El 9 de marzo de 1943, en plena Segunda Guerra Mundial, el vicepresidente de Estados Unidos, Henry Wallace, lanza un ultimátum a Stalin: "La guerra sería inevitable si Rusia adoptara de nuevo la idea trotskista de fomentar la revolución mundial".
La Segunda Internacional y la degeneración reformista
Tras la derrota de la Comuna de París la Primera Internacional quedó hecha trizas. Los años siguientes fueron años de reacción política en toda Europa. La formación de los Estados nacionales y el poderoso avance de los medios de producción, en una época de boom económico, dio alas a la burguesía e intimidó, en un primer momento, a la clase obrera. Pero a su vez, el desarrollo industrial creaba las bases para su fortalecimiento y su organización. Tras la victoria en la guerra franco-prusiana de 1871, Alemania entró en una era de expansión industrial parecida a la que vivió Inglaterra veinte años antes. A medida que avanzaba la economía, el movimiento obrero crecía y se organizaba para luchar por mejorar sus condiciones de vida. El Partido Socialdemócrata Alemán tuvo un gran crecimiento y ganó mucha influencia. De esta manera, Alemania se convirtió en la punta de lanza de la Segunda Internacional.
El surgimiento de la Primera Internacional fue el producto de la situación económica del capitalismo a mediados del siglo XIX y de la necesidad del joven proletariado europeo, fundamentalmente en Inglaterra, pero seguidamente en Francia y en el resto de Europa, de mejorar sus condiciones de existencia.
Cualquier persona sensible, y todavía más un revolucionario consciente, sentirá una honda impresión al leer esta obra de Kautsky. Muy probablemente establecerá un antes y un después en su pugna ardua y particular -que los marxistas debemos imponernos-, por conquistar la teoría, la compresión del desarrollo de la humanidad y de la lucha histórica de los oprimidos por su emancipación.
En los años álgidos de especulación bursátil e inmobiliaria se popularizó en la prensa especializada un término económico muy llamativo: "círculo virtuoso". Con él se quería describir el modelo de crecimiento de la última década y dar carta de naturaleza a la idea, profundamente equivocada, de que los ciclos de boom y recesión habían sido felizmente superados.
La vigencia de la teoría marxista sobre las crisis capitalistas
La crisis brutal del mercado financiero se ha transformado en una metástasis para la economía capitalista. La infección ha contagiando a un organismo que atraviesa una prolongada fase de decadencia y senectud, y que hace mucho tiempo dejó de jugar un papel progresivo en el desarrollo de las fuerzas productivas. Tras años de ilusiones y propaganda apologética, el fantasma real de la crisis y la recesión se ha presentado de imprevisto en la economía y la política mundial, amenazando con instalarse cómodamente por un periodo prolongado. En todo el mundo se habla de la crisis: en los diarios de circulación de masas; desde los gobiernos y las instituciones financieras; en las tribunas académicas y, por supuesto, en el seno de la clase obrera, en los barrios, las fábricas, los hogares... Después de años de beneficios multimillonarios, de burbujas financieras e inmobiliarias, de endeudamiento masivo y precariedad, la incertidumbre y el miedo sobrevuela el pensamiento de miles de millones de personas.