El país andino vive momentos de lucha. Los sectores judicial, sanitario y docente están en conflicto. Pero la movilización más importante es la de los petroleros. Llevan aproximadamente un mes de huelga, en contra de la privatización de esta empresa, emblema de la industria del país, y en contra del despido de 250 trabajadores. Ni la ilegalización de la huelga, ni la toma militar de la refinería de Barrancabermeja, ni el despido de 50 huelguistas, han parado la lucha. Al contrario, el apoyo social a la huelga es enorme, hasta el obispo de Barrancabermeja y la Asociación de Directivos, Profesionales y Técnicos se han posicionado a favor.
No sólo se dirime el futuro de la economía colombiana, que está siendo desmantelada por Uribe en beneficio de la oligarquía local y las transnacionales. El imperialismo intenta utilizar Colombia como plataforma para el derrocamiento de la revolución venezolana, como hemos visto en el reciente caso de la infiltración terrorista de paramilitares colombianos. Sólo los trabajadores tienen la fuerza suficiente, liderando a otros sectores explotados, de segarles la hierba bajo sus pies, derrotando al reaccionario gobierno de Uribe con nuestra arma más poderosa, la lucha de clases.