El sionismo y sus patrocinadores son una amenaza para la humanidad
Israel ha dado un paso trascendental en su objetivo de desencadenar una guerra total en Oriente Medio. A través del sabotaje de miles de walkie-talkies y “buscas” utilizados por Hezbolá, el Estado sionista ha perpetrado centenares de atentados con explosiones simultáneas que han dejado al menos 32 asesinados y en torno a 4.000 heridos.
Un ataque terrorista indiscriminado contra población civil indefensa, incluidos niños, que si hubiera ocurrido en Europa o en EEUU abriría todas las portadas de telediarios y periódicos.
Estos ataques terroristas ponen en evidencia la completa hipocresía de los Gobiernos occidentales. ¿Cuál sería la respuesta de los Gobiernos de la Unión Europea o de EEUU si este ataque hubiese sido llevado a cabo por Hamás, por Putin o por Irán? ¿Cuál sería la línea editorial que seguirían los grandes medios de comunicación? Pero en este caso, el terrorista es el mismísimo Estado sionista de Israel, el portaviones de EEUU en Oriente Próximo, y por eso se permite todo, aunque eso pueda suponer provocar una guerra regional de consecuencias impredecibles. Eso sí, desde la Casa Blanca nos intentan hacer creer que no sabían nada al respecto. ¡¡Qué cinismo!!
Aún quedan muchas incógnitas sobre cómo se ha llevado adelante el sabotaje. Inicialmente se creyó que los equipos habían sido alterados en la propia línea de montaje, aunque ahora se especula sobre la posibilidad de que los fabricara el propio Estado de Israel. En cualquier caso, si algo pone en evidencia esta operación del Mossad, es su nivel de infiltración en la cúpula de Hezbolá, y también de Hamas, y las enormes capacidades de sus servicios secretos. Y si esto es así, si son capaces de desarrollar una operación de esta magnitud, con lo que ello implica, ¿cómo es posible que no conociesen al detalle los planes de Hamas del 7 de octubre? Y sabiéndolo, como ya confirmó en detalle el New York Times en diciembre del año pasado, ¿por qué no hicieron nada para defenderse e impedir la incursión de Hamas en territorio israelí? ¿Por qué una de las fronteras más militarizadas del mundo con tecnología puntera resulto tan vulnerable?
Nada de lo que está ocurriendo es una casualidad. Israel conocía al detalle los planes de Hamas, igual que la CIA y EEUU, pero Netanyahu y sus aliados fascistas supremacistas necesitaban una excusa para poder llevar adelante sus planes mesiánicos del Gran Israel (el Tercer Reich del sionismo). Un plan absolutamente premeditado que les ha dado la cobertura necesaria para desencadenar un genocidio en Gaza, y continuar con Cisjordania y con el Líbano. Y todo, por supuesto, con el apoyo militar, económico y político de EEUU y de la UE.
Netanyahu quiere una guerra sin importar las consecuencias
Tras estos atentados terroristas, el jueves por la noche el Gobierno israelí decidió ampliar la ofensiva bombardeando el sur del Líbano, y hoy, por primera vez, la capital, Beirut. Acciones que se suman a las criminales incursiones sionistas en Cisjordania, donde FDI junto a las milicias fascistas de colonos están practicando pogromos cada vez más violentos contra miles de familias palestinas, expulsándolas de sus casas y de sus tierras, asesinado a más de 660 palestinos desde el 7 de octubre, 158 de ellos niños.
Todas estas acciones y provocaciones solo buscan extender la guerra y la matanza que Israel ya está llevando adelante en Gaza. Así lo señalaba el ministro de Defensa israelí Yoav Gallant, que representa al “ala moderada” del Gobierno y que el propio Netanyahu se está planteando ahora sustituir por alguien más extremista: “Hezbolá pagará un precio cada vez mayor [...] El centro de gravedad se está desplazando hacia el norte. Estamos desviando fuerzas, recursos y energía. Esto marca una nueva fase en esta guerra”.
El Gobierno de Netanyahu, dominado por una banda de fanáticos nazi sionistas supremacistas, está completamente fuera de control, y no parecen tener inconveniente en provocar una guerra en el Líbano, que podría terminar escalando a Siria, Iraq, donde hay importantes milicias aliadas de Hezbolá, e Irán. Una guerra regional de consecuencias impredecibles, que si no se ha producido aún ha sido por el papel de China, que presiona a sus aliados, a Irán y a Hezbolá, para evitar caer en provocaciones y escalar el conflicto.
Pero Israel no podría actuar de esta manera sin el apoyo incondicional que les ha mostrado el imperialismo estadounidense. La economía sionista está sufriendo muy duramente los 11 meses de ofensiva en Gaza, con un gasto militar disparado que ha elevado el déficit público de 4,2% al 8,1%. La guerra es cara, muy cara, y una invasión del Líbano incrementaría aún más esos costes y el creciente caos económico que sufre la población. Pero mientras cuenten con el respaldo financiero y militar de EEUU, y de la UE, un amplio sector de la clase dominante sionista sigue haciendo grandes negocios gracias a los suministros y el comercio de armas, y sigue adelante en sus planes supremacistas plenamente convencido de su poderío e invencibilidad.
A pesar de las diferencias y rifirrafes que han mantenido Biden y los demócratas con Netanyahu, la realidad ha demostrado a este último que EEUU les necesita y que, gobiernen demócratas o republicanos, Israel seguirá contando con todo lo que necesite. La decadencia del imperialismo norteamericano, que ha perdido o está perdiendo a todos sus aliados tradicionales en Oriente Medio, no hace más que fortalecer esta alianza, dando carta blanca a los sectores sionistas más fanáticos. Obviamente una guerra total es una apuesta muy alta, y lleva aparejada muchas incertidumbres tanto para Israel como para EEUU, pero la dinámica que están provocando podría desencadenarla.
Si la escalada continúa no hará más que aumentar las contradicciones en los Gobiernos imperialistas, en EEUU y en Europa, enfrentándoles con un movimiento de protesta en las calles aún más poderoso del que hemos visto estos meses, y abriendo las puertas a estallidos revolucionarios en el mundo árabe.
Netanyahu es ahora mismo la punta de lanza del fascismo internacional pero no olvidemos que cuenta con la connivencia de Occidente, de los demócratas estadounidenses, y también de socialdemócratas como Pedro Sánchez o Scholz. Sus intereses genocidas y expansionistas han sido alimentados por las “democracias occidentales”, y el monstruo que han creado es más insaciable y tiene muy claros sus objetivos.
Al igual que en la década de los treinta del siglo pasado, Francia y Gran Bretaña permitieron a Hitler llevar a cabo sus planes expansionistas con las catastróficas consecuencias que tuvo, hoy nuestros Gobiernos apoyan económica, militar y diplomáticamente a un Gobierno que no pretende parar hasta provocar una guerra abierta en Oriente Medio y llevar a cabo una completa limpieza étnica en Palestina.
Ante este escenario, cobra más sentido que nunca redoblar la batalla en las calles contra el sionismo, y contra nuestros propios Gobiernos, cómplices del genocidio en Gaza, de las matanzas en Cisjordania y en el Líbano, y de llevarnos a una nueva guerra en toda la región.