Las reivindicaciones del sindicato son muy modestas: una subida salarial del 5,5% y un salario mínimo de aproximadamente 1.600 euros (actualmente es de 1.500). Hay que tener en cuenta que los trabajadores industriales del sector privado ganan entre 1.900 y 2.400 euros (y también el coste de la vida en Suecia).
Para comprender la importancia de esta huelga necesitamos mirar brevemente a la historia reciente del Sindicato de Trabajadores Municipales. En primer lugar, es el sindicato más grande de Suecia con unos 600.000 afiliados (Suecia tiene una población total de 8,5 millones de habitantes) y su base siempre ha estado muy a la izquierda.
Hace un par de años la economía sueca empezó a tener problemas y el Partido Socialdemócrata empezó a reducir el gasto público. Los trabajadores municipales aguantaron los ataques porque sus dirigentes sindicales les decían que no había otra alternativa. El descontentó estalló cuando la dirección comenzó a apoyar las privatizaciones. La presión de la base obligó a la burocracia a una retirada parcial en la cuestión de la privatización. Era inevitable que en un determinado momento estallaran las luchas y la explosión al final se ha presentado como una venganza.
Punto de inflexión
Suecia es un país pequeño pero con sindicatos muy poderosos. El problema es que el movimiento obrero ha tenido una dirección burocrática colaboracionista, siempre dispuesta a los compromisos. Eso explica porqué no se han producido huelgas importantes desde los años ochenta.
El Partido Socialdemócrata lleva en el gobierno más de cincuenta años (aparte de algunas interrupciones breves). El vínculo del partido con los sindicatos es una de las razones que explican la escasez de huelgas durante el último período, sobre todo en el caso de los trabajadores municipales, que durante años ha sido un sindicato muy leal al gobierno.
En el año 2002, el Partido Socialdemócrata ganó las elecciones con el 40% de los votos y consiguió formar gobierno con el apoyo del Partido de Izquierdas (antiguo partido comunista) y los Verdes. El partido ganó las elecciones gracias a sus promesas de aumentar el gasto público y a su promesa de aumentar los salarios de los trabajadores municipales pero la economía ya estaba con problemas y no pudo cumplir sus promesas.
Pero los trabajadores municipales ya han tenido suficiente. La dirección burocrática del sindicato está sufriendo una dura presión de su militancia. El último acuerdo no consiguió un aumento salarial significativo, por eso no les queda más remedio que conseguir ahora un aumento lo suficientemente importante.
Las encuestas demostraban que más del 70% de la población apoyaba la lucha de los trabajadores municipales: muchos comprenden que sus reivindicaciones son buenas para el estado del bienestar. Los dirigentes sindicales esperan ganar pronto y sin el más mínimo esfuerzo. Por desgracia para ellos, los ayuntamiento no están dispuestos a ceder porque la mayoría arrastra déficit económico.
La huelga de los trabajadores municipales representa un punto de inflexión importante para la lucha de clases en Suecia y debe servir para elevar la conciencia de clase de los trabajadores suecos, que ya está aumentando.
Johan Johansson
Estocolmo