En estas condiciones es lógico que la desesperación y la falta de alternativas lleve a muchos jóvenes a convertirse en bombas humanas. Las organizaciones integristas, reaccionarias, y algunas que se llaman de izquierda, promueven esta falsa salida, lo que es un drama. Algunos de los mejores luchadores están desapareciendo de esta forma, y el efecto que las bombas tienen en la población israelí es la de justificar las matanzas sionistas.
El Gobierno de Sharon está en un momento delicado. Él ganó las elecciones prometiendo acabar rápidamente, con mano dura, con la Intifada, y sin embargo la situación ahora es de terror, también para el pueblo israelí. Su política militarista, imperialista, no sólo es una tragedia para los palestinos, también para los judíos. Sharon es más impopular que nunca. La salida a esta situación sólo puede pasar por dos puntos : la búsqueda de una paz justa y el fin de la ocupación, lo que implica un movimiento masivo en la calle, o una vuelta de tuerca más, es decir, la aniquilación de las infraestructuras y la economía palestinas, y el exterminio de las milicias, en busca de una rendición total. Por supuesto, los militares, burócratas y burgueses detrás de Sharon prefieren la segunda alternativa, porque el enfrentamiento entre dos pueblos y la ocupación son la base de su poder. La primera salida, la auténtica, debe ser impulsada por los trabajadores y jóvenes israelíes.
El 16 de febrero más de 50.000 personas se manifestaron contra la ocupación, convocados por Paz Ahora y Merets (oposición de izquierda al gobierno de unidad nacional), lo que significa la reactivación de este movimiento. También es significativo que más de cien soldados y suboficiales firmaran un manifiesto negándose a participar en la guerra de ocupación. Sin embargo, cada bomba, cada atentado, es un obstáculo más para impulsar esta lucha. Un ejemplo es que el sábado 2 de marzo fue suspendida una manifestación contra la ocupación de campos de refugiados al haber muerto nueve israelíes por una bomba humana. Las organizaciones palestinas deben tender lazos hacia ese movimiento, e intentar atraerse incluso a los soldados del ejército de ocupación, lo que minaría los cimientos del Estado capitalista y militarista de Israel.
Arabia tiene un plan
Mucho bombo se le ha dado al supuesto plan de paz de Arabia. Este plan es muy sencillo: que todos los Estados árabes reconozcan a Israel y tengan relaciones plenas con él, a cambio de que se retire de los territorios ocupados desde la guerra de 1967. Pero la sencillez de este plan es su talón de Aquiles. ¿Qué pasa con el derecho al retorno de millones de refugiados? ¿Israel seguiría controlando gran parte de los recursos económicos, en primer lugar el agua, como hasta ahora? ¿Tendría todas las competencias ese Estado palestino, tendría un ejército? Los sionistas nunca aceptarían eso, como tampoco aceptarán la retirada de sus colonos judíos, ni la cesión de Jerusalén Este; ellos –incluyendo a Simón Peres-sólo pueden aceptar un Estado bajo su control económico y militar, con sus fronteras controladas, y manteniendo a sus colonias para justificar futuras incursiones militares. Por esto el plan saudí no parece tener más futuro que los planes anteriores.