Escrito en alemán por Rosa Luxemburgo el 14 de enero de 1919, la víspera de ser asesinada por los soldadesca reaccionaria de los Freikorps
El 15 de enero de 2009 se cumplen 90 años del asesinato, por orden directa de la socialdemocracia alemana, de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, líderes del Partido Comunista alemán y dirigentes de la revolución alemana de 1918.
Los historiadores burgueses, así como todos los propagandistas de la burguesía, resaltan, a la hora de explicar la historia, la buena (o mala) actuación de los líderes de la humanidad, caudillos, reyes, emperadores o generales. De esta manera, la actual crisis económica es culpa de Greenspan (o de Zapatero según el PP), o la guerra de Iraq es producto de las ambiciones de George Bush (o de Sadam Hussein). Desde este punto de vista, si algún iluminado hubiera lanzado no un zapatazo, sino un balazo a Bush, no ahora, sino al principio de su mandato, nos hubiéramos ahorrado unos cuantos años de locuras, guerras y crisis.
Para dar una cobertura ideológica a la estrategia de colaboración de clases con la burguesía, en septiembre de 1975 se celebraría la II Conferencia Nacional del Partido Comunista que aprobó por unanimidad su Manifiesto Programa. Por si hubiera alguna duda de las intenciones de la dirección, Santiago Carrillo lo aclaró en su informe político: "En la España de hoy el comunismo no amenaza a nadie. Nuestro Partido no pretende establecer un Gobierno comunista. Estamos convencidos de que un día, en el futuro, el pueblo español votará para que los comunistas encabecen la formación de un Gobierno. Pero pretender tal cosa hoy sería totalmente irreal."
Este año se cumple el 20º aniversario de una huelga general emblemática, la del 14 de diciembre de 1988, contra un gobierno socialista presidido por Felipe González. Los motivos por los que el 14-D pasó a la historia son diversos: un arranque espectacular, un seguimiento masivo, el gobierno tuvo que rectificar, sus efectos perduraron durante varios años... Pero entre ellos también hay uno político: el 14-D simboliza el fin de la confianza de amplios sectores de la clase obrera en el PSOE de Felipe González, el fin de una época en el Estado español. Nada fue igual tras aquella huelga general.