El próximo 20 de febrero se celebrará en el Estado español el referéndum sobre la Constitución europea. Desde el gobierno se está presentando esta Constitución como un paso más en el proceso “irreversible” de construir una Europa “unida” en que “todoEl próximo 20 de febrero se celebrará en el Estado español el referéndum sobre la Constitución europea. Desde el gobierno se está presentando esta Constitución como un paso más en el proceso “irreversible” de construir una Europa “unida” en que “todos ganaremos”, una Europa de “paz” y “prosperidad”. Se empeñan en presentarnos el texto constitucional como el garante de nuestros derechos y del desarrollo de todos los europeos. De hecho, el gobierno está gastando dinero público, no en fomentar la participación en el referéndum y dar a conocer las propuestas de la Constitución, sino en pedir, directamente, el voto por el SÍ.

La Constitución europea

es antidemocrática

Lejos de salvaguardar los derechos democráticos, la Constitución europea es un texto profundamente antidemocrático. En primer lugar en cómo se ha elaborado: ni siquiera se ha elaborando a través de unas Cortes Constituyentes elegidas por sufragio universal, sino por un grupo de burócratas presidido por el reaccionario Giscard d’Estaing que durante su mandato al frente del gobierno francés se caracterizó por imponer duros ataques a los jóvenes y trabajadores.

No seremos los jóvenes y trabajadores los que decidamos el futuro de Europa. Sabemos que incluso con el parlamento burgués más democrático del mundo, las decisiones realmente importantes las toman los consejos de administración de las grandes multinacionales, pero en el caso de la Unión europea ni siquiera han tratado de mantener la apariencia de la “democracia”. El único organismo elegido mediante el sufragio universal será el Parlamento europeo y éste sólo tendrá, en la práctica, un valor consultivo. Los que decidirán serán los gobiernos, y la experiencia del gobierno Aznar demuestra que la voluntad de un gobierno puede ser diametralmente opuesta al sentir mayoritario de la población de un país. Además la supuesta Iniciativa Legislativa Popular será un paripé ya que, aunque se cumplan todos los requisititos, podrá ser desestimado por la Comisión.

La Constitución europea, además, impide que un pueblo sin Estado propio pueda ejercer su derecho de autodeterminación, negando, por tanto, los derechos democráticos de las nacionalidades oprimidas (Art. I.5.1). Tampoco los inmigrantes tendrán reconocidos sus derechos democráticos, ni siquiera los que tengan en regla sus papeles ya que, en ningún caso recibirán la ciudadanía europea, solamente un supuesto “trato equitativo” (Art. III.267).

La Constitución europea

es antiobrera

En todos los aspectos sociales que la Constitución europea plantea hay claramente dos raseros: Todos aquellos principios que afectan a la macroeconomía y tienen como objetivo ratificar e impulsar las políticas económicas que han llevado hasta ahora los distintos gobiernos europeos (ya sea Aznar aquí, o Chirac o Berlusconi en Francia e Italia respectivamente o Schröder o Blair en Alemania y Gran Bretaña), es decir, privatizaciones, reconversiones, recortar el gasto social... son principios de obligado cumplimiento para los Estados miembros.

Es un texto que eleva a rango constitucional las políticas de recortes y retrocesos que hemos sufrido estos últimos años, legalizando y legitimando procesos de reconversión como el que estamos sufriendo en Izar, chantajes (amenazando, por ejemplo, con la deslocalización) para alargar jornadas laborales, recortar derechos sindicales, reducir salarios... Ya sólo con la declaración de intenciones que se escribe se le ve el plumero: “La Unión obrará en pro del desarrollo basado (...) en una economía de mercado altamente competitiva” (Art. 1.3.3).

Sin embargo, los derechos sociales y laborales son, solamente, buenas intenciones, se remiten a las legislaciones nacionales (pensemos en los derechos sociales y laborales de algunos países de la Unión) y en ningún caso obligan a los Estados miembro. Reside aquí el verdadero carácter de la Constitución europea: una Constitución para una Europa dominada por la banca y las grandes multinacionales. La burguesía europea está llevando adelante estos ataques contra los jóvenes y trabajadores porque sólo así pueden competir con la burguesía norteamericana. Se hace evidente que no hay dos modelos, el europeo y el norteamericano, como han tratado de defender desde algunos sectores. Se trata de un solo modelo: cómo explotar más a los trabajadores para obtener más beneficios.

La Constitución europea favorece la privatización de la enseñanza

Uno de los aspectos sociales donde de forma más clara se puede contemplar las intenciones de la Constitución europea en materia social es en cuanto a la educación (Art. II.74).

En este artículo la Constitución europea apuesta por la educación privada de una forma contundente. En ningún caso menciona la educación pública y además plantean que “favorecerán” la educación gratuita en la etapa obligatoria (sólo favorecerán, es decir podrá haber educación obligatoria de pago y la gratuita que haya podrá ser mediante subvenciones a la educación privada).

En su tercer apartado permite que cualquiera – da igual que en su centro se eduque separando a los sexos, o discriminando a los inmigrantes o a los que no son cristianos – pueda construir su centro educativo privado. Además amparándose en la supuesta “libertad de elección de centro de las familias” permite que se siga discriminando a la educación pública a favor de los empresarios de la privada ya que, como muchas veces hemos explicado, esa “libertad” no es más que una falacia para que los centros privados concertados puedan escoger a su alumnado mientras en los centros públicos faltan plazas (obligando a las familias a matricular a sus hijos en la privada).

La Constitución europea

es la Constitución

de la guerra

Durante las movilizaciones contra la guerra de Iraq desde algunos sectores de la izquierda proponían a los gobiernos de Francia y Alemania como aliados contra EEUU y su política imperialista. Tenemos que combatir esta idea errónea, ya que entendíamos que si Francia y Alemania no apoyaban la guerra de Iraq, no era por razones humanitarias, sino porque, únicamente, sus burguesías tenían intereses imperialistas contrapuestos a los norteamericanos, en esa ocasión.

Nuestros aliados eran los trabajadores de todo el mundo, en primer lugar los iraquíes y árabes y nunca los gobiernos de dos potencias imperialistas caracterizadas por atacar los trabajadores de sus países y que habían demostrado en numerosas ocasiones (en el caso de Francia por ejemplo, siendo una de las responsables de las matanzas en las guerras que aun hay en África y en el caso de Alemania desmembrando las antiguas Yugoslavia y Checoslovaquia) su “humanitarismo”.

La hipocresía del imperialismo europeo queda demostrada en la Constitución europea. En el apartado titulado “Solidaridad”, la Constitución europea justifica y legitima las llamadas “guerras preventivas”, siempre que haya una supuesta amenaza terrorista o a la seguridad de la Unión (Art. III.309.1). Es decir, la Constitución europea justifica intervenciones imperialistas como la norteamericana en Iraq y prepara futuras intervenciones imperialistas europeas, abogando por un futuro ejercito europeo e instando a los Estados miembros a que se esfuercen por mejorar sus ejércitos (Art. I.41.3), eso si, manteniendo en todo momento los compromisos adquiridos con la OTAN (Art. I.41.2).

¿Hay otra alternativa?

Desde algunos sectores de la izquierda se está defendiendo que la Constitución europea no es positiva, pero que es el único camino ya que de lo contrario estaríamos planteando abandonar la Unión Europea y eso supondría el desastre para el Estado español “¿a dónde vamos sino es dentro de la UE?”.

Somos los primeros interesados en construir una Europa unida en el que toda la riqueza que se genera y todo el potencial que tiene el continente sirva para cubrir las necesidades sociales de los habitantes de Europa. Es más, pensamos que nuestros problemas como jóvenes del Estado español y europeos son los mismos, en esencia, que los que sufren los jóvenes de otras partes del mundo y por tanto la solución a los problemas de la humanidad pasa no sólo por la construcción de una Europa unida, sino por la construcción de un Mundo unido.

Pero la cuestión no es esa, sino en beneficio de qué intereses construimos esa Unión. Hasta ahora la experiencia de la Unión europea es la experiencia de la reconversión pesquera, minera, naval, siderúrgica, la destrucción de comarcas enteras en Asturias, Galicia, Andalucía, Euskadi, las privatizaciones, la cuota láctea... El ejemplo de Izar demuestra de forma cristalina como todas esas políticas no se han realizado para beneficiar al conjunto de la sociedad, sino sólo a unos pocos. ¿Está justificado el cierre de astilleros cuando el desastre del Prestige ha demostrado la necesidad urgente de nuevos buques de salvamento, arrastre, petroleros de doble casco, etc.? ¿A quién beneficia semejantes medidas? Está claro que solamente a las grandes multinacionales, a los especuladores y a los grandes bancos. En cuanto a las “ayudas europeas” se está demostrando cada vez más que eran pan para hoy y hambre para mañana. La Constitución europea es un paso más hacia esa Europa de las multinacionales y el capital financiero.

Tenemos que defender por tanto un NO, rotundo, a la Constitución europea y pensamos que todas las organizaciones de izquierdas tendrían que defender esta postura contundente. Así mismo, creemos que si la gran burguesía europea ha logrado dar tantos pasos en la construcción de su Unión ha sido precisamente porque las organizaciones de izquierdas en el conjunto de Europa no han explicado la verdadera cara de la UE y no han defendido una alternativa de izquierdas.

Tenemos que apostar por una Europa unida en la que los jóvenes y los trabajadores podamos poner al servicio de la sociedad toda la riqueza que producimos y que bajo el capitalismo se apropian un puñado de parásitos, grandes empresarios y banqueros: luchamos por la transformación revolucionaria de la sociedad, por construir una Federación de Estados Socialistas de Europa, como primer paso hacia una Federación Socialista Mundial.

¡Vota NO a la Constitución Europea!

¡Organízate con nosotros para luchar contra la Europa de la Banca y las multinacionales y por una Federación de Estados Socialistas de Europa!

Rocío Cruz

Sector Crítico de CCOO

Comarca Sur · Madrid


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