El gobierno israelí ha declarado la guerra a la clase obrera. Una vez más Sharon y compañía han provocado a la clase obrera israelí con nuevos despidos de trabajadores en el sector público y con una violación abierta del acuerdo alcanzado el pasado mYossi Schwartz y Leon Cohen

In Defence of Marxism (Israel/Palestina)

El gobierno israelí ha declarado la guerra a la clase obrera. Una vez más Sharon y compañía han provocado a la clase obrera israelí con nuevos despidos de trabajadores en el sector público y con una violación abierta del acuerdo alcanzado el pasado mes de mayo.

El lunes pasado [29 de septiembre] unos 50.000 trabajadores públicos comenzaron una huelga de brazos caídos. Los trabajadores de los hospitales están preparados para unirse a la huelga. Hasta ahora habían celebrado actos de protesta en horas de trabajo, durante los cuales se negaban a trabajar. Los funcionarios también protestan por los recortes en distintos ministerios, incluida la privatización del Departamento de Obras Públicas (Ma’atz) y el cierre de unos cuantos hospitales. Estos recortes provocarán más despidos.

El Ministerio de Economía respondió intimidando, amenazando con llevar ante los tribunales a los trabajadores de los servicios esenciales. Estos incluyen los trabajadores de los aeropuertos y puertos. El gobierno creía que podría ganar fácilmente, como ocurrió en la última protesta. En la primavera pasada el gobierno contó con la ayuda de la burocracia del Histadrut que firmó el “acuerdo” que provocó el despido de 700 funcionarios y una reducción salarial del 4% para todos los trabajadores del sector público.

Los capitalistas tampoco contaban con que los trabajadores portuarios se unirían a la lucha para impedir la privatización de los puertos. Unos 2.500 trabajadores de tres puertos marítimos —Haifa, Ashdod y Eilat— comenzaron la huelga a las 6 de la mañana, el martes [30 de septiembre] después de la ruptura de las negociaciones.

El periódico Haaretz informaba que el comité de huelga del Histadrut ha decidido hacer frente a las sanciones, al menos hasta que pase la fiesta del Yom Kippur. Después la federación sindical considerará la posibilidad de una nueva escalada de luchas, incluido el retraso de vuelos en el Aeropuerto Internacional Ben Gurion.

Pero ésta no es una decisión de una dirección dispuesta a dar la batalla. Lo que hace falta es paralizar completamente la economía, es decir, convocar una huelga general de 24 horas.

Estamos de acuerdo con Ofer Eini, dirigente del sindicato de funcionarios, cuando insistía el lunes pasado en que la huelga estaba justificada y que la violación de todas sus promesas por parte del gobierno justificaba la violación del Histadrut de su decisión de no convocar huelgas hasta julio de 2005. En todo esto hay una lección elemental. En estas condiciones, cualquier acuerdo con los empresarios y su gobierno inevitablemente será incumplido por los propios empresarios.

La defensa de nuestros derechos y conquistas requiere un verdadero programa proletario capaz de movilizar a toda la clase obrera, a todos los oprimidos, unirlos en una acción militante que incluya manifestaciones de masas para apoyar la huelga general de 24 horas.

Para impedir que los gobernantes utilicen su táctica favorita de divide y vencerás, debemos exigir el final de la opresión nacional de los palestinos dentro de Israel y en los Territorios Ocupados. Nuestros hermanos palestinos merecen el derecho a la autodeterminación. Sólo los trabajadores al frente de los oprimidos pueden garantizar este derecho.


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