Una jornada de lucha popular
En los últimos días de abril de 2005, Nicaragua ha sido una muestra fehaciente de cómo la movilización de los trabajadores por determinadas reformas, desencadena necesariamente conciencia de la inconformidad con las condiciones de vida en general y propicia la unidad de clase. El 25 de abril salieron a las calles manifestaciones de estudiantes de la Universidad Nacional (UNAN) en contra del aumento al transporte público. La perspectiva del movimiento era la de unificar a todas las universidades del país en esta protesta que trascendió hasta la conciencia de los trabajadores transportistas quienes reclamaron el alto costo del combustible y paralizaron el servicio público en Managua. Finalmente, otros sectores de la población se les unieron con consignas contra de la carestía de la vida, la ineptitud de su presidente y la ratificación del Tratado de Libre Comercio con EEUU. También se llevaron a cabo acciones de protesta en varios departamentos (Estados) del país.
Días antes, más de diez mil personas se habían manifestado en una marcha en Managua, exigiendo al presidente dar la cara a los problemas económicos o renunciar a su cargo, la cual fue desoída por las autoridades, bajo la amenaza del Ejecutivo de reprimir el movimiento e invitar a la gente a “acostumbrarse” al alza de precios en el país como si se tratara de un designio divino, asimismo manifestó que ese tipo de “remiendos” exigidos por la población “no son compatibles con la estrategia de su gobierno, dispuesto a no afectar los compromisos contraídos con el Fondo Monetario Internacional (FMI) porque pondrían en riesgo donaciones y préstamos”.
A través de los medios estatales de comunicación se anunció la represión de la policía y el ejército, lo cual no hizo sino exaltar aún más a la población que se defendió con barricadas. El 26 de abril Bolaños intentó detener la protesta personalmente ante el abucheo general y exigencias de su renuncia. La caravana del presidente fue recibida con piedras, de las cuales una fue a dar a la cabeza de su hijo mayor, llevado de emergencia al Hospital Militar, una atención que por supuesto no recibieron los más de 50 heridos ¾ 5 de ellos de gravedad ¾ reportados como saldo de la represión.
Los enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas antidisturbios, que atacaban con gases lacrimógenos y balas de goma, ocurrieron en zonas cercanas a las universidades Agraria, de Ingeniería, la UNAN y Centroamericana. Una de las justificaciones del gobierno para sus medidas reaccionarias fue acusar al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) de encabezar un boicot a su gobierno a un año de las elecciones presidenciales (5 de noviembre 2006).
Las negociaciones y el FSLN
Bolaños prometió reunirse con la dirección del Consejo Nacional de Universidades y con los transportistas, anticipando que desecharía las iniciativas del FSLN relacionadas con la protección a la población frente al aumento de precios, así como sus propuestas para el ahorro de energía eléctrica, agua y combustible. Los sindicalistas se han unido en la planificación de una gran marcha para exigir solución al conflicto. Lo más importante es que de acuerdo con el análisis efectuado por la OEA esto ha impactado en el debilitamiento y reducción de autoridad de Bolaños, quien afronta una crisis política según el 77% de la población, como lo reflejan las encuestas (20 mayo 2005).
El FSLN junto con la Asociación de Alcaldes Municipales demandan la renuncia de Bolaños dado que no ha resuelto los problemas de pobreza. El FSLN, en ese sentido, puede representar un referente para la población y la organización de sus fuerzas, sin embargo debe democratizarse urgentemente y deshacerse de figuras como su dirigente Daniel Ortega (presidente de Nicaragua en el período 1984-1990) que a través de la conciliación y la ambigüedad han denigrado al partido convirtiéndole en un partido reformista, como lo denuncian sus propias bases.
El “contagio” revolucionario
Algunos “analistas” políticos de la burguesía hablan ya de un “contagio” que Nicaragua está sufriendo desde Ecuador, donde recientemente la clase trabajadora derrocó al gobierno de Lucio Gutiérrez. La situación política en Latinoamérica se encuentra a punto de ebullición, no precisamente como una enfermedad sino como un remedio, consecuencia de la miserable vida de su clase obrera, de la explotación de sus gobiernos burgueses, del imperialismo norteamericano, de los Tratados de Libre Comercio y el Fondo Monetario Internacional.
Los diálogos con el gobierno en el mejor de los casos traerán algunas concesiones a la población pero de ninguna manera reemplazarán la movilización organizada de las masas pues es claro que, por la buenas, Bolaños no buscará el bienestar de las familias trabajadoras a quienes ha vendido ya a través de tratados y acuerdos con el imperialismo internacional. El contagio al que se refieren no es otra cosa que la toma de conciencia de clase y la unidad, efectivamente como una “rabia” que se propagará más allá de las fronteras para combatir a nuestro común enemigo de clase de una vez y para siempre. Debemos por eso organizarnos, basándose en las ideas y los métodos correctos del marxismo.
¡Fuera Bolaños del poder!
¡No al tratado de libre comercio con EEUU!
¡Rescatemos nuestras organizaciones del oportunismo de sus dirigentes!
¡Por una federación socialista de América Latina!
¡Luchemos por el socialismo internacional!