Después de seis años de la victoria electoral de Blair en 1997, los trabajadores británicos han dado su veredicto al gobierno Blair. La participación en las elecciones una vez más ha vuelto a caer: en las municipales ha sido del 30%, el 37% en Gales y casi la mitad del electorado en Escocia. Estos datos son inferiores a los de 1999. Los defensores de Blair dicen que estos resultados se deben a que el electorado está “contento”, cuando realmente ocurre lo contrario. Muchos ayuntamientos tienen sus servicios completamente privatizados y por esa razón muchas personas ven las elecciones como algo irrelevante. Los trabajadores tienen muy pocos incentivos para votar a las elecciones municipales. La baja participación refleja la desilusión que tienen millones de personas con la política de derechas que está llevando a cabo Blair.
Hasta cierto punto los liberales han recogido parte de este descontento, especialmente por su postura contra la guerra y por esa razón algunas personas han visto en ellos una alternativa de izquierdas al Partido Laborista.
Severo castigo
Los laboristas han perdido 700 concejales y el control de 29 ayuntamientos. Han perdido Bristol y Birmingham, donde existe una comunidad musulmana importante que ha votado en contra de la guerra en Iraq. Pero no sólo los musulmanes votaron contra la guerra: lo mismo ocurre con los jóvenes que también decidieron abstenerse.
La única razón por la cual los laboristas no han obtenido peores resultados es que los conservadores no han sido capaces de recuperarse aún de sus derrotas anteriores. La crisis del Partido Conservador tiene causas profundas. En primer lugar, Blair y compañía les han robado prácticamente su programa, promoviendo privatizaciones y ataques a los servicios públicos e incluso defienden las ideas de los conservadores en el tema de los refugiados y de la inmigración. En este momento la mayoría de los conservadores están satisfechos con el gobierno de Blair pero esto no puede durar mucho más tiempo: durará lo mismo que Blair y éste está en una situación cada vez más inestable. En el próximo período veremos en el PL el mismo giro a la izquierda que se ha producido en los sindicatos.
Escocia y Gales
A diferencia de Inglaterra, donde la única alternativa era quedarse en casa, en Escocia y Gales la situación era diferente. Las elecciones al parlamento escocés movilizaron a la mitad del electorado que, aunque sea un resultado bajo, es un porcentaje mucho mas alto que el conseguido en Inglaterra. Esta situación en parte se debe a que las elecciones al parlamento autónomo son vistas como algo más importante que las municipales. El parlamento escocés tiene cierto poder, como se ha podido ver en la reforma de la financiación del sistema educativo y hasta cierto punto en Escocia sí existe una alternativa de izquierdas, el Partido Socialista Escocés (PSS), que consiguió más de cien mil votos, ha conseguido seis parlamentarios gracias al sistema de representación proporcional. Son unos resultados significativos: aunque el Partido Laborista sigue siendo el principal partido obrero vinculado a los sindicatos, el PSS con su mezcla de ideas reformistas de izquierdas y nacionalistas —piden la reducción de la jornada laboral apelando a una “Escocia Independiente y Socialista”— ha conseguido ganarse los votos de todos aquellos que están desilusionados con Blair. A largo plazo, cuando los sindicatos comiencen a luchar para recuperar el Partido Laborista, se podrá ver que este apoyo es sólo temporal.
En Gales los laboristas han conseguido la mayoría: treinta de los sesenta escaños totales. Anteriormente el PL era el partido mayoritario en la coalición de gobierno con los liberales. A primera vista el resultado en Gales podría parecer una buena noticia para Blair pero en realidad supone un bofetón en la cara de la dirección laborista en Londres. Los resultados son muy significativos por la siguiente razón: en Gales la alternativa a Blair era... ¡el Partido Laborista! Se despojaron de todo lo relacionado con el “nuevo laborismo” y Rhodri Morgan se presentó con el programa del “viejo Laborismo”, distanciándose claramente de los aspectos más impopulares de la política de Blair.
Conclusiones
Las conclusiones son claras: los conservadores siguen inmersos en una crisis profunda de la que tardarán en salir; los liberales han ganado gracias a su imagen de centroizquierda pero su programa no puede dar más de sí; los nacionalistas han fracasado en su intento de aprovecharse de la política impopular del gobierno, pese a su intento por aparecer como una alternativa de izquierdas a Blair y el voto de protesta en contra de la guerra y de las políticas antiobreras de Blair se ha expresado fundamentalmente en la abstención. Lo más importante es que en Gales hemos visto como se desarrollarán en el futuro los acontecimientos. Los sindicatos deben jugar un papel fundamental en esta lucha. Los sindicalistas están a punto de empezar una batalla muy dura para defender los servicios públicos de los ataques de Blair. Esta lucha también debe llevarse a cabo dentro del Partido Laborista.