La izquierda debe defender un incremento drástico del gasto sanitario y que las clínicas públicas y privadas se pongan bajo control de los trabajadores y el pueblo

La crisis sanitaria del coronavirus ha desnudado la catástrofe social que sacude el mundo capitalista. Todos los gobiernos, en lugar de tomar medidas que atajasen de raíz el problema (como mantener un sistema público de salud con infraestructuras sanitarias suficientes y de calidad, incrementar la inversión en salud, incorporar masivamente a más trabajadoras y trabajadores al sector, garantizar la realización de tests a tiempo y en cantidad suficiente, frenar el contagio y poder responder a situaciones de crisis) han preferido alimentar el pánico para ocultar los efectos dramáticos de las políticas capitalistas de privatización y recortes en salud y gastos sociales que están aplicando.

Desde China a EEUU, del Estado español a Italia o Corea del Sur, y ahora también en los países latinoamericanos, incluida Venezuela, estamos viendo las consecuencias de las políticas de recortar gastos, privatizar servicios e introducir la gestión capitalista, en busca del máximo beneficio económico y no de las necesidades sociales, en el manejo de los servicios públicos. Mientras la mayoría de las familias trabajadoras se ven gravemente afectadas y amenazadas por la pandemia y están pagando un precio altísimo por la degradación de la asistencia sanitaria, las medidas propuestas por los diferentes gobiernos capitalistas sólo buscan salvaguardar los beneficios de las grandes empresas a costa de los derechos de los trabajadores y la población, imponiendo recortes en salarios y derechos, y destrucciones de empleo, etc.

En Venezuela, según anunciaba el Ministro de comunicación, Jorge Rodríguez y confirmaba posteriormente el Presidente Nicolás Maduro, ya han aparecido quince (15) casos reconocidos oficialmente de coronavirus COVID-19 en el momento de escribir este artículo. Pero es probable que sean más ya que este virus se expande rápidamente y prácticamente en todos los países vecinos del continente se presentan varios infectados, en especial Colombia y Brasil con quienes Venezuela tiene un alto número de emigrantes y un movimiento aproximado de 80mil personas que transitan prácticamente a diario por las fronteras por vías legales o ilegales (las llamadas trochas). Esto genera un clima de incertidumbre por lo que pueda pasar en el país.

La declaración presidencial desde el jueves anunciado una emergencia sanitaria, medidas de restricciones, solicitando al gobierno de EEUU el cese de las sanciones económicas para poder enfrentar esta situación, asumiendo también haberse chequeado 30 casos que fueron descartados, reconociendo las posibilidades de no evitar el ingreso del virus, así como anunciar 46 hospitales que atenderían cualquier afectado y contar con el apoyo de las clínicas privadas. Pero esto no ha evitado la extensión del pánico a las comunidades, que sufren cada día las condiciones precarias de los centros hospitalarios públicos. Además, sabemos por experiencia que las clínicas privadas sólo buscan su beneficio y ya se han negado antes a prestar los primeros auxilios de otros casos menos graves.

El temor es mayor si se plantea dejar la gestión de la crisis, empezando por medidas como la distribución de las supuestas 10 mil dosis de medicamentos provenientes de Cuba, en manos de la burocracia del estado; esa misma burocracia que -debido a su corrupción y políticas capitalistas- ha sido incapaz de resolver problemas como la falta de alimentos, la paralización del sistema productivo (incluidas muchas empresas públicas) o la hiperinflación.
Medidas capitalistas del gobierno y sanciones imperialistas nos llevan al caos.

Situaciones de crisis extrema como la del coronavirus ponen a prueba a todos los actores políticos: empezando por los gobiernos imperialistas, la burguesía venezolana y los dirigentes oligarcas y parásitos de la derecha pero también al gobierno y los dirigentes del PSUV, que han abandonado cualquier perspectiva socialista (e incluso las medidas progresistas o antiimperialistas que tomaron en otros momentos los gobiernos de Hugo Chávez intentanto resñonder a las masas) y están aplicando medidas capitalistas parecidas a las que han agravado los efectos dramáticos de la pandemia en otros países.

En una situación de emergencia y riesgo para la vida de decenas de miles de personas, el imperialismo estadounidense y los gobiernos de la Unión Europea (UE), la OEA, etc. mantienen las medidas de bloqueo y sanciones contra Venezuela, que afectan de forma especialmente dramática al pueblo. Lo único que preocupa a estos criminales es hacerse con el control directo del petróleo y los recursos naturales de Venezuela, aunque eso signifique la pérdida de miles de vidas.

Mientras derraman lágrimas de cocodrilo “por la muerte de personas en todo el mundo” y llaman hipócritamente a “actuar responsablemente”, “ser solidarios”, etc, niegan a sus propias poblaciones las inversiones, medidas sociales y recursos necesarios para enfrentar la crisis y mantienen su cerco sobre las finanzas del estado venezolano, algo que -en caso de expandirse el coronavirus como lo está haciendo en otros países- puede provocar una catástrofe humanitaria irreparable, de lo cual inmoralmente pueden seguir aprovechándose los empresarios y burócratas corruptos, acrecentando la especulación y los elevando precios de los medicamentos y otros artículos necesarios para enfrentar el virus.

Esto también vuelve a poner en evidencia el carácter y objetivos reaccionarios de la oposición de derecha y ultraderecha. Guaidó no ha dicho ni una palabra sobre el levantamiento de las medidas de bloqueo y sanciones de sus amos imperialistas. Como ya dejó claro cuando pidió a Trump una intervención militar en Venezuela, le da igual que se puedan perder miles de vidas sólo quiere llegar a Miraflores como sea para aplicar las mismas políticas de recortes sociales, corrupción y saqueo de los recursos públicos que aplican sus aliados Duque, Piñera o Bolsonaro.

En estos últimos cuatro (4) años, el gobierno de Nicolás Maduro ha aplicado políticas que anteponen los intereses de los capitalistas y la propia burocracia a las necesidades del pueblo. Las condiciones sanitarias del país han caído en una profunda regresión. El gasto en la salud respecto al PIB Venezolano se ha reducido de un 5% en el 2007 a 3% en el 2015, según datos de la OMS, encontrándose gran parte de la asistencia médica impulsada por los gobiernos de Chávez paralizadas o funcionando muy por debajo de su capacidad. Se puede ver en los centros de atención integral (CDI) de las comunidades, que muchos no trabajan las 24 horas, los medicamentos llegan esporádicamente, los chequeos médicos casa por casa se han dejado de realizar. Igual sucede con los Barrio Adentro, los locales construidos han quedado como viviendas de los médicos cubanos donde algunos realizan grandes esfuerzos para atender los primeros auxilios sin el apoyo y financiación necesarios por parte del estado

El gobierno anunciaba que 46 hospitales estarían preparados, pero la población conoce de muchos que muestran una fachada totalmente contraria a las condiciones internas, que es lo más importante. No se tiene información precisada de la realidad porque el gobierno desde hace muchos años dejo de comunicarlas. La limpieza e higiene se cubren a medias, con el apoyo de algunos pacientes que colaboran con artículos de limpieza. Te puedes encontrar animales roedores e incluso se conocen muchos casos de infecciones mortales adquiridas por pacientes en las salas de emergencias y quirófanos. A esta situación se suma un considerable número de profesionales médicos que han emigrado del país.

De la mano de los capitalistas la situación sólo puede empeorar

Este jueves 12 de marzo, Nicolas Maduro expresaba a los miembros de la Opep; “Volvamos al reencuentro, al diálogo y busquemos acuerdos para soluciones que le devuelvan al mercado petrolero la situación de equilibrio”. Con la actual crisis mundial del capitalismo, la recesión a las puertas de los países y una guerra comercial por la hegemonía económica del mundo entre las distintas potencias es absurdo pensar que una materia prima fundamental como el petróleo pueda quedar al margen y no verse afectada por el desplome de la producción y los intercambios comerciales a nivel mundial.

Otro de los señalamientos que el gobierno venezolano realizo fue a las y los empresarios venezolanos que estén preparados para apoyarlos. “He visto un conjunto de decisiones y acciones: exenciones de impuestos, pago de nóminas a través del Carnet de la Patria, apoyo con créditos blandos al sector empresarial”. Considerar enfrentar esta pandemia del COVID-19, con el apoyo y financiamiento del estado a la burguesía es otra locura que coloca en riesgo la vida de miles de personas, como ha quedado demostrado en todos los países afectados.

Por un plan de choque bajo gestión directa de los trabajadores. !Solo el pueblo protege al pueblo!

Solo la organización revolucionaria colectiva creada directamente por el pueblo y los trabajadores médicos, haciendo un llamado sincero a los desincorporados y planteándoles considerables aumentos salariales puede hacer frente a esta crisis. Junto a ello hay qué incorporar todas las clínicas privadas a una red pública con recursos suficientes pero no gestionada por la burocracia ineficiente y corrupta sino por la clase obrera y el pueblo y nacionalizar todas las empresas relacionadas con la producción de insumos sanitarios y materiales para prevenir la expansión del virus igualmente gestionadas de manera democrática por la población para responder a todas las necesidades que se planteen, así como el conjunto de la banca -que ha tenido grandes beneficios durante años especulando con las divisas- para dedicar todos esos fondos a invertir en el sistema público de salud, infraestructuras, hacer tests a la población y combatir realmente esta emergencia sanitaria.

Todo ello permitiría consolidar una fuerte estructura organizativa y planificada para enfrentar el coronavirus, presentando las informaciones necesarias con prontitud y claridad, sometiendo al control de los trabajadores y la población las tomas de decisiones en la compra y adecuadas distribuciones, seguimiento y control de los medicamentos e implementos de seguridad y protección. Esa es la única forma de confrontar la situación minimizar los riesgos y superarla

Un plan de choque para hacer frente a esta crisis debe pasar por las siguientes medidas inmediatas:

1. Aprobación urgente de un decreto ley para que el Estado tome el control de toda la red sanidad privada, de sus recursos humanos, infraestructura y equipos técnicos, para que atiendan de forma gratuita a todos los enfermos de coronavirus y cualquier otra enfermedad garantizando todas las pruebas y los medios para su hospitalización y curación. Aquellas empresas, clínicas y hospitales que se nieguen a cumplir con este decreto en defensa de la salud pública serán expropiados automáticamente y pasarán a titularidad pública.

2. Contratación inmediata de 20.000 profesionales sanitarios (médicos, enfermeros/as, investigadores, técnicos, personal de apoyo, ambulancias….) para hace frente a este crisis. Apertura de todas las instalaciones hospitalarias públicas, refuerzo y ampliación de los CDI, Barrio Adentro y compra de material médico y quirúrgico necesario. Coordinación de los recursos a escala estatal con un plan centralizado.

3. ¡Nacionalización del sector farmacéutico ya, gratuidad de todas las medicinas necesarias para enfrentar el coronavirus y el resto de las enfermedades! Los hospitales privatizados deben ser renacionalizados inmediatamente. Ninguna asignación de divisas al negocio de la sanidad privada.

4. Implantación de un monopolio estatal del comercio exterior mediante una empresa socializada y gestionada directamente por la población y trabajadores, sin privilegios y con un salario igual al de un trabajador calificado y por encima de la inflación, organizados bajo asambleas generales donde se rindan cuenta periódicamente de las compras internacionales, distribución y seguimiento.

5. Ningún despido más en las empresas. Reactivación del aparato productivo. ¡Que los empresarios pongan su parte de todos los beneficios acumulados estos años! ¡Que se devuelva el dinero de la fuga de divisas patronales y bancarios!

6. Reducción por ley de los precios de los productos fundamentales para la vida diaria de las familias trabajadoras y persecución contundente de la especulación. ¡Basta de que las grandes cadenas de supermercados y las multinacionales del sector alimentario se hagan ricos a nuestra costa tanto por las vías legales como ilegales (especulación de precios, desabastecimiento, etc!.

7. Ninguna restricción a la libertad de expresión, manifestación y organización. Formación de comités de personal sanitario, usuarios y delegados sindicales y delegados de prevención de la salud y seguridad laboral en los centros hospitalarios para controlar la calidad de la atención médica y poder reclamar los medios necesarios.

8. Nacionalización de la banca para poner los recursos gigantescos del sector financiero al servicio de las necesidades sanitarias y sociales. Esta es la única forma efectiva de luchar contra el desempleo y la pobreza a la que los responsables de las instituciones económicas internacionales y los Gobiernos a su servicio nos empujan.

9. Debemos prepararnos para impulsar movilizaciones de masas de los trabajadores, la juventud, las comunidades, para defender las reivindicaciones que pueden enfrentar esta crisis sanitaria, social y económica en nuestro favor.
La situación que se presenta en toda, Latinoamérica, Europa o EEUU es una advertencia muy seria para la clase obrera. Como ha amenazado la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, el “mundo puede enfrentarse a un escenario similar a la crisis de 2008”, es decir, a una debacle de despidos masivos, más recortes, más pobreza y desigualdad.

Los capitalistas se preparan para pasarnos la factura de su desastre. Debemos reaccionar con la misma contundencia y claridad que ellos. No podemos quedarnos de brazos cruzados. Hay que organizar la respuesta y la movilización masiva, y construir una izquierda combativa que no ceda ante las presiones intolerables de la minoría de multimillonarios que gobierna el mundo.


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