Del 31 de enero al 5 de febrero se celebró en Porto Alegre el Segundo Foro Social Mundial (FSM), al mismo tiempo se reunía en Nueva York el Foro Económico Mundial. El Foro Social Mundial se ha convertido en algo similar a la Internacional del "movimExtracto de un artículo publicado en

Der Funke, periódico marxista austriaco

Del 31 de enero al 5 de febrero se celebró en Porto Alegre el Segundo Foro Social Mundial (FSM), al mismo tiempo se reunía en Nueva York el Foro Económico Mundial. El Foro Social Mundial se ha convertido en algo similar a la Internacional del "movimiento anti globalización". Participaron más de 50.000 personas, de las que 14.000 eran delegados que representaban a 2.000 organizaciones y 110 países diferentes, entre ellos había más de 1.100 parlamentarios.

Este año uno de los temas centrales de discusión ha sido la cancelación de la deuda de los países del "hemisferio sur" que equivale a 2 billones de euros. Todos estaban de acuerdo en que la deuda externa es uno de los principales obstáculos para un desarrollo humano sostenible y la responsabilidad de esta situación recae especialmente en los "especuladores" y los gobiernos de los países acreedores del "hemisferio norte". Estos últimos utilizan la deuda como un instrumento de presión sobre los países endeudados, "particularmente a través de los Planes de Ajuste Estructurales".

El FSM condenó también la "campaña antiterrorista" militar de EEUU. En la última asamblea general los delegados aprobaron por unanimidad una resolución en la que declaraban que la guerra no es un método apropiado de lucha contra el terrorismo y no es una solución a los problemas actuales del mundo.

La manifestación inicial previa a la inauguración del FSM demostró la amplitud que estaba adquiriendo este movimiento. No sólo participaron una gran cantidad de jóvenes, también hubo una presencia significativa de trabajadores individuales y sindicatos. Los trabajadores de la banca distribuyeron panfletos con el título: "Todos los banqueros son ladrones" y quemaron simbólicamente dólares y euros. Los trabajadores del petróleo y el metal pidieron la solidaridad internacional con los palestinos. Por la mañana la organización de los "sin techo" ocupó el edificio ya que el ayuntamiento había prometido hace un año convertirlo en apartamentos subvencionados.

¿A dónde va el movimiento?

Políticamente, el FSM estuvo dominado por aquellas tendencias que defienden la "globalización con rostro humano", cuyo representante más importante es ATTAC. En el Foro no se cuestionó ni hubo una oposición fundamental al sistema capitalista. Die Presse (periódico austriaco) decía: "Hay que domar el turbo capitalismo salvaje que sólo entiende de la maximización de beneficios y no tiene en cuenta el compromiso social, uno de los dirigentes del FMI expresó esta misma idea en el Foro Económico Mundial de Nueva York, es evidente que ambos lugares de reunión no están tan alejados como parecía".

En Porto Alegre los dirigentes del movimiento antiglobalización han evidenciado una vez más sus limitaciones en cuanto a la crítica y sobre todo a la alternativa al sistema capitalista. El FSM es, según sus organizadores, el representante más importante del movimiento. En realidad el movimiento ahora está dominado por una muchos "generales" sin un ejército a su disposición, no está enraizado en movimientos sociales genuinos, en las fábricas, institutos o universidades y su objetivo es conseguir que los representantes del capitalismo se sienten a negociar en una mesa. Los dirigentes de este movimiento, como se ha podido comprobar en este Foro, no luchan por acabar con el sistema de máximo beneficio del capitalismo que al fin y al cabo es el causante de todos los problemas que afligen a esta sociedad (pobreza, paro, etc.). Como reconocía un columnista de El País su único objetivo es poner parches a este sistema: "Sí que cabe un acercamiento entre Davos y Porto Alegre... en el adecentamiento mínimo de la sociedad capitalista para no nos estalle antes de que tengamos con qué sustituirla. Que es la apuesta de Porto Alegre"(El País 9/2/02).

La clase dominante, en su intento de dominar el movimiento, ha conseguido un éxito parcial importante en esta reunión. Sus tácticas son obvias. Se presentan como seres cautelosos y autocríticos para confundir al movimiento y frenarlo. Al ofrecer diálogo a las tendencias reformistas como ATTAC, la clase dominante intenta controlar el movimiento.

A pesar de todo la gran participación y simpatías que genera el movimiento antiglobalización son un indicativo claro del rechazo, sobre todo entre la juventud, que genera el capitalismo. Si los partidos de izquierda y los sindicatos defendiesen un programa claramente socialista y revolucionario, el movimiento adquiriría una solidez y fuerza que sólo puede venir de la organización consciente y masiva de la clase trabajadora.

Otro mundo es posible, claro que sí. Un mundo socialista, sin clases, sin opresión y con todos los conocimientos y riquezas acumuladas al servicio de la inmensa mayoría de la sociedad. Y también existe la fuerza para necesaria para alcanzar este mundo posible y ahora lo estamos viendo en Buenos Aires, en las asambleas populares, en las multitudinarias manifestaciones de trabajadores y parados. Ese es el camino.


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