Por Alan Woods
Hace un poco más de una década cayó la URSS. En ese momento la burguesía del mundo entero estaba eufórica. Hablaba del fin del socialismo, del fin del comunismo, del fin del marxismo. Uno de los estrategas de la burguesía –Francis Fukuyama– llegó a hablar del fin de la historia.
Pues bien, diez o veinte años en la vida de un ser humano es un periodo largo, pero en la historia apenas es nada. Históricamente hablando, es un periodo muy corto. No obstante, en este periodo tan corto hemos visto transformaciones muy impactantes. Todo el orden mundial se ha puesto patas arriba. A simple vista parece que el capitalismo ha triunfado de una forma decisiva. Pero esto está muy lejos de la verdad.
Para comprender la naturaleza del periodo actual no hace falta ser marxista. No hace falta ni siquiera ser una persona muy inteligente. Sólo hace falta enchufar la televisión para ver la cruda realidad. Hace diez años la burguesía nos prometió un mundo de paz y prosperidad (gracias a los milagros del sistema de la “libre empresa”) y ¿cómo no? la “democracia”.
Ahora todos estos sueños se han hecho añicos. No queda piedra sobre piedra de las perspectivas de los estrategas del Capital. En su lugar vemos por todas partes una pesadilla generalizada. La recuperación económica de que tanto hablaban es enormemente frágil y puede colapsar en cualquier momento con cualquier accidente como un aumento del precio de petróleo.
Miremos donde miremos hay guerras, terrorismo, caos e inestabilidad. Entonces, cuando se habla de “utopías” ¿de qué utopías estamos hablando? Si hay que hablar de ideas utópicas, habría que hablar de todas las ideas, esquemas y perspectivas planteadas por los defensores del capitalismo después del colapso de la URSS. Estas sí son utópicas en el sentido literal de la palabra (y pido perdón a Tomas Moro).
Según los defensores del capitalismo, Marx se equivocó cuando predijo la inevitabilidad de la concentración del capital en cada vez menos manos. “Lo pequeño es bello” decían. Pero las cifras demuestran todo lo contrario: nunca en toda la historia la concentración del capital ha sido más intensa que ahora.
Hoy por hoy 200 grandes empresas controlan una cuarta parte de las actividades económicas de todo el mundo. Esto es justo lo que predijo Marx en El Manifiesto del Partido Comunista –el libro más moderno de todos los tiempos– y Lenin en su libro Imperialismo, fase superior del capitalismo.
Otra idea de Marx que rechazan sus críticos burgueses es la idea de la creciente pauperización de las masas bajo el capitalismo. Ni que decir que para Marx el concepto del nivel de vida tuvo siempre un carácter relativo y no absoluto. Y en términos relativos ha habido un aumento colosal de las diferencias entre ricos y pobres, incluso en los países más ricos del planeta, empezando con los EEUU.
El grado de monopolización ha llegado a unos extremos insospechados. Hace poco el conocido escritor y periodista progresista John Pilger publicó los siguientes datos muy reveladores de la actual situación a nivel mundial: la General Motors es más grande que la economía de Dinamarca, la Ford es más grande que la de Sur África, y hay muchos más ejemplos.
Esto significa que las diferencias entre ricos y pobres también están aumentando a un ritmo vertiginoso. Para poner sólo un ejemplo: el salario de Tiger Woods, el jugador de golf estadounidense, es más alto que los salarios de todos los empleados de la Nike en Indonesia. Goldman Sachs, una empresa de inversiones de tan solo 167 socios, saca unas ganancias de $2.200 millones cada año –lo mismo que Tanzania, un país de 25 millones de habitantes–.
No se trata de un aumento de la desigualdad global sino también de un aumento de la diferencia entre ricos y pobres dentro de los países capitalistas desarrollados. Por todas partes crece la inseguridad y hay un cuestionamiento del sistema. Hemos visto las manifestaciones más grandes en toda la historia en países como Gran Bretaña y España contra la guerra de Irak. En el caso de España el descontento popular condujo directamente a la caída del gobierno de Aznar. En la India no hace mucho vimos un fenómeno similar. En EEUU hay un creciente descontento con el gobierno Bush y el inicio de grandes manifestaciones.
¿Acaso tenemos el derecho de sacar la conclusión de que el capitalismo ha solucionado los problemas del mundo, que no es necesario buscar otro sistema diferente, y que, por lo tanto, la historia ha terminado? Semejante conclusión va en contra no sólo de la lógica sino en contra de la evidencia de los sentidos.
Resulta bastante divertido leer hoy lo que los defensores del capitalismo escribían hace diez años acerca de la globalización “descubierta” por los Chicago Boys –concepto, por cierto, explicado por Marx y Engels en las páginas del Manifiesto del Partido Comunista hace 150 años–. Marx y Engels explicaron que el sistema capitalista se desarrolla necesariamente como un sistema mundial. Hoy por hoy esta predicción brillante de los fundadores del socialismo científico está planamente demostrada en la práctica.
La aplastante dominación del mercado mundial es un hecho constatable. Es el fenómeno más decisivo de nuestra época. Es la base objetiva de un futuro mundo socialista, algo que lógicamente hace imposible la estrechez nacionalista. Pero lamentablemente, como explicó Hégel hace mucho tiempo, no es la Razón que determina la historia humana, sino los intereses materiales.
A los dueños de las grandes transnacionales les importa poco la lógica de la historia. Luchan y siempre lucharán ferozmente contra las fuerzas del progreso en defensa de su poder, su riqueza y sus privilegios. Lo vemos ahora mismo en Venezuela, donde la oligarquía venezolana, apoyada por el imperialismo yanqui, está intentado por todos los medios derrotar el gobierno del Presidente Hugo Chávez.
Hay quienes nos aseguran que, después del referéndum, todo está resuelto, que la Revolución es irreversible, que la oligarquía ya está derrotada, etc., etc. En la política, como en la guerra, es muy peligroso infravalorar al enemigo y cantar victoria demasiado temprano. La verdad es que el imperialismo y la oligarquía (que son dos caras de la misma moneda) jamás se reconciliarán con la Revolución bolivariana, por la misma razón por la que jamás se reconciliarán con la Revolución cubana: porque estas Revoluciones dan un ejemplo peligroso a las masas oprimidas de toda América Latina en un momento cuando no hay ni un solo régimen burgués estable desde Tierra del Fuego hasta el Río Grande.
Hay gente (que por alguna razón que no entiendo se autodenominan “realistas”) que insiste en que la Revolución venezolana no puede expropiar a la oligarquía ya esto “provocaría a los imperialistas”. Cualquier persona sensata sabe que hay que evitar las provocaciones, pero este argumento no tiene ni pies ni cabeza. La banda criminal de George Bush no necesita ninguna provocación para actuar contra el gobierno de Hugo Chávez. Lleva años haciéndolo (¿acaso no nos dimos cuenta?). La verdad es que para estos señores la mera existencia de la Revolución venezolana (o cubana) es una provocación. Tan sólo estarán satisfechos cuando estas Revoluciones estén destruidas. Cerrar los ojos ante este hecho sería una irresponsabilidad criminal.
Otros emplean un argumento más sutil (mejor dicho, sofista): puesto que la Revolución venezolana no es socialista, sino nacional-democrática, no podemos expropiar a la oligarquía, porque la revolución nacional-democrática tiene que respetar la propiedad privada. ¿En serio? Pero en la Revolución americana del siglo XVIII, los revolucionarios nacional-democráticos no vacilaron en confiscar la propiedad de todos los que apoyaron la Corona Inglesa. Y en la Segunda Revolución americana (la Guerra Civil), Abraham Lincoln expropió la propiedad de los esclavistas sureños, sin pagar ni un centavo de indemnización.
La historia demuestra que la revolución nacional-democrática –si es consecuente– no puede detenerse hipnotizada por los “sagrados derechos” de la propiedad privada. Si la Revolución cubana hubiera hecho eso en 1960, hubiera sido derrotada sin lugar a dudas. Y no olvidemos que la Revolución rusa era objetivamente, en sus comienzos, una revolución nacional-democrática, pero necesariamente tuvo que pasar de las tareas nacional-democráticas a la expropiación de la burguesía rusa.
Recordemos que también había ciertos dirigentes bolcheviques que se opusieron a la idea de una revolución socialista en Rusia (Kamenev, Zinoviev, e inicialmente Stalin) y denunciaron a Lenin como un “izquierdista”, alegando el supuesto carácter nacional-democrático de la revolución en Rusia. Dicho sea de paso, esta idea era la base de la política menchevique, que argumentaron que la clase obrera tenía que subordinar sus intereses a los de la “burguesía progresista” –una idea que Lenin siempre combatió con uñas y dientes–.
La Revolución bolivariana ha cosechado grandes triunfos, pero todos estos triunfos pueden ser liquidados. Mientras la oligarquía siga controlando puntos clave de la economía, la Revolución siempre estará en peligro. Esto hay que reconocerlo y actuar en consecuencia.
Vamos a hablar claro. Hoy por hoy, los dos grandes obstáculos que están frenando el avance de la humanidad y la civilización son en primer lugar la propiedad privada de las fuerzas de producción, y en segundo lugar aquella reliquia de la barbarie, el estado nacional. He aquí la contradicción central: por una parte, las fuerzas productivas en el ámbito mundial han alcanzado un nivel de desarrollo que, bajo un sistema de planificación harmonioso y racional, permitiría a la humanidad solucionar todos los problemas y avanzar a un nivel de civilización y cultura nunca visto. Por otra parte, vemos un mundo trastornado por el hambre, enfermedades, violencia y guerras.
Estos fenómenos son sólo los síntomas de una enfermedad incurable, de un sistema socio-económico que ya ha perdido su razón de ser, que ya no es capaz de hacer avanzar las fuerzas productivas y la cultura como hacía en el pasado y, por lo tanto, ha entrado en una fase de degeneración senil que tiene consecuencias nefastas para todo el planeta y que constituye una grave amenaza para el futuro de la humanidad.
Por todas partes vemos una inestabilidad insólita y creciente a todos los niveles: económica, financiera, monetaria, social, política, diplomática y militar. El dominio total de los EEUU, lejos de producir una situación estable, está desestabilizando todo. Durante los últimos tres siglos por lo menos siempre hubo tres o cuatro grandes potencias en el mundo. Ahora hay sólo una. Esta situación realmente no tiene paralelos históricos que valgan. Nunca ha habido un periodo en que un solo país dominara el mundo tan absolutamente. El poder de Roma imperial, comparado con el poder de los EEUU, era un juego de niños.
Hace un siglo, el imperio británico tenía una política que dictaba que su armada siempre tenía que ser más grande que las armadas combinadas de las siguientes dos grandes potencias (por ejemplo Francia y Alemania). Pero hoy por hoy, los EEUU gasta anualmente 300.000 millones de dólares en armamento. Esto es más que Rusia, China, Japón, Gran Bretaña, Francia, Alemania, Arabia Saudita, Italia, India y Corea del Sur juntos.
Este es un poder increíble y sin precedentes. Mucha gente saca conclusiones pesimistas de esto, afirmando que "no nos podemos mover, que no se puede derrotar a los EEUU". Pero semejante conclusión es un grave error. El poder del imperialismo norteamericano es tremendo, pero tiene sus límites, como demuestra la situación en Irak. Con todo el armamento, los satélites, los mísiles, el dinero que tiene en sus manos, no es capaz de mantener al pueblo iraquí en cadenas.
Los EEUU, a pesar de tener un enorme déficit presupuestario (450.000 millones de dólares), se ven obligados a aumentar continuamente los gastos armamentistas a unos niveles insoportables. Al mismo tiempo están rebajando los impuestos sobre los ricos y recortando conceptos como pensiones y salud (Medicare). Los efectos de esta situación se verán después de las elecciones presidenciales, gane quien gane.
La continuación de la guerra en Irak supone una sangría permanente, que les está costando alrededor de seis mil millones de dólares al mes, sin hablar de las constantes pérdidas de vida. Esta situación es insoportable incluso para el país más rico del mundo. La prolongación de esta situación inevitablemente conducirá a una crisis en los EEUU con dimensiones similares a la de la guerra de Vietnam – quizás más grandes todavía.
Antes de la Segunda Guerra Mundial, en una predicción brillante, un gran marxista predijo que los EEUU iban a dominar el mundo entero, pero tendrían dinamita en sus cimientos. Ahora vemos la total corrección de estas palabras. La crisis mundial del capitalismo, tarde o temprano, tendrá un eco dentro de los EEUU que creará situaciones explosivas.
Durante largo tiempo mucha gente en los EEUU creía la propaganda del llamado sueño americano. Pero ahora las actitudes están cambiando. El futuro es cada vez más incierto, cada vez más preocupante. La catástrofe del 11 de septiembre sirvió para fortalecer la tendencia más reaccionaria durante un periodo, pero este efecto se está agotando y se está preparando un giro brusco en el sentido contrario.
Aunque hablan de una recuperación económica en los EEUU, el nivel de vida de la gran mayoría no aumenta. Como una proporción del Producto Interior Bruto, los salarios en los EEUU están en su nivel mas bajo en décadas. El desempleo sigue estando a un nivel alto y, de hecho, sigue aumentando. Por otra parte el precio del petróleo está subiendo y el gobierno anuncia recortes en las pensiones y la seguridad social. Ahora en los EEUU estar enfermo es un lujo.
La física clásica dice: cada acción provoca una acción similar y contraria. Algo similar funciona en el terreno de la política. Después de la borrachera viene la resaca y cuanto más grande es la borrachera, más grande es el dolor de cabeza posterior. Ya se ven claros síntomas de un fermento en los EEUU. Lo vemos en el hecho de que la película de Michael Moore, Fahrenheit 9/11, rompió todos los records de taquilla inmediatamente. Hay muchos más síntomas, como las manifestaciones gigantescas contra el recorte del derecho de aborto y la guerra, y las protestas masivas contra Bush delante del congreso Republicano.
Pasamos por un periodo de diez o veinte años en que el péndulo internacionalmente giró bruscamente a la derecha. Primero con Reagan y Thatcher, después con Bush y Blair. Pero los efectos del colapso de la URSS ya han pasado más o menos a la historia. Por todas partes hay ataques contra el nivel de vida y el estado de bienestar. Estos ataques están preparando un enorme giro a la izquierda.
Resulta irónico, pues, que justamente en este momento se esté coreando por todas partes que hay que abandonar las ideas “anticuadas” del marxismo (o del marxismo “clásico” ¿qué mas da?).
En alguna ocasión, José Goebbels, el ministro de propaganda de Hitler, dijo: “Si vas a decir una mentira, no digas una mentira pequeña; di una mentira grande. Y si la repites y la repites hasta la saciedad, la gente acabara creyéndola”. Lamentablemente, esto es verdad.
Los defensores del capitalismo decadente poseen enormes medios de propaganda. Y emplean estos medios para atacar el comunismo y el marxismo. Dicen que el marxismo ha muerto. Pero llevan mas de 150 años diciendo lo mismo. Este hecho de por sí demuestra la enorme vitalidad y viabilidad del marxismo. ¿Acaso la clase dominante gastaría tanto tiempo, tanto dinero y tantas fuerzas atacando una idea muerta? Al contrario, sólo atacan ideas que no solamente no están muertas sino que son peligrosas para ellos y su sistema.
Lo más preocupante no es que hay gente ignorante o atrasada que acepta como buena moneda la propaganda antimarxista de la burguesía. Lo más preocupante es que hay gente (y no poca) que se llaman comunistas que lo hacen también. En la práctica (lo sepan o no) los que exigen la revisión de las ideas fundamentales del marxismo están haciendose eco de las ideas y reflejando las presiones de la burguesía. Esto es mil veces más dañino que toda la propaganda negra de la CIA.
Algunos han desertado del comunismo como ratas que saltan del barco que se hunde. Han pasado con armas y bagaje al campo de la contrarrevolución y la burguesía, como la mayoría de los antiguos dirigentes del llamado Partido Comunista de la URSS, que hoy por hoy defienden el capitalismo y se dedican a enriquecerse como ladrones que son, a través de la privatización (el robo) de la propiedad estatal. Comparada con esto, la traición de los dirigentes Socialdemócratas en 1914 era un juego de niños.
Otros, es verdad, se quedan, pero están tan desmoralizados que plantean de una forma obsesiva la necesidad de una “revisión” del marxismo que, llamando las cosas por su nombre, significa el abandono total del marxismo como una idea y un programa revolucionario, transformándolo en algo totalmente inocuo e inofensivo –marxismo descafeinado, marxismo de tertulia con una taza de café para hablar de los viejos buenos tiempos–. ¡Con “amigos” como estos no necesitamos enemigos!
Los que hablan del socialismo como algo “utópico” no han entendido nada de la actual situación mundial. Han perdido la brújula, inmersos en un estado de pesimismo que les ha conducido al escepticismo y hasta al cinismo. Pero el pesimismo, el escepticismo y el cinismo no conducen a nada positivo en la vida, y menos en la política. ¡No tienen cabida en las filas del movimiento revolucionario!
El marxismo se basa en la filosofía del materialismo dialéctico, que nos enseña que todo cambia y que las cosas pueden transformarse en su contrario. El momento del colapso de la URSS ya pasó a la historia. Es necesario reconocer que lo que colapsó en aquel entonces no era el socialismo, como alegan nuestros enemigos, sino una caricatura burocrática y totalitaria del socialismo, que acabó minando las bases de la economía nacionalizada y planificada establecida por la Gran Revolución de Octubre.
Pero el periodo después del colapso de la URSS nos ha facilitado bastantes datos para contestar a todos los argumentos de los defensores del capitalismo, empezando con Rusia. ¿Acaso la situación en Rusia hoy, después de más de una década de la “economía de la libre empresa”, es mejor que antes? No, para la aplastante mayoría es mil veces peor. ¡He aquí la realidad de la “utopía” capitalista! En los primeros seis años de la “reforma” capitalista se produjo en Rusia el mayor colapso económico de toda la historia. No hay ningún paralelo para esto –salvo una derrota catastrófica en una guerra–.
Aunque muchos no lo sepan, y algunos no quieran saberlo, todos estos acontecimientos estaban previstos de antemano por uno de los más importantes teóricos marxistas del siglo XX, León Trotsky, que ya en 1936 explicó cómo la burocracia estalinista no se conformaría con su situación privilegiada, sino que acabaría convirtiéndose en capitalista, privatizando las fuerzas productivas. También explicó las consecuencias:
“La caída de la dictadura burocrática actual, si no fuera reemplazada por un nuevo poder socialista, anunciaría, también, el regreso al sistema capitalista con una declive catastrófico de la economía y de la cultura.” Estas líneas, que parecen estar escritas ayer, son de La Revolución Traicionada, escrito en 1936.
¡Camaradas! Es necesario y urgente poner fin a la confusión, la desorientación y la dispersión del movimiento comunista. Hoy más que nunca es necesario unir nuestras filas contra el enemigo común: el imperialismo y el capitalismo. Es necesario que todos nos unamos en defensa de la Revolución Cubana y sus grandes conquistas: la nacionalización y planificación de las fuerzas productivas. Es necesario derrotar la ofensiva del imperialismo norteamericano contra Cuba y Venezuela.
Pero la mejor manera de defender estas revoluciones es mediante el fortalecimiento de la vanguardia comunista, luchando en defensa de las auténticas ideas, programa y método de Lenin y del Partido Bolchevique. Es necesario abrir un debate en profundidad acerca del futuro del comunismo, un debate sin exclusiones que admita a todas las tendencias que luchan por el comunismo, contra el capitalismo y el imperialismo. Sólo de esta manera podremos ir avanzando hacia una recomposición del movimiento comunista mundial que todos deseamos.
En este debate la aportación de los camaradas cubanos tendrá sin duda una gran importancia. Pero si decimos que vamos a luchar por la unidad de todos los comunistas, no hay que ignorar a los comunistas que, sin abandonar en ningún momento la defensa de las ideas y conquistas del Bolchevismo y la revolución de Octubre, luchamos contra el estalinismo.
Creemos que cualquier discusión del futuro del comunismo sería incompleta sin una consideración muy seria de las ideas de aquel hombre que, junto a Vladimir Ilyich Lenin, dirigió la Revolución de Octubre y formó el Ejército Rojo –Lev Davidovich Trotsky–.
Nosotros jamás hemos dejado de defender la Revolución Cubana contra sus enemigos: el imperialismo y las fuerzas de la contrarrevolución capitalista. Esta defensa es incondicional. Lo único que pedimos es que se tomen en cuenta nuestras ideas, que son ideas comunistas, firmemente basadas en las ideas de Marx, Engels y Lenin.
En resumen: Los auténticos utópicos son los reformistas que creen que la humanidad puede sobrevivir y prosperar dentro de los limites sofocantes del sistema capitalista. Esta idea está negada a cada paso por la experiencia. La continuación de este sistema podrido y caduco está creando nuevas pesadillas. A lo largo, amenaza el futuro de la cultura y la humanidad. O acabamos con la dictadura del Capital, o acabará con nosotros. No existe ninguna “tercera vía”.
Lenin dijo una vez: el marxismo es todopoderoso porque es verdad. A pesar de todas las mentiras y calumnias de los enemigos del socialismo, el marxismo es más vigente hoy que nunca. La nueva generación de luchadores, que se están forjando en la lucha, necesita estas ideas más que nunca.
La única solución para los problemas de la humanidad es el socialismo mundial. Por lo tanto, el socialismo no es una utopía sino una necesidad. En las palabras de Carlos Marx, solo hay dos alternativas para la humanidad: Socialismo o Barbarie.
El magnetismo de la Revolución Permanente
por Celia Hart
La isla del renacentista Tomás Moro es inalcanzable. Por fortuna vivimos en un mundo que no dejará de ser perfectible y los hombres somos las criaturas más inconformes bajo los rayos del sol. Pero la utopía seguirá siendo indispensable para modificar la realidad, y existirá sólo como motor impulsor de la justicia. Según José Ingenieros es un resorte misterioso .Es además ascua sagrada, e incluso si pierdes este resorte te conviertes en pura bazofia humana. La humanidad necesita sobre todas las cosas crear sistemas de resortes que señalen aproximadamente la misma dirección para poder llegar a buen puerto.
El símil que encuentro más elemental es el magnetismo:.En los materiales denominados ferromagnéticos ocurre una forma especial de interacción entre las átomos adyacentes llamada acoplamiento por intercambio. Al aplicar un campo magnético externo, los átomos se orientan en dirección de ese campo. Al retirar el campo ordenador, el sistema se queda imantado con un ferromagnetismo permanente (los imanes permanentes, por ejemplo). Ahora, si la temperatura se eleva por encima de cierto valor llamado temperatura de Curie, el acoplamiento desaparece. El ferromagnetismo es un estado “ordenado”. La entropía disminuye. Los parámetros fundamentales son: el campo magnético aplicado, la magnetización que alcanza el sistema y la temperatura que hace que el sistema tienda al desorden.
En la sociedad deberemos lograr encontrar un campo suficientemente grande para acoplar nuestros “átomos” y tener una magnetización permanente logrando un evento colectivo e internacional, tal y como los átomos en su reducido mundo del imán, luchando siempre contra la temperatura que desordena. Es sencillito: Pero además no todos los elementos de la tabla periódica están dispuestos a orientarse por más campo que usted le imponga o por más que baje la temperatura. Están los paramagnéticos, los diamagnéticos etc. Átomos que no concurren en el ferromagnetismo, sino que se orientan con el campo y al ser retirado éste vuelven al desorden, o los que sencillamente no se orientarán jamás . No pierda Usted el tiempo con ellos, pues no obtendrá ferromagnetismo. Nuestra tarea es contar con los que sí pueden orientarse, sólo con ellos. Orientarnos y constituir un imán permanente.
Este símil me permite poner al proletariado en el grupo de transición del Hierro ( elementos susceptibles a orientarse), presumir que la temperatura son las diferencias naturales, las múltiples corrientes que nos separan, nuestras infinitas boberías por ejemplo.; la magnetización es la revolución que será decididamente permanente; y el campo externo lo constituyen sin dudas los partidos políticos que impulsarán la lucha de clases.
¿Y cuando lleguemos a puerto? El puerto está en las estrellas. Dijo alguien que los triunfos son sólo un pretexto para engrasar los fusiles y seguir camino. El Che no lo dijo. Pero lo hizo...
¿En qué sentido es permanente la revolución? ¿Es acaso esto un atraco de aquel luchador al cuál asesinó el estalinismo en Coyoacán como a tantos otros ? ¿Tal vez una manera retórica de incapacitar al proletariado de tomar el poder, como muchos creen? En esta farsa hemos vivido décadas. La revolución permanente no significa revolución simultánea.. De hecho quien dirigió al Ejército rojo en 1917 fue León Trotsky. Quien predijo antes que nadie la revolución proletaria de Octubre fue León Trotsky. La revolución permanente es la única forma viable de hacer la revolución socialista a escala internacional. Y ésta es a la única escala que se posibilita el desarrollo del Socialismo que necesitamos, mucho más que aquella isla perdida del Santo Tomás Moro.
Por tres cosas es permanente la revolución socialista:
Primero: en países atrasados el camino de la democracia pasa necesariamente por la dictadura del proletariado y no al revés como se venia pensando. Segundo: una vez en el poder la sociedad a lo largo de un período indefinido se va trasformando Las múltiples revoluciones tales como las económicas, las científicas las educacionales ,se desenvuelven de tal manera que la revolución socialista NUNCA llega al equilibrio. Y tercero es su carácter internacional. Es decir una revolución socialista no termina con la dictadura del proletariado y no termina en las fronteras nacionales. El concepto de revolución permanente que tanto le criticaron a León Trotsky, fue también un descubrimiento científico, como el ferromagnetismo, y sobre todo una guía para la acción. Ya parece que esas palabras nos quedan mal en el lenguaje o nos quedan demasiado anchas para el corazón. La teoría de la revolución permanente contiene la escuela de Lenin y al marxismo más consecuente. Mi revolución, la revolución cubana en un hilo conductor sin precedentes, sin tal vez conocer a León Trotsky, ha sido rigurosa con estos preceptos. ¡Desde Martí, pasando por Julio Antonio, El Che y Fidel Castro!. Lenin está vivo todavía en América. Nuestra patria lleva hoy las banderas de la revolución permanente en estos tres aspectos. La batalla de ideas, donde no hay fin para nuestros planes educacionales y culturales; el juramento de Baraguá, donde en medio de las más terribles vicisitudes decidimos luchar contra el imperialismo hasta el fin, y en la revolución bolivariana, donde miles de médicos , maestros, técnicos cubanos están participando como un pedazo de ese pueblo. Nos destaca como un ejemplo clásico de revolución permanente, que es permanente en el tiempo y el espacio.. Esto encabezado magistralmente por Fidel Castro. Se haya leído a León Trotsky o no. Es intrascendente
Y el capitalismo ¿ qué puerto nos ofrecían todos los payasos del fin de la historia para que nos quedásemos en casa como burritos mirando la tele? Proponían el más crudo materialismo para construir no se sabe qué..No creo que este lamentable estado, donde somos incapaces de sostener el aire que respiramos, fuese en verdad una proposición seria. Todavía no entiendo cuántas oportunidades más van a tener que ofrecernos para comprender que el resultado de estos conservadores es sólo guerras absurdas, terrorismo y miseria.
Durará, seguramente el tiempo justo en que activemos el campo magnético externo y empecemos poco a poco despertar del sueño a que nos condenó la crisis de la izquierda (que apuntaba para abajo o para arriba, pero jamás a la izquierda).
No hay punto medio ni conciliación No, el socialismo no es inevitable, tenemos como alternativa... la barbarie. A decir de Federico Engels y Rosa de Luxenburgo. Y el socialismo, no la torpe caricatura que diseñó el estalinismo.¿Qué si duró 70 años nada más y el capitalismo lleva cientos? No, para nada. Todavía no hay explicación cómo pudo durar tanto. La comparación no es válida, el imperialismo y sus maneras económicas de actuar no fabricaron el capitalismo en un solo país Desde Colon hasta la Coca Cola ellos han sabido cómo es que se gana la vida. El capitalismo hasta hace poco fue coherente con su depravada misión.
El socialismo ha sido uno de los ideales más extendidos por el mundo. A pesar de sus fracasos y sus conversos que andan hablando en los congresos de cualquier término alambicado y no de revolución, de toma del poder, de proletariado. Éstos que ya se han convertido en pura bazofia humana a decir de Ingenieros, van desapareciendo de manera silenciosa estos términos de nuestro diccionario político. Y todo es para “no comprometerse”. Para no comprometerse ¿con quién?
Recién leí un artículo imprescindible de James Petras sobre Venezuela y el referéndum .El gobierno revolucionario del Presidente Chávez tiene no más que serle fiel a la única clase social que llenó las urnas hasta entrada la madrugada de aquel día 15 de agosto:
Dijo Petras:
“En realidad, el referéndum se basó principalmente en una clara división de clase y de raza. Líderes sindicales no vinculados a la oposición señalaron que más del 85% de la clase trabajadora y de los trabajadores pobres votaba por el presidente, a la vez que los primeros informes sobre la votación en las circunscripciones y los barrios ricos mostraban una situación inversa en un porcentaje del 80%. Un proceso similar de polarización por clases y razas era evidente en la extraordinaria asistencia a las urnas y en el porcentaje de votación entre los afro-venezolanos pobres: cuanta más alta era la asistencia, mayor era el voto favorable a Chávez (votó un 71% del electorado, cifra inaudita). No hay duda de que el presidente tuvo éxito en la vinculación de los programas de asistencia social y la identidad de clase al comportamiento electoral.”
Entonces está claro con quién tenemos compromiso en Venezuela. Digo tenemos, pues es absurdo que el gobierno de Chávez sea el único responsable de lo que ocurra en ese país. Estamos todos conectados. Lo que pase en Panamá, en Colombia, en Londres, en Australia es responsabilidad de todos los revolucionarios del mundo.
El internacionalismo no es sentimiento de bondad o complacencia misericordiosa. El internacionalismo es la única vía que tienen los partidos de hacer perdurar la revolución. Y sin la revolución perdurable, dediquémonos a fabricar banderitas de papel para navidad, pero no esperemos construir el socialismo. Por probar, hemos probado demasiado.
Incluso digo más: las aspiraciones de la revolución francesa, la justicia social de las socialdemocracias de izquierda y hasta el evangelio serán sólo ahora defendibles desde las posiciones de la lucha de clases .Los resortes misteriosos del que hablaba Ingenieros se tensan adecuadamente cuando la lucha movilizadora es por un objetivo necesario. La utopía que necesitamos es aquella que nos permita comparecer ante la historia con un Proyecto. Y el único Proyecto viable es la revolución socialista.
Nuestro continente se abre como un espacio prometedor. Las palabras de la posibilidad real de una confederación socialista en esta región del mundo, como menciona en el brillante trabajo el compañero Zbigniew Marcin Kowalewski aportado en este evento, es una realidad y es la realidad más bella a la que podemos aspirar. Lejos están las furias que acosaron al Cono Sur con las dictaduras. Por cierto que mañana se cumple un año de la masacre en Santiago de Chile. El Presidente Allende cayó como héroe bajo las garras del más sanguinario terrorista que anda ahora tratando de defender su pellejo y sus millones. Mis hermanos chilenos no tuvieron la oportunidad de lanzar una guerra a la Casa Blanca por haberse planeado ahí el ataque terrorista, tuvieron que tragarse sus muertos, sus desaparecidos, sus canciones de esperanza. Hace unos días otra cómplice del terrorismo internacional liberó de manera vergonzosa y cínica a los asesinos de decenas de compatriotas. La indecencia de la burguesía va desbaratando cualquier disfraz permisible. Ellos padecen de la mentira, el egoísmo y el ansia irracional de dinero que va despintando la Tierra de su imagen azul. Son lo mismo Pinochet, la Moscoso, la Casa Blanca , el FMI, la OEA. No se distinguen ni en el color del cabello. Se unifica el enemigo. ¡Hagámoslo nosotros! Ellos no tienen nada que ofrecerle a nuestros pueblos. Nosotros, si logramos salir del colapso del socialismo europeo que no fue más que su perversión, tenemos la isla de la utopía como sueño a alcanzar. La lucha por las consignas jacobinas se vuelven ahora más dulces, más coherentes y más posibles.
Nos sobran experiencias, camaradas, nos falta unidad. Stalin, durante la segunda Guerra Mundial arrulló a los compañeros soviéticos con la frase patética de la madrecita Rusia, para unirse. Nosotros no necesitamos eso. Gracias a INTERNET nuestra lucha puede ser mundial y unida.
Yo fundaría la Brigada de la Solidaridad Internacional. Pues todos necesitamos de todos, como los átomos de mi material. Todavía no sé quienes sufren más, si mis hijos por el bloqueo criminal de Estados Unidos, o los hijos de un trabajador norteamericano con la pestilencia de sus videojuegos aberrantes y seudo científicos.
Dijo Fidel en 1961: “Primero se verá una revolución victoriosa en los Estados Unidos, que una contrarrevolución victoriosa en Cuba.” Aquel Fidel es el mismo que dictó en medio del hambre diseñada a cuatro manos por el imperialismo y los herederos de Stalin: Socialismo o Muerte, consigna que debíamos asumir todos los comunistas del mundo.
Sin dudas, pero esa revolución en Estados Unidos deberá ser socialista. Michel Moore acaba de renunciar a su nominación al Oscar por poder exhibir su documental Fahrenheit 9-11 en la televisión norteamericana. ¿Quienes son las víctimas del terrorismo, los iraquíes o los norteamericanos que ya según sus cifras suman 1000 muertos?
“Los golpes súbitos revelan las entrañas de las cosas” dijo José Martí Y eso sucedió aquel 11 de Septiembre de 2001. Los sucesos en New York son los mismos que ocurren en Palestina, o que ocurrieron en Buenos Aires un diciembre, o Madrid o Moscú o Chechenia. Por cualquier extremo se desborda el mundo y todavía nos sentamos a esperar traductores de la verdad.
José Martí fue un luchador de clases. Ya cansa ordenar el mundo por las frases que se hayan dicho y obviar de manera desconsiderada la verdad de los hechos. Decir que José Martí fue un pequeño burgués demócrata que luchó por la independencia de la Isla de Cuba, e incluso un latinoamericanista, es equivalente a decir que el mar existe para contener la sal de nuestra pasta un buen domingo. Martí fundó un partido esencialmente de trabajadores, el más radical partido revolucionario de ese instante y lugar. No fueron en balde las enseñanzas de la guerra anterior. Revolución era su palabra sistemática, la independencia de Cuba fue un mero trámite para oponerse al enemigo de clase, al cual fue el primero en percibir. Ser cubano fue un detalle de nacimiento, terminó sus días luchando por el equilibrio del mundo. Su defecto fue morirse demasiado pronto ( Es una epidemia de los revolucionarios).
Al hablar de Carlos Marx, en 1883 a raíz de su muerte señaló:
“Kart Marx ha muerto, como se puso al lado de los débiles merece honor. Pero no hace bien el que señala el daño y arde en ansia generosa de ponerle remedio sino el que señala remedio blando para el daño. Espanta la tarea de echar a los hombres sobre otros.”
Una taza de café hubiese bastado para que estos dos genios se pusieran de acuerdo. Marx propuso exactamente eso: “el único remedio al daño”. Y José Martí hizo eso: “Echar a unos hombres sobre otros.”
Nos urge a los comunistas unirnos de veras y no en salas y congresos solamente, sino en las marchas populares, en los retoques de cacerolas, en Irak, en Palestina. Los comunistas debemos llevar el impulso del pueblo en cada batalla contra las injusticias del enemigo. Una por una y en todas a la vez.
Los partidos políticos deberían actuar como el campo magnético externo orientador de los spines del átomo. Dijo Trotsky “Sólo estudiando los procesos políticos sobre las propias masas se alcanza a comprender el papel de los partidos y los caudillos que en modo alguno queremos negar. Son un elemento, si no independiente, sí muy importante, de este proceso. Sin una organización dirigente, la energía de las masas se disiparía, como se disipa el vapor no contenido en una caldera. Pero sea como fuere, lo que impulsa el movimiento no es la caldera ni el pistón, sino el vapor".
Y yo digo más : Necesitamos un solo Partido Comunista en el Mundo “Con todos y para el bien de todos” a decir de Martí. Espero no morir sin verlo.
Después de tanto empaque, nuestras diferencias son mínimas en relación a lo que de verdad nos diferencia del enemigo. Si hiciéramos un parlamento con nuestros muertos todos señalarían el mismo camino.
Proyectemos el trabajo con fuerza y optimismo. Tenemos las mejores armas: A ellos ya sólo les queda el desperdicio humano: la guerra estúpida, la incultura, la corrupción y el terrorismo. A nosotros el sueño de la revolución.
¡Adelante camaradas!
¡Socialismo o Muerte!