En concreto se plantea reducir las prestaciones por desempleo de larga duración al nivel de las de la Seguridad Social, es decir a 345 euros mensuales en el oeste y a 331 en el este, al tiempo que se pretende que los desempleados acepten trabajos de un euro la hora en el sector público, substituyendo así empleo de calidad por otros muy mal pagados. Junto a estas medidas también se está estudiando la reducción de impuestos para los más ricos. Por supuesto que los democristianos, la patronal y las iglesias católica y protestante respaldan incondicionalmente las “reformas” del gobierno, al tiempo que esperan aprovecharse del desgaste que le producirán medidas tan impopulares.
Movilizaciones
Este tipo de ataques a las conquistas históricas de la clase obrera no se limitan a Alemania sino que se extienden por toda la Unión Europea. Son un síntoma de la crisis global del capitalismo. Bajo estas circunstancias la socialdemocracia se ve abocada no ya a una política de reformismo sin reformas sino de contrarreformas abiertas, aplicando directamente la política de la patronal. Sin embargo, esta política no va a ser llevada a cabo sin un desgaste considerable para el partido socialdemócrata alemán (SPD). En primer lugar sus planes de ajuste han llevado a la movilización de decenas de miles de parados, pensionistas y trabajadores que todos los lunes desde principios de agosto, siguiendo la tradición de 1989, se manifiestan en más de doscientas ciudades. El centro de las protestas se encuentra en el este, la antigua RDA, donde el paro es más del doble que en el oeste, especialmente en las ciudades de Leipzig, Berlín y Magdeburgo. Sin duda, estos últimos ataques han servido para despertar el descontento de los trabajadores del este hacia las falsas promesas que se les hicieron hace quince años durante la reunificación. En vez de la idílica perspectiva de un desarrollo progresivo y democrático bajo el capitalismo se han encontrado con la dura realidad en forma de paro masivo y recortes salvajes a la cobertura social. En cualquier caso, como ha dicho Oskar Lafontaine, la principal contradicción en Alemania no es entre el este y el oeste sino entre ricos y pobres.
Por desgracia los lideres de la protesta, tanto Lafontaine, comprometido en el pasado en los mismos planes de recortes del SPD que hoy denuncia, como la dirección reformista del PDS (Partido del Socialismo Democrático, el antiguo partido estalinista de la RDA) son incapaces de dar una clara perspectiva anticapitalista a la protesta, único modo de conseguir la victoria sobre el gobierno de coalición de los verdes y el SPD.
Debacle electoral
Como consecuencia de todo ello continua la debacle electoral del partido de Schröder. En las elecciones federales del Sarre, celebradas el 5 de septiembre, el SPD cosecho los peores resultados en cuarenta años con una perdida del 40% de su electorado. Estos malos resultados seguramente se ratificarán en las elecciones federales de Sajonia y Brandeburgo, dos estados del este, que tendrán lugar el 16 de septiembre. Mientras la crisis interna dentro del SPD continúa, con un abandono de la militancia y un aumento de las divisiones internas, crisis que se profundizará con la entrada en escena de la clase trabajadora alemana, y cuyos primeros pasos han sido las movilizaciones de este verano.