Así empezó una rebelión que duró 20 horas y cuyo objetivo era desenmascarar la gran mentira de la “guerra contra el terrorismo” en Filipinas.
Tras rendirse pacíficamente durante la noche del domingo, los rebeldes seguían acusando a la presidenta, al jefe del ejército y al ministro de Defensa de haber provocado conscientemente dos atentados en Davao, capital del archipiélago sur de Mindanao. En abril y marzo de este año estos dos atentados, en el puerto y aeropuerto respectivamente, mataron 39 personas e hirieron a más de 200.
Los militares rebeldes acusan abiertamente de corrupción a todos los altos cargos del Estado y se quejan de sus bajos salarios y las precarias condiciones de vida en los cuarteles. Denuncian que los mandos del ejército son corruptos y venden armas a la guerrilla maoísta del CPP-NPA y a la guerrilla independentista islámica del MILF en Mindanao; que sus compañeros mueren inútilmente matados por las mismas balas del ejército; que el Estado quiere mantener artificialmente la supuesta “guerra contra el terrorismo” para cobrar más y más ayudas de EEUU.
Los soldados sublevados exigen:
1. Limpieza de los mandos corruptos del ejército.
2. Que se acabe con el terrorismo de Estado y las falsas acusaciones a la guerrilla del Frente Islámico de Liberación Nacional de Mindanao (MILF).
3. Impedir la muerte de civiles y soldados que sólo le sirve al Gobierno para justificar leyes represivas: Ley Antiterrorista, Estado de Emergencia, Estado de Rebelión, etc.
4. Mejores condiciones para los soldados y concretamente la reducción de las diferencias salariales dentro de la AFP.
Terrorismo de Estado
Los 348 soldados rebeldes han sido detenidos y procesados por un tribunal civil. La presidenta Macapagal se encuentra en una difícil situación. Por un lado tiene miedo de que un castigo demasiado duro pueda hacer estallar la rabia entre los soldados, pero al mismo tiempo teme que un castigo demasiado leve envalentone la rebelión dentro de las AFP. Por supuesto los altos mandos del ejército y del Gobierno han rechazado las acusaciones de los jóvenes soldados, pero de hecho el jefe de inteligencia militar, el general de brigada Víctor Corpus, ya ha dimitido. Este ha sido acusado directamente de haber preparado el atentado terrorista junto al ministro de Defensa, Angelo Reyes, que dimitió a finales de agosto.
Las acusaciones de los amotinados son clarísimas: el gobierno filipino provoca a la guerrilla, pone bombas y mata inocentes para luego echar la culpa a los guerrilleros. Las acusaciones de terrorismo de Estado son verosímiles ya que proceden de jóvenes oficiales que, como dijo el jefe del ejército, general Narciso Abaya, tenían todo que perder al protagonizar una protesta de estas características: “Los rebeldes proceden de unidades de élite de todas zonas del Estado, incluso del Primer Batallón de los Scout Rangers, del Grupo Especial de Combatientes de la Marina y sus Fuerzas de Rescate; y por lo menos hay 12 oficiales de la Aviación y de los Escuadrones de Combate Aéreo.” Además, los rebeldes declararon que la presidenta, ya que tiene poco apoyo social, proyecta hacer estallar más bombas en la capital Metro Manila para poder extender su estrategia de terror y decretar la ley marcial, con el objetivo de mantenerse en el poder.
Al día siguiente, lunes 28 de julio, hubo una manifestación conjunta organizada por grupos de izquierdas y principalmente por la Unión Sindical BMP (Solidaridad entre los Trabajadores Filipinos). El martes 29, ésta se repitió con miles de trabajadores para protestar contra el Gobierno y solidarizarse con los amotinados.
Polarización social
Estos acontecimientos reflejan la profundización de la crisis del Estado burgués y se dan dos años después de las magníficas insurrecciones de masas del año 2001, que obligaron huir al corrupto y antiobrero ex presidente Joseph Estrada. Hicimos un análisis detallado de estas movilizaciones de masas en nuestra web internacional www.marxist.com.
Durante los últimos años las privatizaciones del agua y del sector eléctrico han dado pasos fundamentales y los planes del FMI, del Banco Mundial y del Banco por el Desarrollo Asiático han sido aplicados sin perdón. Las masas filipinas están perdiendo toda confianza en los políticos burgueses y este proceso también se refleja día tras día en la pérdida de apoyo a la izquierda maoísta y estalinista que sigue confiando en la burguesía nacional, a la vez que aumenta el fortalecimiento de la nueva organización político sindical, la BMP, que surgió de la crisis del maoísmo y del estalinismo en todo el país. Por otro lado, la intervención de tropas de EEUU en el sur de Filipinas (Mindanao), con la excusa de la “lucha contra el terrorismo”, está provocando una agudización de la cuestión nacional entre las poblaciones Lumad y Moro. Además la actitud servil proimperialista de la burguesía filipina está polarizando la sociedad. Las divisiones dentro del ejército lo dicen todo. La composición obrera y campesina de la base de la AFP ha impedido al Gobierno poder utilizar el ejército contra las movilizaciones de masas en los últimos años, por miedo a una ruptura en líneas de clase dentro del mismo. El hecho de que los soldados rebeldes hayan tenido el valor de expresarse públicamente (y pagar por ello) abre la posibilidad a una alianza más explícita entre la clase obrera y sus hijos en armas. Esto va a jugar un papel muy importante en los próximos acontecimientos revolucionarios que sacudirán Filipinas. Este país tiene tradiciones de lucha obrera muy importantes y existe una nueva generación de trabajadores que poco a poco, a veces bruscamente, aumentan su desconfianza en el sistema y la confianza en sus propias fuerzas.
No debemos olvidar lo que pasó en Venezuela. El presidente Hugo Chávez Frías intentó un golpe de izquierdas en 1992 para barrer los políticos corruptos y proimperialistas y establecer un gobierno en favor de las masas. Chávez empezó como un joven militar muy crítico con el imperialismo. Fue encarcelado, pero al cabo de pocos años su popularidad era tan grande que llegó a ser elegido presidente y hasta la fecha ha ganado seis elecciones y referendos, convirtiéndose en la dirección del movimiento revolucionario que protagonizan las masas venezolanas.
La actitud del imperialismo de EEUU hacia los soldados rebeldes filipinos ha sido lógicamente muy negativa. La portavoz del Departamento de Estado norteamericano, Johanne Moore, no tardó en declarar: “Que nadie dude de nuestro pleno apoyo al Gobierno legítimo...Un golpe militar tendría inmediatas consecuencias muy negativas, como la hostilidad contra el nuevo gobierno de Filipinas” ¡Qué hipócritas! Un día conspiran para derrocar al gobierno democrático de Chávez en Venezuela y al siguiente defienden el terrorismo de Estado de la burguesía filipina y su política en contra de las libertades democráticas y sindicales. ¿Qué están haciendo las tropas de EEUU en Filipinas? Lo mismo que hacen en Iraq y Afganistán: cuando el gobierno de un país estratégico no es bastante estable, si es títere le apoyan con sus tanques, pero si no les gusta, lo aplastan con los mismos tanques. Los que pagan siempre son los trabajadores.
Sin embargo, en Filipinas no lo van a tener sencillo. El proceso revolucionario, con sus altas y bajas, ya empezó en el año 2001 y lo que estamos viendo es otra etapa de una grave crisis del Estado burgués y del imperialismo.