A principios de octubre, miles de trabajadores de la Companhia Paulista de Trens Metropolitanos (CPTM) y de la Companhia de Saneamento Básico do estado de São Paulo (SABESP) realizaron una huelga conjunta contra el plan de privatización de los servicios esenciales que estas empresas ofrecen a la población de São Paulo. El 28 de noviembre realizaron otro paro de 24 horas y recibieron el apoyo de los docentes que participaron en una manifestación frente a la Asamblea Legislativa del estado.
Con la elección del gobernador Tarcísio de Freitas, ministro de Infraestructuras en el Gobierno del expresidente Jair Bolsonaro, el estado de São Paulo se enfrenta a un verdadero desmantelamiento en materia de educación, que actualmente tiene sobre la mesa un paquete de recortes de 10.000 millones en este sector, además de constantes ataques al Sistema Único de Salud (SUS) público. En 2018, el Gobierno del conservador Doria privatizó Eletropaulo, comprada por la italiana Enel, que ya redujo el número de trabajadores en un 35%, lo que provocó una serie de “apagones” en noviembre pasado.
Ahora Tarcísio vuelve sus garras a las empresas que aún tienen participación estatal. En 2022, SABESP obtuvo una ganancia de 3,12 mil millones de reales, además de ser considerada la tercera mayor empresa de saneamiento del mundo, que tiene tarifas sociales para personas mayores, desempleados, trabajadores en riesgo de pobreza, etc. Estos datos revelan cómo el Proyecto de Ley 1.501 de privatización de la empresa solo sirve a los intereses del capital y de media docena de burgueses millonarios. La excusa recurrente para las privatizaciones, es decir, que la empresa causa pérdidas al Estado y la población es quien paga la carga mediante impuestos, queda desenmascarada en este juego de intereses.
En el transporte, el intento de privatización ha sido constante. Según el exdirector del Sindicato de Trabajadores del Metro de São Paulo, las líneas privadas que operan en determinados ramales obtienen un 400% más de ganancias que las públicas, según transferencias realizadas en función de las tarifas pagadas. Mientras que las empresas privadas transportan alrededor de 500 millones de pasajeros y recibieron 2.000 millones de reales en transferencias, el CPTM transporta 1,23 mil millones de pasajeros y recibió, en 2022, 460 millones de reales: la destrucción es progresiva y deliberada.
Continuar la lucha contra las privatizaciones
La huelga conjunta en las dos compañías y los docentes de la capital de São Paulo consiguió logros importantes, como el de concienciar a la población sobre el intento del Gobierno de desmantelar las rentables empresas estatales, y también para la conciencia de la propia clase trabajadora. Sin embargo, no fue suficiente. El día 6, la propuesta de privatización de SABESP fue aprobada por la Asamblea Legislativa del estado de São Paulo. Sin embargo, esta lucha no ha sido en vano. El Gobierno estatal está muy cuestionado, evidenciándose la separación que existe entre las instituciones y las calles. El mismo día de la votación, miles de manifestantes se concentraron frente a la Asamblea e irrumpieron en la sesión, interrumpiéndola durante más de una hora. Fueron duramente reprimidos, incluso con gases lacrimógenos, y muchos arrestados por la policía militar asesina del estado de São Paulo.
Es necesario sacar las lecciones de esta lucha. Ante un programa de privatización de varios servicios estatales, se necesitaba una lucha unida entre los distintos trabajadores y la población, atendida por estos servicios y que estaba del lado de los trabajadores. Pero la falta de una política de unificación de las luchas por parte de las direcciones de los sindicatos federados en la Central Única dos Trabalhadores (CUT) ya hizo posible la privatización de la electricidad y una victoria del gobernador y la clase dominante.
Pero la lucha no había terminado. Ahora, ante la amenaza de la privatización del agua, la educación y el transporte, la determinación y voluntad de lucha de los trabajadores paulistas ha sido evidente. Se ha demostrado que había fuerza para alcanzar una victoria. Para ello hay que levantar un frente único de lucha. Es necesario unir estas protestas en una huelga general en todo el estado de São Paulo. Esta huelga tiene que ser construida desde la base en asambleas abiertas a la población para que se sume a esta lucha, que es de todos los trabajadores, y aumentar así su fuerza.
Y para que esto suceda, también es necesario levantar un sindicalismo combativo que agrupe a los trabajadores y sectores más combativos de la CUT, que se vincule a los movimientos sociales, a las organizaciones de la izquierda revolucionaria y de clase, que tome sus decisiones democráticamente y que se base en la movilización de la clase trabajadora y la población afectada.