurrió con los británicos y Thatcher después de las Malvinas. Pero a diferencia de la guerra de las Malvinas, que para ocupar la isla simplemente necesitó un pequeño contingente del ejército británico, en el caso de la guerra de Iraq no terminó el mes de mayo pasado, cuando Bush declaró el final de las hostilidades. Desde entonces, Iraq se ha convertido en un pantano mortal para las tropas estadounidenses y para los civiles iraquíes.

El coste de la intervención militar aumenta, Bush ha pedido al congreso 150.000 millones de dólares para financiar las ocupaciones de Iraq y Afganistán. Está intentando recoger fondos de otras potencias imperialistas, pero la respuesta alemana y francesa ha sido la de hacer oídos sordos. Los estadounidenses están preocupados y Bush se hunde en las encuestas, como ocurre con su perro faldero británico, Blair.

Como siempre, ahora todo depende de que el éxito económico sea suficiente para que los estadounidenses tengan el suficiente dinero para hacer frente a sus pagos semanales. Bush y compañía están eufóricos con sus éxitos económicos. El Comité Nacional Republicano ve la situación de la economía estadounidense a través de un cristal rosa: “El mes pasado la economía superó las expectativas y creó nuevos empleos. La inflación es baja. Los ingresos después de impuestos están creciendo. La propiedad inmobiliaria está alcanzando niveles récord. La productividad es elevada. Los pedidos en las fábricas, particularmente los relacionados con equipamiento de alta tecnología, han aumentado durante los últimos meses. Nuestra estrategia ha creado el escenario para un crecimiento sostenido. La reducción de impuestos fue una promesa nuestra, hemos hecho lo correcto en el momento adecuado para la economía estadounidense”.

Pero el crecimiento y la inversión son una cosa. Sin empleos Bush no ganará el año próximo. Por eso Bush y compañía están ahora insistiendo en el empleo. El Secretario del Tesoro, John Snow, dijo: “Mi reputación está en juego, el empleo crecerá antes de Navidad. Todo lo que sabemos sobre la economía indica que el tipo de crecimiento económico esperado para el año que viene, 3-4%, se traducirá en dos millones de nuevos empleo desde el tercer trimestre de este año hasta el tercero del año que viene. Es una media de 200.000 empleos mensuales”. Es una previsión muy ambiciosa, considerando que el empleo ha caído durante ocho trimestres consecutivos y que sólo creció en el mes de septiembre, y sólo 50.000 empleos.

Pero vamos a hacer una predicción que probablemente será más acertada. Después de haber visto desaparecer 2,6 millones de empleos, Bush probablemente será el primer presidente desde la Gran Depresión, liderada por Herbert Hoover, que presidirá una pérdida neta de empleo en su primer mandato.

La realidad es que el crecimiento económico que ahora disfruta EEUU es sólo una ilusión. Está basado en tres cosas. La primera es el enorme gasto gubernamental. A los republicanos se les supone firmes defensores del “libre mercado” y se oponen a que el Estado interfiera en el libre reino del capitalismo. Pero cuando es necesario arrojan por la ventana su ideología. Como Reagan antes que él en los años ochenta, Bush está intentando sustituir el fracaso de la inversión capitalista con el aumento del gasto gubernamental. El gasto en defensa y “seguridad nacional” está alcanzando niveles récord. El libre mercado ha sido sustituido por el bombeo de dinero, al estilo keynesiano.

La segunda cuestión, junto con el gasto, es que Bush ha introducido una enorme reducción de impuestos empresariales. Por ejemplo, las pequeñas empresas pueden comprar un Lincoln Navigator, Cadillac Escalade, Lexus, Chevrolet o un Ford, y ¡pueden deducir todo el coste de sus impuestos de 2003! ¡El gobierno está pagando la compra de coches de las empresas! El nuevo paquete de medidas para reducir los impuestos empresariales permite a las pequeñas empresas deducir más de 100.000 dólares al año de los gastos de capital. También se han reducido los impuestos sobre los dividendos e ingresos de los accionistas, particularmente para los más acomodados. Aunque una gran parte de esta generosidad no ha afectado a los desempleados y los trabajadores con menos salario, porque son tan pobres que no tienen ni siquiera para pagar impuestos, la clase media estadounidense sí que temporalmente ha visto como sus bolsillos se llenaban. Y por eso ha gastado.

Y, por último, el compañero de Bush en la Reserva Federal, el septuagenario Alan Greenspan, está ayudando a mantener la espiral de consumo con tipos de interés bajos, inferiores al 1%. Por esa razón, los estadounidenses han continuado pidiendo prestado como si no existiera el mañana, sobre todo para comprar casas y automóviles. La burbuja del precio de la propiedad continúa expandiéndose cada vez más, mientras que el ejército de parados también continúa subiendo.

El gasto y el desempleo van mano a mano en un baile alegre de muerte económica, porque los estadounidenses no están comprando productos fabricados en su propio país. EEUU absorbe ahora casi el 90% del capital mundial, pero produce menos de la mitad de los productos manufacturados que consume. En septiembre, el número de empleos manufactureros volvió a caer por trigésimo octavo mes consecutivo, los beneficios semanales bajaron por primera vez en catorce años.

¿Cómo van a pagar este gasto? En primer lugar, Bush está pidiendo prestado para pagar los recortes impositivos del gobierno, el gasto de armas y la guerra de Iraq. En segundo lugar, los estadounidenses están pidiendo préstamos para comprar coches y productos extranjeros. Los estadounidenses hacen esto porque el dólar es la principal moneda de comercio e inversión. El resultado es que el gobierno ha tenido que imprimir más billetes verdes para poder pagar a los extranjeros.

Pero si te endeudas en exceso con el resto del mundo, el riesgo es que tus acreedores comiencen a exigir más interés o si no dejarán de coger tus dólares. Su valor ha caído un 15% desde principios de este año, así que EEUU tendrá que seguir imprimiendo dólares para pagar sus deudas.

Puede que las reducciones de impuestos del gobierno convenzan a la población para que gaste más, pero las empresas están reduciendo sus plantillas y también se están reduciendo los beneficios. En EEUU, los empresarios todavía pagan el grueso de los gastos sanitarios de sus trabajadores, pero su contribución se ha reducido durante los últimos cinco años al 70% de los costes sanitarios.

Cada vez es mayor el número de trabajadores que no tienen seguro médico, incluso en las grandes empresas. Aproximadamente diez millones de trabajadores y sus familias, que trabajan en empresas con más de 500 trabajadores, en 2001 no tenían ningún tipo de protección sanitaria. El número de estadounidenses sin seguro ha crecido hasta 43,6 millones de personas, la cifra más alta desde 1998.

“Voy a tener que pedir limosna para mi insulina”, estas eran las palabras de Cathy Barkovich, una paciente diabética de Harmony que ha visto como ha desaparecido el seguro médico de su marido. Cuando intentó acceder a un programa gratuito de insulina le dijeron que no reunía las condiciones. Su marido es un conductor de autobús que gana 40.000 dólares al año y se supone que tiene suficiente dinero para comprarse la medicina.

En el sur de California 70.000 trabajadores de supermercados han ido a la huelga. Las empresas querían congelar los salarios durante dos años y eliminar algunos de los beneficios médicos que ellas tenían que pagar.

Esta burbuja de préstamo y gasto tiene que estallar el próximo año. Los tipos de interés no pueden permanecer tan bajos durante mucho más tiempo. Las empresas estadounidenses han conseguido mejorar su rentabilidad gracias a la reducción de empleo y de beneficios, pero no pueden subir los precios porque tienen una enorme competencia en el extranjero. China y otros manufactureros asiáticos están galopando por los mercados mundiales como si fueran los jinetes del Apocalipsis, destruyendo todo a su paso. Los manufactureros estadounidenses están atrapados entre la imposibilidad de fijar los precios que ellos quisieran y una fuerza laboral demasiado cara.

Bush está intentando ayudarles con reducciones de impuestos y la caída del dólar en los mercados mundiales. Pero ya hay algún síntoma de que los capitalistas estadounidenses no están dispuestos a mantener su parte del pastel a través de la inversión y la creación de empleo. En su lugar, mantienen su dinero en los bancos y trasladan sus operaciones a México, India o China.

Mientras tanto, las familias y el gobierno estadounidenses continúan acumulando deudas y cuando dejen de llegar las nóminas y no se cree empleo, veremos el pinchazo de esta burbuja de deuda e inmobiliaria, junto con el dólar. Supondrá el final de este falso auge y el final de las esperanzas de reelección de Bush.

28/10/03


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