El carácter de la guerra imperialista
Lenin insiste en que las guerras imperialistas las hacen los gobiernos burgueses con el objetivo de repartirse el botín y de paso exterminar al proletariado del país sometido y enfrentarlo al del país opresor.
Un ejemplo de guerra imperialista ha sido la primera de este siglo XXI: los bombardeos del imperialismo estadounidense en Afganistán donde, con la excusa de defender la democracia y la civilización, no les ha importado masacrar a un pueblo inocente para defender sus intereses en la zona (gaseoducto del petróleo, zona de recambio ante la inestabilidad de Oriente Medio e intereses geoestratégicos). En la guerra es cuando se pone de manifiesto, de forma cruda, la necesidad de que exista un partido marxista con profundas raíces entre la clase trabajadora, un partido que luche al mismo tiempo contra la injerencia imperialista y el régimen corrupto y opresor de la clase dirigente del país agredido, y que haga un llamamiento de unidad a la clase obrera occidental y de denuncia del carácter opresor de su burguesía.
El papel de los dirigentes reformistas
Lenin también aludía al papel nefasto de los dirigentes reformistas, que no tuvieron escrúpulos a la hora de traicionar al proletariado y favorecer a la burguesía, votando los créditos de guerra de sus respectivos gobiernos para el inicio de la I Guerra Mundial. Es lo mismo que ocurre hoy con la mayoría de los dirigentes de nuestras organizaciones, que no han dudado en apoyar las intervenciones del imperialismo en pos de la defensa de la "civilización", "ayuda humanitaria" y otros términos por el estilo (como en Somalia, Yugoslavia, Irak, etc.). Lo único que han conseguido es echar más material inflamable a la política internacional y agudizar aún más el hambre y la miseria de los pueblos afectados.
Lenin, ante esta situación, abogaba por el socialismo frente a la barbarie imperialista y eso, hoy como ayer, sigue más vigente que nunca.