Antes de estos acontecimientos en los últimos treinta años se habían producido tres importantes subidas del petróleo, todas relacionadas con disturbios geopolíticos en Oriente Medio.
Después de la guerra árabe israelí de Yom Kippur en octubre de 1973, el subsiguiente embargo petrolero a occidente impuesto por la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEC) cuadriplicó los precios del petróleo.
La revolución iraní de 1979, la crisis de los rehenes de Irán-EEUU y la guerra Irán-Iraq de 1980 casi triplicaron los precios del crudo.
Después llegó la invasión de Kuwait en 1990 que en poco tiempo puso el precio del barril a 40 dólares, doblando los precios que existían antes del inicio de las hostilidades.
Y ahora tenemos la guerra de EEUU en Iraq. Los antecedentes de las anteriores crisis del petróleo se ajustan casi a la perfección. En el caso de EEUU, cada una de las tres anteriores crisis del petróleo fue seguida por una recesión. La primera llevó a la recesión profunda de 1973-75. La segunda fue seguida de la breve recesión de 1980, a la que finalmente siguió una severa recesión en 1981-1982. Y la Guerra del Golfo fue seguida por la recesión suave de 1990-1991.
Todas estas contracciones cíclicas tienen una cosa en común: la economía estadounidense ya era vulnerable cuando fue golpeada por la crisis del petróleo. En los tres trimestres finales de 1973 el crecimiento real del PIB había caído a una tasa media anual del 2,2 por ciento. En la primera mitad de 1979 el crecimiento medio anual descendió a sólo un 0,6 por ciento. Y en los tres trimestres anteriores a la invasión de Kuwait el crecimiento real del PIB había caído a un 2,2 por ciento. En todos los casos, cuando estalló la crisis del petróleo la economía estadounidense estaba cerca o casi a punto de “pararse”.
¿Por qué una subida profunda de los precios del petróleo provoca una recesión económica? Porque el petróleo sigue siendo muy importante para el funcionamiento del capitalismo mundial. Es verdad que hay otras formas de energía: gas natural, carbón, agua, energía nuclear... que pueden hacer funcionar la industria. Pero el petróleo y su producto refinado, la gasolina, siguen siendo la única forma de combustible que sirve para el transporte de mercancías (camiones, aviones...) y el movimiento de la mano de obra (automóviles, autobuses y aviones).
La industria ferroviaria antes era una alternativa. Pero la combinación de trayectos más rápidos para los viajes transcontinentales en América del Norte, Europa y Asia, la necesidad de cruzar océanos y, más importante aún, la creciente demanda de transporte privado (frente al público) en forma de automóviles, descartaron la opción del ferrocarril.
El capitalismo consigue mucho más dinero vendiendo automóviles que proporcionando transporte público en ferrocarriles o autobuses. Ahora las comunicaciones y el movimiento dependen del petróleo.
La subida de los precios del petróleo supone una subida de costes para la economía, pero también implica una pérdida de poder adquisitivo para la clase trabajadora y sus familias. La gente tiene que comprar combustible para sus automóviles. Si los precios del petróleo suben la gente deben dejar de comprar otras cosas. Por esa razón los precios del petróleo afectan al consumo. Una menor demanda de mercancías y servicios de los vendidos por los capitalistas significa menos ingresos por ventas. Los beneficios de los capitalistas se ven afectados de dos formas: costes más elevados y menos ventas.
Este efecto es particularmente duro para la economía capitalista más grande del mundo: EEUU. Se trata del principal consumidor de energía. Gracias a la ausencia de transporte público y a los incentivos para comprar automóviles, ahora necesita más combustible para los vehículos de utilidad deportiva (SUV) que se venden cada año que para los coches normales.
En EEUU eres realmente pobre si no tienes un coche. El huracán Katrina demostró trágicamente por qué, cuando el pobre (y principalmente negro) de Nueva Orleans no podía escapar de la ciudad porque no tenía coche y nadie le ofreció un transporte. Las autoridades les abandonó a su suerte.
Una recesión económica es muy probable si los precios del petróleo siguen elevados. Y esto es lo más probable. La mayor parte de la subida de los precios del crudo se ha debido al aumento de la demanda global. Los principales contribuidores han sido China y EEUU.
Las ventas de coches chinos están en auge. El año pasado se vendieron más de 2,5 millones. China está eclipsando a Japón como el segundo mercado más grande de automóviles. De seguir la tendencia actual se podrían vender más coches en China en los próximos 15-20 años que en EEUU. Eso significa un oscuro panorama para la demanda futura de crudo.
El régimen chino no hace nada con relación a la conservación de la energía o los controles medioambientales. Según la Agencia Internacional de la Energía en 2002 la intensidad del petróleo de China ¾ el consumo primario de petróleo por unidad de PIB ¾ era 2,3 veces que el de la medía de los países desarrollados de la OCDE, la situación de India es aún peor, 2,9 veces la media de la OCDE. Poco debe asombrar que China, que tiene apenas el 4 por ciento del PIB mundial, contara con el 7% del consumo crudo mundial en 2003.
Los precios del petróleo van a seguir altos no sólo por la fuerte demanda, sino también porque la producción mundial está alcanzando su capacidad. La OPEC ya está bombeando petróleo a un ritmo récord. El único productor de la OPEC que dice tener más capacidad es Arabia Saudí. Está produciendo casi 10 millones de barriles diarios. En los años ochenta, la producción saudí era de 10,5 millones de barriles. Este dato hace suponer que Arabia Saudí todavía no está produciendo a plena capacidad.
El gran debate entre los expertos del petróleo es si habrá suficiente petróleo para los próximos cinco o diez años. Algunos dicen que el mundo está consumiendo vorazmente los más de un billón de barriles de reservas que se sabe todavía existen. Otros dicen que las nuevas tecnologías harán posible a las petroleras encontrar nuevos yacimientos de petróleo y extraer más de los ya conocidos.
Hay tres razones para la falta de consenso. La primera es porque el petróleo se encuentra en el subsuelo y es difícil medir cuanto queda. La segunda es que el mundo del petróleo está envuelto en el secretismo. Arabia Saudí no sabe sus reservas ni sus datos de producción. Durante los últimos diecisiete años los saudíes dicen que tenían 263.000 millones de barriles de reserva, en aquella época, han extraído 55.000 millones de barriles de producción. Así que a menos que hayan sustituido esa producción con nuevas reservas no conocidas, sus cifras deben haber caído.
Además, están surgiendo dudas sobre si Arabia Saudí es capaz de mantener la producción actual, por no hablar de suministrar las futuras necesidades de petróleo en el mundo. Arabia Saudí ha confiado durante cincuenta años en el yacimiento supergigante de Ghawar. Sin embargo, Ghawar es un yacimiento viejo y no se han producido nuevos descubrimientos significativos en el reino durante los últimos treinta y cinco años.
No es porque no lo hayan intentado, Saudi Aramco, la empresa petrolera estatal, ha invertido miles de millones de dólares y ha utilizado la mejor tecnología que podía comprar, pero los resultados han sido mediocres. Si la producción de Ghawar disminuye también lo hará la producción Saudí en su conjunto.
Seguramente las reservas saudíes todavía son grandes y se tardará años en agotarlas, pero el coste de extraer el petróleo cada vez es mayor. Eso mantendrá alto el precio del crudo.
El suministro de crudo puede que no haya llegado al máximo, pero los suministros de gasolina refinada sí. Incluso antes del huracán Katrina, la capacidad de producción de gasolina en EEUU estaba ya en el máximo.
Durante los próximos meses las dañadas refinerías del Golfo de México reabrirán y con ello puede que retrocedan un poco los precios de la gasolina, pero durante años la demanda de petróleo seguirá por encima de la capacidad de refinado. Y es poco probable que esta situación cambie en un futuro inmediato.
No se ha construido ninguna nueva refinería desde 1976, por eso EEUU tiene que importar el 10% de la gasolina que necesita. El siguiente cuadro demuestra que la capacidad de refinar gasolina (en millones de barriles al día, MbD) nunca ha sido tan pequeña en los últimos treinta años como lo es ahora.
Año Capacidad refinado (Mbd) Demanda petróleo (Mbd)
1978 78 63
1979 80 65
1980 81 62
1981 82 60
1982 79 58
1983 76 58
1984 74 59
1985 73 59
1986 73 60
1987 74 61
1988 73 63
1989 74 65
1990 76 65
1991 76 65
1992 74 66
1993 75 66
1994 76 67
1995 77 68
1996 78 70
1997 80 72
1998 81 73
1999 81 74
2000 82 75
2001 83 75
2002 83 77
2003 84 78
2004 85 81
2005 86 83
Un nuevo problema es la ausencia de capacidad de reserva de la clase correcta de crudo. Arabia Saudí puede pretender que aún tiene capacidad de reserva. Sin embargo, el grueso de esa capacidad es crudo muy agrio que no vale para refinarlo y transformarlo en gasolina. EEUU tiene sólo inventarios para hacer frente a 15 días de demanda de gasolina, la mitad que tenía hace veinte años.
Violentamente, en la crisis del Katrina EEUU tuvo que tener en consideración la oferta de gasolina procedente de Europa y Venezuela. Los 700 millones de barriles que formaban la reserva estratégica de petróleo de EEUU no bastaban para hacer frente a la escasez producida por el cierre de las refinerías de la Costa del Golfo.
Los precios del crudo han estado subiendo durante los últimos cinco años. Hasta ahora, los consumidores estadounidenses han negado la importancia de este coste extra de la energía. Sin embargo, cada vez que el precio real de la gasolina ha subido más del 20%, como ocurrió en 1974 y en 1979-80, ha provocado una profunda caída del consumo que ha llevado a una recesión económica. Ahora, incluso si EEUU consigue durante el resto del año bajar los precios de la gasolina a menos de 3 dólares el galón, el precio real de la gasolina habría subido más de un 20%.
En las tres últimas subidas importantes de los precios del petróleo que llevaron a una recesión económica, el precio del petróleo en términos reales (después de tener en cuenta la inflación general) alcanzó al menos los 40 dólares /barril. El precio actual del petróleo es de 65-70 dólares/barril, que es el equivalente a precios reales de aproximadamente 45-50 dólares/barril (ver cuadro). De este modo, si los precios de la gasolina y el petróleo siguen igual durante los próximos seis meses, EEUU y la economía mundial podrían enfrentarse a una recesión.
Año Exceso de capacidad(millones de barriles) Precio real del petróleo(dólares USA en 2003)
1970 4.1 9.99
1971 4.4 11.68
1972 4.4 12.31
1973 2.8 12.98
1974 4.1 41.85
1975 7.6 36.21
1976 4.3 38.21
1977 4.8 38.96
1978 6.5 36.51
1979 4 74.06
1980 5.7 79.21
1981 7.1 69.01
1982 9.3 61.02
1983 9.8 53.77
1984 9.2 50.52
1985 10.2 46.79
1986 8.3 23.79
1987 8 29.46
1988 6.1 22.97
1989 5.4 26.58
1990 3.2 32.36
1991 1.2 26.16
1992 1.8 24.96
1993 2.9 21.37
1994 3.1 19.79
1995 3.1 20.77
1996 2.9 23.89
1997 3.1 22.08
1998 3.2 14.76
1999 5 19.86
2000 3.1 30.16
2001 4.1 25.28
2002 5.6 25.52
2003 1.8 28.89
2004 1 36.48
2005 0.5 48.5